El autócrata ruso, Vladímir Putin, ha anunciado el retorno de “la mayor parte” de los militares de su país desplegados en territorio sirio.
Damasco ha negado cualquier discrepancia con el líder ruso y fuentes del Gobierno sirio aseguran que la decisión de Putin ha contado con el acuerdo de Bashar al Asad.
Las cancillerías occidentales sostienen, sin embargo, que el movimiento de Moscú pretende obligar al dictador sirio a aceptar una negociación política con la oposición para poner fin a la guerra.
El ministro de Exteriores iraní, Javad Zarif, ha insistido desde Australia, donde se encuentra de visita oficial, en que las pruebas de misiles realizadas por su país no violan las resoluciones internacionales y, por tanto, están dentro de la legalidad.
Zarif ha asegurado que dichos test están dentro de los límites de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada días antes del acuerdo nuclear suscrito por Teherán con las potencias mundiales.
Respecto al hecho de que los cohetes lanzados tengan capacidad de portar cabezas nucleares, Zarif ha dicho que no existe riesgo para la comunidad internacional, dado que Irán, en virtud del referido acuerdo nuclear, no puede desarrollar ese tipo de armamento.
Fuentes del Pentágono han corroborado el fallecimiento del jerarca del Estado Islámico, considerado el responsable de Defensa de la organización terrorista liderada por el sedicente califa Bagdadi.
Omar al Shishani, nombre real del criminal, murió como consecuencia de un ataque aéreo de la coalición internacional liderada por EEUU en el noreste de Siria.
Se llamaba Abdel Salam Aid al Batniyi, tenía 36 años y era miembro de las Brigadas de Izedín al Kasam, brazo armado de Hamás.
La organización terrorista se ha referido a la muerte de al Batniyi como un «accidente laboral”.