Las maquinarias propagandísticas rusa e iraní no paran de fomentar las teorías conspirativas.
Erigir instituciones duraderas y confiables es crucial para imponerse al terrorismo.
Si los suníes temen ser objeto de limpieza étnica, antes o después surgirá un ‘ISIS 3.0′.
El mayor patrocinador estatal del terrorismo internacional es el último país en el que deberíamos confiar.
Debería desaparecer para que los kurdos, suníes y chiíes que lo integran sigan caminos separados.
Los grupos de combatientes tribales de Irak y Siria no confían en Estados Unidos y no lucharán contra el Estado Islámico.
Ignorar el papel y los intereses de la República Islámica en la región podría condenar de antemano al fracaso la guerra contra el terrorismo.
Un nuevo Gobierno sin Maliki no implica que se resuelvan mágicamente los problemas del país, pero es un paso en la buena dirección.
Aunque constituya una seria amenaza, no hay que mitificar la capacidad del grupo terrorista.
La historia del partido chií iraquí revela que el nuevo primer ministro del país y su antecesor probablemente tengan más en común de lo que se cree.