Acaban de cumplirse cien años de la única visita de Winston Churchill a lo que por aquel entonces era el Mandato Británico de Palestina, que se inició el 24 de marzo de 1921 y se prolongó por espacio de ocho día, en los que el célebre estadista inglés dejó cumplidas muestras de su simpatía por la causa sionista (atemperada, eso sí, por la preocupación que le suscitaba la cuestión de la convivencia en un mismo territorio de árabes y judíos).
“Mi corazón rebosa de simpatía por el sionismo”, dijo durante su visita al Monte Scopus, en el lugar donde se alza actualmente la Universidad Hebrea de Jerusalén. “El establecimiento de un Hogar Nacional Judío en Palestina será una bendición para todo el mundo”, afirmó. En el transcurso de esa ceremonia, Churchill plantó un simbólico árbol, que ha recuperado Lee Pollock en este breve reportaje.
“La causa del sionismo tiene mucho de lo que es bueno para todo el mundo, no sólo para el pueblo judío”, afirmó el célebre primer ministro británico; “traerá prosperidad y desarrollo a la población árabe”.
“Todo aquel que vea el trabajo que se lleva a cabo en las colonias judías quedará impactado por la enorme productividad que consiguen del terreno más inhóspito”, manifestó también, admirado de la monumental labor de vergelización del desierto que estaban acometiendo los halutzim (pioneros).