Hace dos semanas, en Alepo estallaron violentos enfrentamientos entre diversos grupos rebeldes y las fuerzas del régimen, en los que, al parecer, resultaron muertos 25 combatientes progubernamentales y 16 de la oposición. Como consecuencia de los combates, los rebeldes recuperaron el control de una serie de localidades estratégicas del norte de Alepo. Otros enfrentamientos –encabezados por Ahrar al Sham, un potente grupo islamista– tuvieron lugar en las montañas de Yabal al Akrad, al noroeste de Latakia, y causaron bajas en ambos bandos y la pérdida de diversas poblaciones por fuerzas partidarias del régimen. Además ha habido un significativo aumento de ataques aéreos gubernamentales sobre zonas controladas por los rebeldes en todo el país, en un intento de ganar terreno durante la tregua. Por otra parte, Yaish al Islam también anunció que al menos 15 soldados del régimen resultaron muertos cuando trataban de avanzar en la zona oriental de Guta, a las afueras de Damasco.
Aunque anteriormente ya se había violado el alto el fuego en diversos puntos del país, los recientes acontecimientos señalan la existencia de una seria amenaza al actual y frágil cese de las hostilidades. “Con los combates en el este de Guta, a los que se suma ahora la escalada en el sur de Alepo, puede que estemos asistiendo al fin oficial del cese de hostilidades”, comentaba Charles Lister, miembro del Middle East Institute, en un tuit sobre los últimos movimientos militares en Siria.
El alto el fuego parcial, el primero de este tipo en los cinco años de conflicto sirio, fue ideado por Estados Unidos y Rusia y entró en vigor el 27 de febrero. El acuerdo exigía que las diversas facciones en conflicto interrumpieran verdaderamente cualquier ataque entre ellas. Sin embargo, se excluía explícitamente al ISIS y al Frente al Nusra, contra los que podían seguir las acciones militares. Rusia no se comprometió a interrumpir sus ataques aéreos sobre Siria, pero insistió en que su objetivo eran grupos terroristas. Todas las partes acordaron respetar el plan ruso-estadounidense, pero se reservaron el derecho a responder en caso de ser atacadas. Se creó una fuerza de trabajo conjunta integrada por Estados Unidos, Rusia y otros países para supervisar el alto el fuego y actuar en caso de incumplimiento. Además, el acuerdo incluía medidas para reanudar el reparto de ayuda humanitaria a todas las zonas del país.
El alto el fuego en Siria ha demostrado ser más efectivo y duradero de lo esperado, pues ha reducido la violencia y, al parecer, el número de víctimas en todo el país de forma significativa desde su entrada en vigor. Ha permitido que muchos sirios se manifiesten de forma pacífica y desempeñen sus actividades cotidianas con seguridad. “Dudaba de que el alto el fuego pudiera durar siquiera unos días. Me alegro de haberme equivocado, porque ahora mucha gente se siente más segura. Pueden manifestarse, ir de paseo con sus hijos o incluso volver a mandarlos al colegio”, comenta el activista y maestro Mohamed, del norte de Alepo.
Según diversos grupos que controlan el alto el fuego, el régimen ha aprovechado la ambigüedad del mismo para atacar zonas controladas por los rebeldes, debido a que en todo el país el Frente al Nusra está mezclado con otros grupos de la oposición. De acuerdo con un reciente informe de la Red Siria para los Derechos Humanos (RSDH), 129 personas murieron y se documentaron más de 896 infracciones desde el inicio del acuerdo de cese de hostilidades; la mayoría de ellas fueron cometidas por fuerzas partidarias de Asad.
Los recientes enfrentamientos armados sobre el terreno suponen la mayor amenaza hasta la fecha para el alto el fuego, dado que, a diferencia de anteriores escaramuzas aisladas, han dado lugar a nuevas conquistas de territorio. Según el informe de la RSDH, la mayoría de las infracciones cometidas por el régimen han sido ataques aéreos, descargas de artillería y disparos de francotiradores en zonas controladas por la oposición armada. Ello indica que el propósito de la mayor parte de los incumplimientos de la tregua por el régimen sirio ha sido causar víctimas y crear disturbios, no conquistar territorio. Es fácil salir impune de estos ataques aislados, porque son aleatorios y encajan con la estrategia de castigo colectivo empleada por Asad a fin de sembrar el terror entre la población civil. Sin embargo, los recientes ataques son más sistemáticos y pretenden nuevas conquistas de territorio, lo que viola claramente el alto el fuego.
El hecho de que esas infracciones se hayan producido de manera simultánea en diversas zonas del país, como Alepo, Latakia y la zona rural de Damasco, señalan el amplio descontento que reina entre los grupos armados. Según Wael, activista en los medios de comunicación del norte de Alepo, la tensión ha ido en aumento en el sur de Alepo en las últimas semanas, mientras las fuerzas partidarias del régimen han aumentado sus bombardeos y actividades militares:
Aunque la situación era más tranquila que antes, Asad ha seguido bombardeando a los civiles. Hace dos días hubo 14 ataques aéreos sobre la localidad de Deir al Asafir, al este de Guta: murieron 31 civiles y decenas resultaron heridos. Hemos estado informando de estas infracciones, pero nadie hace nada para detenerlas.
Además, las recientes violaciones del alto el fuego se producen tras el anuncio del mes pasado de que Rusia iba a retirar parcialmente sus fuerzas de Siria, y de una serie de informaciones sobre nuevos envíos de armamento para los grupos rebeldes. Noticias sin confirmar procedentes de activistas locales indican que se habría entregado un nuevo cargamento de armas a diversos grupos de la provincia de Alepo. Charles Lister ha recibido “inquietantes noticias de que las fuerzas de la oposición en el norte de Siria podrían estar preparándose para reanudar las hostilidades tras llegar a la conclusión de que las conversaciones de paz de Ginebra fracasarán”.
El cese parcial de hostilidades ha reducido el nivel de violencia en Siria, pese al gran número de infracciones. Por tanto, hay una urgente necesidad de que las potencias mundiales, es decir, Estados Unidos y Rusia, se ocupen de las actuales violaciones antes de que toda la tregua se venga abajo. El alto el fuego entró en vigor contra todo pronóstico porque había una enorme voluntad política para ello. Por tanto, que siga o no adelante indicará cuán decididas están las potencias mundiales a resolver el conflicto sirio.
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© Versión en español: Revista El Medio