Con gran fanfarria, Arabia Saudí anunció la semana pasada la conformación de una coalición de 24 países islámicos para combatir el terrorismo. Suena bien. Pero en un examen más detenido esa coalición parece tan consistente como helado dejado a la intemperie en el tórrido Desierto Arábigo.
De los 34 países que supuestamente conforman la coalición, Pakistán y el Líbano han dicho que nunca han acordado sumarse a ella. Indonesia dice que aún se lo está pensando y Malasia ha descartado desempeñar cualquier rol militar. Un Estado conocido como Palestina está en la lista: ¿se trata de la Margen Occidental controlada por Hamás o la Gaza controlada por Hamás? Sea como fuere, Palestina ha estado profundamente implicada en el patrocinio de ese mismo terrorismo que se supone va a combatir la coalición.
Lo mismo puede decirse de Arabia Saudí, que ha extendido por todo el mundo la ideología wahabí que inspira a tantos terroristas. Hay pocas dudas de que Riad quiere combatir verdaderamente a las organizaciones terroristas islamistas que considera una amenaza, pero eso no elimina las sospechas de que tácitamente coopera con otras organizaciones terroristas, como el Frente Al Nusra en Siria y Al Qaeda en la Península Arábiga, a las que ve como el mal menor frente a los aliados de Irán (Bashar al Asad y los huzis, respectivamente).
Es harto asombroso ver, entre los países de la lista, a Somalia, Libia y el Yemen, que de hecho no tienen Estado funcional alguno. ¿Cómo pueden haberse unido a una coalición internacional contra el terrorismo, si ni siquiera pueden controlar su propio territorio? Otros Estados, como Egipto, Nigeria y Túnez, están demasiado ocupados combatiendo el terrorismo en casa como para contribuir a esfuerzo alguno fuera. Por supuesto, en esa lista no hay rastro de Estados musulmanes controlados por chiíes -Siria, Irak e Irán-, a los que Arabia Saudí considera el enemigo del bloque suní. Pero, hey, al menos están las Islas Comores. En los cuarteles generales del ISIS están temblando.
De hecho, incluso si los miembros de esta coalición tuvieran capacidades que aportar, no se les demandaría nada más que formar parte de la misma. «La coalición no impone compromisos específicos a sus miembros», refiere el comunicado de prensa saudí.
Así pues, ¿qué ha llevado a los saudíes a publicitar esta inofensiva coalición? Un exdiplomático saudí sugiere que, para los saudíes, «esta coalición puede ser una reacción a lo que ellos perciben como una muy poco efectiva campaña internacional (bajo liderazgo norteamericano) contra el ISIS, que a sus ojos carece de decisión y estrategia y desecha los dos factores principales que han permitido expandirse al ISIS: el brutal trato de Bashar al Asad a la mayoría suní de Siria y el apoyo iraní a las milicias chiíes en Irak, Siria, el Líbano y el Yemen«.
Sin duda es procedente, pero anunciar vastas coaliciones sin capacidades no llenará el vacío en la lucha contra el ISIS y el imperio iraní, los males gemelos que se expanden por el Medio Oriente. El único remedio sería que EEUU hiciera más uso de su liderazgo, y eso no significa el «bombardeo masivo» de Siria e Irak, como algún candidato presidencial mal informado sugiere. EEUU necesita hacer una mayor contribución política y militar a fin de movilizar fuerzas sustanciales de guerrilleros suníes capaces de expulsar al ISIS de los territorios que ha conquistado. Aunque algunas facciones iraquíes han hecho avances con ayuda americana, se trata de una iniciativa que no va a adquirir la envergadura precisa. Hasta entonces, el ISIS e Irán seguirán repartiéndose la región, y Arabia Saudí seguirá siendo impotente para detenerlos.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio