La compañía de refrescos ha decidido plantar cara al Gabinete Netanyahu en defensa de los 74 palestinos que tiene en nómina, y que perderán sus puestos de trabajo si Jerusalén no les renueva el permiso laboral, que les vence a finales de este mismo mes.
«No estamos dispuestos a permitir que la burocracia israelí determine el futuro de 74 personas», ha declarado el dircom de la empresa, Maayán Nave. «Estamos dsipuestos a defender a nuestros trabajadores y luchar». De hecho, se están planteando suspender la producción de su factoría, radicada en el Néguev y en la que trabajan judíos, beduinos y palestinos, si la situación no se resuelve positivamente.
SodaStream cobró gran relevancia internacional hace un par de años, cuando fue objeto de una vasta campaña de acoso por parte del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), movimiento antiisraelí que pretende convertir al Estado judío en un paria internacional. Finalmente, hubo de cerrar su planta de Maale Adumim, en los territorios en disputa, donde empleaba a más de 500 palestinos, y trasladarse al interior de las fronteras israelíes internacionalmente reconocidas, concretamente al Néguev.