Revista de Prensa

Salvini, con Israel y contra el antisemitismo (el pardo y el rojo)

 

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El controvertido político italiano ha mantenido una entrevista con Eldad Beck, de Israel Hayom, en la que ha denunciado la demonización de que son objeto figuras de la derecha como él mismo, Donald Trump o Benjamín Netanyahu, así como la dejadez de la UE a la hora de hacer frente al antisemitismo y la tremenda responsabilidad de la izquierda en la legitimación de la israelofobia. Asimismo, ha asegurado que si llegara ser primer ministro, Italia reconocería a Jerusalén como capital de Israel.

P: Setenta y cinco años después de la liberación de Auschwitz, ¿por qué estamos nuevamente experimentando un auge del antisemitismo en Europa?
R: Creo que tiene que ver con el fortalecimiento del extremismo islámico y del fanatismo en los últimos años. Lo más importante es que esto está conectado con el hecho de que algunos medios y académicos están movilizados contra Israel, y crean un odio a Israel con el que se justifica el antisemitismo.

P: Pero se nos dice que el antisemitismo está relacionado con el auge de nuevos partidos de extrema derecha en Europa.
R: Hay antisemitismo de extrema derecha y antisemitismo de extrema izquierda, que es el que está institucionalizado. (…) De todas formas, estoy seguro de que la causa principal del antisemitismo presente es el gran número de musulmanes que hay en Europa.

P: Usted ha sido acusado de tener contacto con organizaciones políticas antisemitas. ¿Cuál es su reacción?
R: [En la Liga] no tenemos la menor relación con esas organizaciones (…) Quienes profesan el antisemitismo neonazi y neofascista son nuestros enemigos, como lo son quienes profesan el antisemitismo de la izquierda y el Islam radicales. Combatir a quienes proclaman que los judíos son los nazis de nuestro tiempo es una obligación.

[…]

P: Dice que el odio a Israel es un crimen peligroso. ¿Qué podemos hacer para que la UE lo entienda y se sume a la lucha?
R: (…) He estado nueve años en el Parlamento Europeo y puedo decir que las instituciones comunitarias –y para qué hablar de la ONU– no son amigas de Israel. El Parlamento Europeo tiene actualmente una mayoría que no es amiga de Israel. (…) Quienes quieren eliminar el Estado de Israel deberían saber que tienen en nosotros un enemigo. Israel es un aliado, y así debería enseñarse en las escuelas y las universidades.

P: Cuando sea primer ministro, ¿reconocerá Italia a Jerusalén como capital de Israel?
R: Sí, por supuesto.

P: ¿Debería la UE proscribir el BDS por ser un movimiento antisemita?
R: Sí.

En Bloomberg, Kori N. Schake, del American Enterprise Institute, afirma que el agresivo islamismo expansionista de Erdogan está condenando al aislamiento a una Turquía ya considerada una amenaza por buena parte de los actores regionales.

Hoy cuesta creerlo, pero hubo un tiempo, hace sólo un decenio, en que Turquía describía su doctrina de política exterior como ‘tener cero problemas con nuestros vecinos’. Desde entonces, Ankara ha quemado sus naves con Israel por la Flotilla de la Libertad a Gaza; enfurecido a Egipto por criticar acerbamente el golpe del general Abdelfatah al Sisi y apoyar a los Hermanos Musulmanes; roto con Siria por respaldar a los rebeldes anti Asad (y, más recientemente, invadir el noreste del país y repatriar refugiados a la fuerza) y tenido problemas con Arabia Saudí y Emiratos por alinearse con Qatar [contra el embargo decretado por Riad y Dubai contra Doha].

Ahora, Turquía está procurando asistencia militar directa al Gobierno de Libia, mientras que Emiratos y Egipto –así como Rusia– respaldan al ejército rebelde del general Jalifa Haftar. (…)

Si acaso, la política exterior turca parece hoy en día diseñada para agravar los problemas con todos sus vecinos.

¿Cómo se ha llegado a esto? (…) La respuesta es que Erdogan viene buscando activamente hacer avanzar la causa del islam político, tanto en Turquía como en el exterior. Lo que le alinea con Qatar y le pone en contra de la mayoría de los demás países árabes, sobre todo de Arabia Saudí, Egipto y Emiratos.

[…]

Esta trayectoria doméstica [de debilitamiento y pérdida de apoyos] tiene su paralelo en la política exterior turca, que se ha ido haciendo más islamista y militarista con la debilitación del poder político de Erdogan.

[…]

La sufrida Libia se ha convertido en el campo de batalla de una guerra subsidiaria sobre el papel del Islam en la política mesoriental. Y no es probable que Turquía o los Estados regionales que se le oponen vayan a renunciar a sus objetivos.

En EEUU acaba de celebrarse el Martin Luther King Jr. Day, fiesta nacional que homenajea cada tercer lunes de enero al insigne campeón de los derechos civiles. Aprovechando la ocasión, el profesor Martin Kramer ha escrito un artículo donde denuncia la apropiación que el propalestinismo israelófobo está haciendo de una figura que jamás dio ocasión para ello.

No pasa un año sin que alguien trate de asociar el nombre de Martin Luther King a la causa palestina. Lo que resulta especialmente chocante, porque mientras estuvo vivo nadie albergaba demasiadas dudas al respecto. Así, el difunto Edward Said, el más destacado pensador palestino de su tiempo, dijo en una entrevista fechada en 1993: “Con la emergencia del movimiento por los derechos civiles, a mediados de los años 60, y especialmente en 1966-67, muy pronto me revolví contra Martin Luther King, que se reveló un sionista tremendo y solía hablar afectuosamente en defensa de Israel, sobre todo en 1967, tras la guerra [de los Seis Días]”.

(…) A Luther King no le faltaron oportunidades para condenar a Israel mientras estuvo vivo, durante los veinte años transcurridos entre 1948 y 1968. En cambio, lo que hizo fue ensalzarlo.

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¿Qué pensaría Luther King hoy de Israel? Es una pregunta fútil. El caso es que pensaba bien del Israel de aquel entonces, cuyos sus defectos no eran muy inferiores y sus virtudes no muy superiores a las del Israel de hoy. Lo de si merecía ser considerado “un sionista tremendo”, como denunciaba Said, es una cuestión de perspectiva y definición. Pero convertirlo en un valedor de Palestina es una afrenta a la Historia.