Contextos

Rabat busca en Moscú un contrapeso a Occidente

Por Jesús M. Pérez 

Mohamed VI.
"Esta nueva era de relaciones ruso-marroquíes refleja la búsqueda marroquí de nuevos apoyos en sus relaciones exteriores, mientras la cuestión del Sáhara Occidental se ha mostrado un obstáculo en la normalidad de las mismas"

En 1786 Marruecos se convirtió en el primer país árabe, africano y musulmán en reconocer diplomáticamente a los Estados Unidos. Ambos países han mantenido tradicionalmente buenas relaciones y fueron aliados durante la Guerra Fría, en la que Washington buscaba un contrapeso en el Magreb a Argelia, aliada de Moscú.

En el siglo XXI, Argelia ha mantenido la delantera en la pugna por la hegemonía militar regional. En 2006 firmó con Rusia un multimillonario contrato de venta de armas –con acuerdos paralelos en materia de hidrocarburos– que reforzó sus fuerzas armadas en tierra, mar y aire. Marruecos procuró mantener el tren de la carrera armamentística con dos grandes contratos con Washington: por un lado, el de la compra de 24 cazabombarderos F-16C/D Block 52+, por valor de 2.400 millones de dólares, en 2008; por otro, el de la compra de 200 carros de combate M-1A1SA Abrams de segunda mano, por valor de 1.015 millones, en 2015. El refuerzo de las capacidades militares marroquíes se completó con la compra de una fragata clase Fremm a Francia y tres corbetas clase Sigma a Holanda. En resumen, Marruecos buscó en Occidente  proveedores para sus FFAA.

Recientemente la relaciones exteriores de Marruecos pasaron por una crisis diplomática con Francia, resuelta a principios de 2015, para entrar en una nueva fase convulsa. Así, el pasado mes de diciembre el Tribunal General de la Unión Europea anuló el acuerdo comercial agrícola entre la UE y Marruecos por incluir el Sáhara Occidental. Los siguientes movimientos marroquíes se pueden entender como respuesta.

Mohammed VI realizó una visita de dos días a Rusia el pasado mes de marzo. El rey marroquí no realizaba una visita a Rusia desde 2002. En Moscú se reunió con el presidente Putin. Uno de los objetivos de la visita fue reforzar los vínculos económicos entre ambos países. Marruecos trata de aprovechar las sanciones de la UE a Rusia, que incluye un veto a las exportaciones agrícolas europeas, para aumentar las suyas. De hecho, frutas, vegetales y productos pesqueros son las principales exportaciones marroquíes a Rusia.

Asimismo, Rabat busca atraer más turistas rusos: en la actualidad, unos 40.000 visitan el reino cada año; el objetivo marroquí es atraer a 200.000 para 2018. Las agencias de viajes rusas buscan  destinos alternativos a Egipto y Turquía como consecuencia de la violencia terrorista yihadista, que ya saldó en 2015 con la muerte de todos los ocupantes de un avión ruso que volvía de la Península del Sinaí.

Pero sin duda el resultado más importante de la visita real a Moscú fue la firma de un acuerdo para un acercamiento estratégico, junto con otros de orden energético que incluyen el suministro de gas natural licuado, la creación de infraestructura gasística, la exploración de hidrocarburos y la construcción y explotación de centrales eléctricas. También son relevantes otros acuerdos firmados de índole técnico-militar, además de la habitual declaración conjunta contra el terrorismo internacional.

La industria de defensa rusa busca abrir mercado en Marruecos. Ya en 2013 ofreció la venta de un submarino clase Amur 1650. Un intento de venta que se reiteró en 2015 y del que se volvió a hablar tras la visita del rey marroquí a Moscú. La venta de un solitario submarino tendría como objetivo proporcionar experiencia en el empleo de un sistema de armas novedoso para la Marina Real Marroquí y servir de primera fase de una futura flotilla de submarinos marroquíes.

Esta nueva era de relaciones ruso-marroquíes refleja la búsqueda marroquí de nuevos apoyos en sus relaciones exteriores, mientras la cuestión del Sáhara Occidental se ha mostrado un obstáculo en la normalidad de las mismas. A Rabat se le abrió otro frente diplomático tras la visita en marzo del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a los campos de refugiados saharauis, donde habló de “ocupación”. En este contexto, cobra relevancia el apoyo ruso a la posición marroquí sobre el Sáhara Occidental. Y muestra que Moscú maniobra a fin de ocupar los espacios que Occidente va dejando en el mundo árabe.