El estadounidense Mitchell G. Bard, autor del imprescindible Mitos y realidades de Israel, ha elaborado esta lista de puntos que el elector norteamericano habría de tener en cuenta a la hora de dilucidar si un candidato a la Casa Blanca es o no amigo del Estado de los judíos.
1. Contactos estrechos. El presidente no debería salir con sorpresas de ningún tipo sobre Israel, como el llamamiento de Obama a una congelación [de la construcción en los] asentamientos que incluía Jerusalén. La relación [entre EEUU e Israel] es más efectiva cuando ambos países mantienen contactos estrechos y continuos.
2. Las críticas, mejor en privado. Si el presidente tiene un problema con alguna medida israelí, tiene el teléfono del primer ministro y puede expresarle su preocupación directamente. (…) Bill Clinton es el modelo en este punto; Obama, su exacto opuesto.
3. Compromiso con la seguridad de Israel. Los enemigos de Israel no deben tener la menor duda de que EEUU respalda a Israel y le procurará asistencia si es preciso. EEUU debe seguir comprometido con el mantenimiento de la superioridad cualitativa de Israel en el ámbito militar.
4. Comprensión del vecindario de Israel. Como recuerda con frecuencia el primer ministro Netanyahu, Israel está en Oriente Medio, no en el Medio Oeste. Es crucial que el presidente reconozca la amenaza que representan para Israel el terrorismo, el islam radical y las ambiciones nucleares de Irán. (…)
5. Reconocimiento de los riesgos asociados a las concesiones israelíes. Israel anhela desesperadamente la paz con sus vecinos y consistente y persistentemente ha ofrecido compromisos en un esfuerzo por alcanzarla. Israel no puede –y no lo hará– ceder a las presiones para que capitule ante las demandas palestinas simplemente para que el mundo pueda lavarse las manos en este asunto. El presidente debe asimismo entender que Israel sólo puede asumir riesgos en pro de la paz si aquél cumple con los criterios 3 y 4.
6. Reconocimiento de que la paz no puede hacerse en Washington. (…) Todos los presidentes sienten la necesidad de ofrecer un plan de paz, pero todos ellos en fracasado (…) Si el presidente cumple el criterio 4, debe entender que los palestinos han de aceptar el Estado judío y que la incitación y el terrorismo deben acabar para que haya alguna esperanza de alcanzar la paz.
7. Apoyo en la ONU. Israel padece una mayoría automática que promueve la agenda palestina y condena sus políticas. (…) Con su [derecho de] veto, EEUU tiene un gran poder en el Consejo de Seguridad, e Israel y el resto del mundo deberían saber que el presidente no dudará en usas ese poder para impedir la adopción de resoluciones que injustamente señalen a Israel, traten de imponerle un acuerdo determinado o reconozcan el Estado palestino en ausencia de un acuerdo de paz bilateral.
8. Condena del terrorismo. El presidente debe condenar la incitación y el terrorismo contra Israel o los judíos con independencia de su origen, sea Irán, Hamás, Hezbolá, el ISIS o cualquier otra organización u Estado patrocinador del terrorismo. Israel y EEUU deben estar hombro con hombro en la lucha inflexible contra el islam radical y otras fuentes de terror (…)
9. Empatía. El presidente no puede ver a Israel como otro país más. La relación con Israel es especial y precede al establecimiento del Estado [judío].