Tras la protagonizada por islamistas radicales y cristianos coptos durante la Pascua, Egipto vive otra grave crisis religiosa. Al Azhar, una de las instituciones de enseñanza religiosa más respetadas del mundo para los musulmanes suníes, se enfrenta a los Hermanos Musulmanes y a los radicales que tratan de hacerse con su control. Al Azhar, con más de mil años de antigüedad, es la mayor autoridad islámica de Egipto y una de las que gozan de mayor difusión e influencia en el mundo suní. Históricamente independiente y actualmente alejada de los islamistas en el poder, conserva su capacidad para desafiar, por medio de sus interpretaciones más moderadas y plurales, la versión que del islam ofrecen los Hermanos Musulmanes.
Los Hermanos y varios grupos salafistas están presionando para que se expulse a la máxima autoridad de la célebre universidad, el gran imán Ahmed al Tayeb. La polémica comenzó el 1 de abril, cuando se produjo una misteriosa intoxicación alimentaria en el campus que afectó a cientos de estudiantes. Los Hermanos Musulmanes y varios estudiantes islamistas comenzaron a pedir la dimisión de Al Tayeb, sirviéndose de la intoxicación como excusa. Las presiones fueron en aumento e incluyeron la celebración de concentraciones en el propio despacho del gran imán, lo que constituye un desafío sin precedentes a una figura que tradicionalmente ha sido muy respetada.
El Dr. Ahmed al Tayeb, Su Excelencia el Gran Imán Jeque de Al Azhar, según la denominación que oficialmente le corresponde, es un erudito de la propia universidad. Está considerado por gran parte de los mil millones de suníes que hay en el mundo como la más alta autoridad en pensamiento islámico suní y en jurisprudencia islámica en general. Además, posee un doctorado por La Sorbona, y pretende mantener Al Azhar como una institución que promueva un islam tolerante que admita la pluralidad interna y que acepte la tolerancia hacia los no musulmanes. Defiende la independencia de su institución tanto del Estado como de cualquier influencia política o ideológica.
Hasta la revolución iraní y la llegada del proselitismo wahabista, de Al Azhar surgían más pensadores liberales que islamistas. Eruditos como el imán Mohamed Abdu, a finales del siglo XIX, o Alí Abdul Raziq, en la década de 1920, realizaron inestimables aportaciones a la evolución del pensamiento ilustrado y de la política liberal en Egipto.
Si los Hermanos Musulmanes, los salafistas o cualquier otra organización política controlaran Al Azhar, ésta se transformaría de centro de enseñanza académica en instrumento de una ideología política que distorsiona el islam, al tiempo que continuaría dando forma al pensamiento musulmán. Sería casi imposible desafiar el discurso de esta noble institución, por muy retorcido que fuera, dado su histórico papel en el mundo suní.
El alcance de la influencia de Al Azhar en el pensamiento suní no se limita a Egipto. Es la única institución religiosa pan-suní que sobrevivió a la caída del Califato (1924). Sus estudiantes, graduados y líneas de enseñanza se hallan allí donde se encuentren comunidades suníes, desde Estados Unidos a Libia, pasando por Sudáfrica o Indonesia. Alumnos de más de 110 países pueblan sus aulas cairotas. Quienquiera que la controle dominará su red global y se beneficiará de su legitimidad. Esto podría colocar el islam a merced de las extensas redes de las versiones más radicales del wahabismo y el salafismo, o de instituciones locales más pequeñas en cada país o comunidad suní. Como consecuencia de ello, no existiría ninguna voz global del sunismo que se opusiera a interpretaciones erróneas, no plurales e intolerantes del islam.
Para los egipcios, Al Azhar es más que una entidad religiosa. Con sus más de diez siglos de vida, es la institución más longeva del país, tras la Iglesia Copta. Políticamente desempeñó un importante papel tras la invasión otomana del siglo XVI, cuando eruditos azharíes eligieron al gobernador del Imperio en Egipto, disposición que equilibró las relaciones entre Estambul y El Cairo.
Al Azhar siguió siendo una entidad independiente que elegía a su propio líder hasta la dictadura de Gamal Abdel Naser. En 1961 fue declarada institución estatal y su gran imán pasó a ser elegido entre sus sabios por el presidente de la República. Al nacionalizarla, Naser pretendía limitar el poder y la independencia de sus eruditos. Desde entonces ha perdido gran parte de su independencia, y los grandes imanes elegidos se han visto involucrados en la agenda política de los presidentes del país. Durante la época de Naser, el gran imán proporcionó cobertura islámica al socialismo, mientras que en los 90, con Mubarak, apoyó la privatización y declaró que la nacionalización no eran islámica. Durante las últimas tres décadas, Al Azhar se ha visto en una difícil situación, tratando de maniobrar entre las presiones del régimen y las de los islamistas mientras intentaba mantener una relativa autonomía.
Pese a todo, los intelectuales azharíes y sus partidarios han seguido exigiendo independencia. De hecho, la reforma de Al Azhar era una de las principales exigencias de la revolución de 2011. Los miembros de la institución esperaban recuperar su independencia y el derecho a elegir a su propio líder. Argumentaban que la forma de avanzar no era el sometimiento al control de los Hermanos Musulmanes, los salafistas, los socialistas, los liberales o el propio régimen, sino la apuesta por una independencia inmune a la política y por la seguridad financiera, conseguida por medio de donaciones.
El intento de los islamistas por controlar Al Azhar ha originado una reacción extraordinaria. Toda clase de egipcios no islamistas, cristianos coptos incluidos, están apoyándola, a ella y a sus líderes, para evitar que los Hermanos Musulmanes se hagan con su control.
El 5 de mayo, en lo que supuso un repentino cambio de postura, una delegación del partido Nur y otros líderes salafistas visitaron al gran imán y manifestaron su apoyo a los dirigentes de Al Azhar y a su independencia. Puede que se dieran cuenta de que una universidad independiente es mejor para ellos que una en manos de los Hermanos Musulmanes, pues éstos podrían emplearla como arma y utilizarla en su contra. Los salafistas pueden estar tratando de evitar que se repita la misma situación que cuando la Hermandad se sirvió de ellos para hacerse con el poder, para acto seguido marginarlos.
Los Hermanos Musulmanes y los salafistas afirman que pretenden reformar Al Azhar. Sin embargo, el ataque al gran imán ha hecho que, irónicamente, la toma del poder por los islamistas sea más difícil. Los sabios y estudiantes azharíes se están volviendo ahora más vigilantes respecto a los islamistas, y algunos consideran que ésta pueda ser una oportunidad para contrarrestar la influencia que éstos han ido logrando en la institución durante los últimos treinta años.
La caída de Al Azhar en manos de la Hermandad o de otros islamistas supondría un importante golpe para la moderación y la tolerancia en el islam. Sin embargo, si la universidad logra recuperar su independencia, será un paso adelante para la convivencia y el pluralismo. El domingo 12 de mayo, mientras eruditos salafistas y de los Hermanos Musulmanes debatían si era o no pecado felicitar la Pascua a los coptos, el gran imán fue a felicitar en persona al papa Tadeo (Tawadros) II. Cuando éste, durante la misa, transmitió la felicitación del presidente Morsi, obtuvo silencio como respuesta, pero al mencionar la visita y buenos deseos del gran imán la iglesia entera prorrumpió en una larga y entusiasta ovación. Ésa es la auténtica Al Azhar, una fuerza de tolerancia y progreso que crea armonía en la sociedad, no una de intolerancia y oscuridad que lleva división y miseria.