Desde que Rusia empezara a redoblar su agresión a Ucrania (recordemos que no ha cesado desde que le invadiera territorios por primera vez en 2014), el ministro de Exteriores de Israel, Yair Lapid, se ha encargado de hacer el papel de policía bueno. Mientras el primer ministro Bennett era el designado para contentar a Moscú y evitaba condenar o siquiera nombrar a Rusia, Lapid mostraba su rechazo a la invasión e intentaba salvar el honor de Israel ante Ucrania y los países del mundo libre. Ahora Lapid ha anunciado que Israel votará a favor de condenar a Rusia en la ONU para ponerse “del lado correcto de la Historia”. “Tenemos una obligación moral”, ha añadido el ministro, que ha explicado una vez más las razones de la calculada ambigüedad israelí:
Rusia es la fuerza militar más significativa en Siria, y nuestros mecanismos de cooperación con ellos contribuyen a nuestro firme objetivo de luchar contra el establecimiento de Irán en nuestra frontera norte.
Lapid también ha insistido en que Israel no dejará a ningún judío atrás. Según informó, en estos momentos hay en Ucrania unos pocos miles de israelíes y unos 180.000 ucranianos de origen judío con derecho a pedir la nacionalidad israelí. Desde que Putin lanzara el jueves su guerra de conquista contra Ucrania, las embajadas de Israel en la región ya han extraído a miles de judíos y de israelíes a través de las fronteras con Polonia, Moldavia, Rumanía y Eslovaquia. Israel también ha enviado a la zona equipos de médicos y 100 toneladas de ayuda humanitaria.
Pese a los esfuerzos por explicarla y contrarrestarla con ciertos gestos y el envío de ayuda, la postura israelí sobre lo que pasa está lejos de satisfacer a Ucrania. Según le ha dicho el embajador de Ucrania en Israel, Yevgen Korniychuk, al experto en Rusia y Ucrania de Haaretz Sam Sokol, el presidente Zelensky esperaba más de Israel. Korniychuk también se ha quejado de que Israel sólo se haya brindado a acoger refugiados judíos: “Es una locura”. Ucrania y algunos líderes de opinión israelíes, como Anshel Pfeffer, de Haaretz, han escrito que Israel tiene más influencia sobre Rusia de lo que da a entender y que debería utilizarla. Ante la insistencia de Ucrania, Israel se ha vuelto a ofrecer estos días a Rusia como mediador.
Una de las voces más influyentes de Israel en materia de derechos humanos y espacio ex soviético es el ex preso sionista de conciencia Natan Sharanski. Sharanski pasó nueve años en cárceles soviéticas por proclamar abiertamente su sionismo y no renunciar a su exigencia de emigrar a Israel. En una entrevista con el Times of Israel, Sharanksi ha dejado claro que “no es por cobardía que Israel esté buscando evitar irritar a Putin”. “Estamos en una situación en la que, debido a la debilidad de Occidente, Putin tiene las llaves del cielo en nuestra región; para protegernos de Irán, de las bases militares que Irán establecería [al lado de la frontera de Israel con Siria], necesitamos buenas relaciones con Rusia”, ha explicado. Sin embargo, el ex preso de conciencia considera que “estamos también ante un momento crítico, ante un momento no táctico, sino estratégico”, demasiado importante para que Israel guarde silencio. Putin, sostiene Sharanski, “busca cambiar todo el orden internacional de después de la II Guerra Mundial, en el que un vecino más fuerte no puede quitarte la libertad”. Su actitud es “un desafío al mundo libre” que sólo podrá pararse con “la absoluta solidaridad del mundo libre”.
Sharanski no cree que Israel pueda seguir manteniendo una posición de ambivalencia: “Cuando la ONU vote para sancionar a Rusia, ¿lo apoyaremos? ¿Seremos los que rompen las sanciones?”. Sharanski también ha dicho que su opinión es minoritaria en Israel, donde una mayoría parece dar primacía a la realpolitik sobre la claridad moral. “Los israelíes que no están de acuerdo conmigo no son cobardes”, declaró Sharanski, que recordó la validez de sus argumentos.
Hace unos días, el magnate ruso-israelí Roman Abramovich anunciaba una donación multimillonaria a Yad Vashem. Yad Vashem ha pedido ahora que Abramovich quede fuera de las listas de oligarcas rusos cercanos a Putin contra los que se aplican sanciones. Abramovich ha viajado a Bielorrusia para participar, a petición de Ucrania, en las negociaciones de Kiev con el invasor ruso.