Imaginario

Turquía necesita a Israel

Por Jesús M. Pérez 

"El pasado lunes 22 de diciembre, el viceprimer ministro turco afirmó que "el Estado de Israel y el pueblo israelí" son "amigos de Turquía", algo bastante lejos de la retórica mantenida por los Gobiernos del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en los últimos años. El cambio se ha producido después de que la semana anterior se supiera que Israel y Turquía están negociando la restauración de sus relaciones diplomáticas"

El pasado lunes 22 de diciembre, el viceprimer ministro turco afirmó que «el Estado de Israel y el pueblo israelí» son «amigos de Turquía», algo bastante lejos de la retórica mantenida por los Gobiernos del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en los últimos años. El cambio se ha producido después de que la semana anterior se supiera que Israel y Turquía están negociando la restauración de sus relaciones diplomáticas. Precisamente el lunes pasado un portavoz del Gobierno turco anunció, tras una reunión del gabinete ministerial, que las negociaciones no han finalizado pero “progresan positivamente”. Se menciona la reciente crisis de las relaciones ruso-turcas como uno de los factores que ha empujado a Ankara a reconciliarse con Israel. Pero la ruptura de relaciones fue accidental y las causas que empujan a Turquía a acercarse a Israel son de dimensión estratégica y militar.

La crisis en las relaciones turco-israelíes arrancó el lunes 31 de mayo de 2010, cuando la Armada israelí interceptó una flotilla compuesta por seis buques que navegaba hacia Gaza, sometida a un bloqueo marítimo en el contexto del conflicto con Hamás. El propósito declarado de los organizadores de la flotilla internacional era la entrega de ayuda humanitaria a la población de la Franja. En aquellos días, otras organizaciones entregaban ayuda por vía terrestre tras desembarcarla en puertos de Egipto e Israel, pero los organizadores de aquélla buscaban desafiar el bloqueo israelí y provocar algún tipo de confrontación que recogieran los numerosos periodistas que iban a bordo del buque más grande de la misma, el Mavi Marmara, fletado por la organización islamista turca IHH.

Un primer intento de abordaje desde embarcaciones neumáticas fue rechazado con violencia. La unidad de operaciones especiales de la Armada israelí, la Flotilla 13, realizó un segundo intento descendiendo desde un helicóptero. Los militares israelíes, armados con simples pistolas marcadoras de pintura, se vieron totalmente sobrepasados por la violencia empleada contra ellos por los miembros de IHH. Apaleados con barras de hierro y acuchillados, un soldado fue lanzado por la borda de la cubierta superior a la inmediata inferior. A partir de aquel momento, en el que además al menos dos soldados fueron conducidos al interior del buque, el mando militar israelí autorizó el uso de la fuerza para rescatar a sus efectivos y tomar el control de la nave. Murieron diez personas, nueve ciudadanos turcos y un turco-estadounidense.

El asunto se convirtió en un escándalo internacional, y fue presentado como un ataque ilegal, indiscriminado y violento a una flotilla de pacíficos activistas. La realidad, como siempre mucho más compleja, quedó de lado. Véase, por ejemplo, mi análisis del asunto a partir del visionado del documental Fuego sobre el Mármara, elaborado por David Segarra, uno de los pasajeros del barco.

Las importantes relaciones económicas entre Turquía e Israel fueron puestas sobre la mesa nada más producirse el abordaje. El martes 1 de junio de 2010, el entonces ministro de Defensa turco, Vecdi Gönül, anunció que la crisis diplomática no afectaría a la entrega de aviones sin piloto israelíes a Turquía, uno de los muchos contratos militares entre ambos países. La relación se remontaba a los años 90. En 1995 el Gobierno de Turquía firmó con Industrias Aeronáuticas de Israel (IAI) un contrato para la modernización de 54 cazabombarderos McDonell Douglas F-4E Phantom II de origen estadounidense. El primer prototipo de la variante denominada Terminator 2020 voló en 1999, incorporando sistemas israelíes como un radar de Elta y un misil de Rafael. En 2002 el Gobierno de Turquía firmó otro contrato para la modernización de los carros de combate de origen estadounidense M60 a la variante israelí Sabra Mk. II; 170 vehículos fueron modernizados entre 2007 y 2009. Turquía e Israel mantuvieron también negociaciones para la venta del sistema de defensa antimisiles israelí Arrow, pero el programa de adquisición se suspendió después de la crisis económica turca de 2001.

Otra de las áreas donde la industria de defensa israelí resultó un suministrador clave para Turquía fue la de los aviones sin piloto. En 2005 Turquía firmó un contrato llevado a cabo a partes iguales por las empresas israelíes IAI y Elbit para el suministro de diez aviones sin piloto IAI Heron y las estaciones terrestres de seguimiento asociadas. Turquía requería entonces de forma urgente medios de vigilancia para controlar su frontera con Irak. Compró tres pequeños aviones sin piloto a la empresa israelí Aerostar y alquiló tres IAI Heron. Tras el siniestro de uno de estos últimos compró un IAI Searcher Mark II, como los que España ha adquirido y empleado en Afganistán.

La ruptura de Turquía con Israel llegó al año siguiente de abordaje de la flotilla, cuando Naciones Unidas hizo público su informe sobre el asunto. No ahorraba críticas al desempeño de Israel ante el desafío de la flotilla activista, pero establecía que el bloqueo naval de Israel a la Franja de Gaza se atenía al derecho internacional marítimo y que los soldados israelíes se habían visto requeridos a usar la fuerza para protegerse ante la violencia empleada contra ellos. El embajador de Israel en Turquía fue expulsado y la cooperación militar anulada en septiembre de 2011, cuando el Gobierno de Israel se negó a pedir disculpas.

Al poco tiempo, las Fuerzas Armadas turcas se encontraron con problemas para volar y mantener los aviones sin piloto IAI Heron sin asistencia israelí. La recepción de los últimos ejemplares del contrato y su puesta a punto había sido llevada a cabo por técnicos israelíes en Turquía de forma discreta. Tras la ruptura de relaciones, Ankara decidió el desarrollo de un modelo con tecnología local sustituto del Heron, pero con menos prestaciones. Además, las malas relaciones perjudicaron las posibilidades de negocio en terceros países vendiendo conjuntamente los programas de modernización desarrollados en Israel para las Fuerzas Armadas turcas.

Más importante para Turquía resultó la entrega de los cuatro aviones de alerta temprana y control desarrollados a partir del avión comercial Boeing 737. Aunque el aparato y el radar principal, montado sobre el avión, eran de manufactura estadounidense, ciertos equipos de guerra electrónica eran fabricados por la empresa israelí ELTA. En 2013, con intermediación estadounidense, ELTA los entregó a Turquía. Una vez más, los intereses militares turcos primaron sobre otras consideraciones.

Las necesarias relaciones entre Turquía e Israel, desarrolladas durante este tiempo de forma discreta, permitieron mantener los canales abiertos, lo que ha posibilitado el llegar a las negociaciones que hemos conocido recientemente. El contenido del acuerdo ha sido adelantado y consiste en cinco puntos.

1) Israel pagará 20 millones de dólares a las familias de los 10 fallecidos en el Mavi Marmara.

2) Ambos países normalizarán relaciones e intercambiarán embajadores.

3) El Parlamento turco aprobará una ley que retirará las reclamaciones judiciales contra los militares israelíes implicados en el abordaje del Mavi Marmara.

4) Ankara limitará la actividad de la organización palestina Hamás en territorio turco.

5) Ambos países avanzarán su cooperación en materia energética.

El último punto del posible acuerdo podría llegar a ser el más relevante. En la última década Israel ha confirmado el gran potencial comercial de dos grandes campos de gas natural en la cuenca mediterránea: Tamar y Leviatán. Su explotación convertirá a Israel en exportador de energía. Hasta la fecha, Grecia y Turquía han cortejado a Israel. Turquía aspira a ser un gran nodo energético, aparte de que tiene una creciente demanda interna. La rivalidad con Rusia e Irán en Siria cierra a Turquía ambos mercados, mientras que la guerra en Siria ha paralizado el proyecto del Gasoducto Árabe, que conectaría Egipto con Turquía vía Jordania y Siria. Ya en 2013 el ministro turco de Energía defendió un acuerdo turco-israelí con el argumento de que la mejor conexión con Europa del gas israelí sería un gasoducto vía Turquía.

Los intereses estratégicos de Turquía en el campo energético han sido el motor de la reconciliación con Israel. Un ejemplo más del espléndido aislamiento regional en que vive Israel.