Contextos

Mahmud Abás, dictador perpetuo, es el verdadero ocupante del pueblo palestino

Por Basem Eid 

Mahmud Abás Autoridad Palestina elecciones
"Es hora de que la nación palestina llegue a un nuevo acuerdo con Israel y la comunidad internacional, aboliendo el régimen dictatorial de Abás y la OLP y concediendo en su lugar a nuestro pueblo lo que realmente merece: paz con dignidad junto a nuestro vecino, el Estado judío de Israel"

2023: otro año, un asombroso decimonoveno año del interminable mandato presidencial de cuatro años de Mahmud Abás, que comenzó el 9 de enero de 2005. Bajo su régimen cleptocrático, la gobernanza de mi Margen Occidental natal se ha convertido en lo que el observatorio de la democracia Freedom House describe como «[un lugar] sin un Legislativo funcional (…) [La Autoridad Palestina (AP)] gobierna de forma autoritaria [e] incurre en actos de represión contra periodistas y activistas que presentan opiniones críticas sobre su gestión».

Si quiere hacerse una idea de la libertad intelectual y de prensa que rige en los predios de Abás, tenga en cuenta que la Ley de Delitos Electrónicos (ECL), promulgada por el propio Abás en 2013, «prescribe fuertes multas y largas penas de prisión para una pluralidad de delitos vagamente definidos, entre los que se cuenta la publicación o difusión de material crítico con el Estado, que perturbe el orden público o la unidad nacional o dañe los valores familiares y religiosos.» ¿Cómo caímos millones de palestinos bajo el control de este tirano y cómo podemos recuperar nuestra libertad?

En 1993, el Gobierno israelí, en busca de la paz, entregó el control de los residentes palestinos en Gaza y la Margen Occidental a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), notorio grupo terrorista responsable del asesinato de atletas olímpicos israelíes y de escolares, así como del secuestro de cruceros y aviones. A Isaac Rabin y Simón Peres, israelíes bienintencionados pero ilusos, que compartieron el Premio Nobel de la Paz de 1994 con el cerebro del terror de la OLP, Yaser Arafat, cabría repetirles aquella reprimenda de Winston Churchill a Neville Chamberlain: 

Se le dio a elegir entre la guerra y el deshonor: eligió el deshonor y tendrá la guerra.

En 2000 y de nuevo en 2001, el Gobierno israelí hizo generosas ofertas para una paz permanente que habrían creado un Estado palestino independiente en Gaza, la Margen Occidental y Jerusalén Este. En lugar de ello, Arafat optó por la guerra. Durante cinco años horribles, terroristas armados por las principales facciones palestinas, incluida la facción Al Fatah (que significa «Conquista») fundada por Arafat, masacraron a un millar de civiles israelíes e hirieron a miles más en una campaña de atentados suicidas. Tras esos sangrientos años, el mundo respiró aliviado cuando Arafat pasó a mejor vida y dejó el poder en manos de su lugarteniente Mahmud Abás, también conocido como Abu Mazen.

El alivio no duró mucho. Aunque Abás fue elegido para un mandato completo que comenzó en 2005 y en 2006 se celebraron elecciones legislativas, desde entonces no se han vuelto a celebrar comicios generales de ningún tipo. En 2018 Abás desmanteló formalmente la Asamblea Legislativa Palestina y en 2019 abandonó la Constitución de la AP, sustituyéndola por la de la organización terrorista OLP, que sigue bajo su completo control. En 2021 canceló preventivamente las elecciones que él mismo había convocado, y en 2022 adoptó una resolución en la que ordenaba al Comité Ejecutivo de la OLP, que él mismo encabeza, que reestructurase las instituciones de la AP. Lo que queda del gobierno civil de la AP en la Margen es una dictadura absoluta bajo el control exclusivo de Abás, que cuenta 87 años.

Durante estos más de 18 años, la paz ha eludido la región principalmente por la obstinación personal de Abás. En 2008 rechazó una tercera oferta de paz por la que Israel habría renunciado al control de la Ciudad Vieja, donde se encuentra el lugar más sagrado para la fe judía, el Monte del Templo. Bajo su mandato, la educación pública y los medios de comunicación palestinos han normalizado totalmente e incluso están saturados de antisemitismo, a menudo con llamamientos explícitos a la violencia contra los judíos. Las declaraciones y discursos públicos de Abás hacen recaer toda la responsabilidad de la paz en Israel, como escribió sucintamente Jonathan Greenblatt, de la Anti-Defamation League: 

El planteamiento de Abás debe ser rechazado por la comunidad internacional, no sólo por su parcialidad contra Israel, sino porque recicla las viejas ideas que han atrapado a los palestinos en el bucle estéril de deslegitimar a Israel en vez de pugnar por alcanzar un compromiso.

Más de dos millones de palestinos viven bajo el poder tiránico de la AP de Abás en la Margen Occidental, entre ellos yo y muchas de las personas que más me importan. Abás es el verdadero ocupante de nuestras ciudades y de nuestra patria, no nuestro futuro socio, Israel, que siempre ha tenido una mayoría a favor de la paz, ni Benjamín Netanyahu, un dirigente que ha apoyado explícitamente la idea de un Estado palestino siempre que Israel mantenga los controles de seguridad necesarios.

Abás no nos ha ofrecido ni democracia ni independencia, pero seguimos siendo un pueblo libre. Es hora de que la nación palestina llegue a un nuevo acuerdo con Israel y la comunidad internacional, aboliendo el régimen dictatorial de Abás y la OLP y concediendo en su lugar a nuestro pueblo lo que realmente merece: paz con dignidad junto a nuestro vecino, el Estado judío de Israel.