Ante los planes del fabricante norteamericano de vender aviones a Teherán, Jonathan Schanzer y Amir Toumaj, de la Foundation for Defense of Democracies, recuerdan el abrumador historial de sobornos, estafas y agresiones del régimen de los ayatolás contra los que han tratado de hacer negocios con ellos. La conclusión de los autores es tajante.
Las compañías estadounidenses deberían saber más. Los riesgos financieros de tratar con Irán están bien claros. Irán está en el puesto 130 de 168 países en el índice de corrupción de Transparencia Internacional. La Guardia Revolucionaria Iraní, la guardia pretoriana de ese régimen patrocinador del terrorismo, controla cerca del 35% de la economía formal y ejerce una influencia significativa también en el mercado negro.
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Si las empresas como Boeing aún no están disuadidas, el Congreso está ya dando pasos para asegurarse de que lo estén. La Casa de Representantes aprobó el 8 de julio una medida que prohíbe al Tesoro usar fondos para autorizar una licencia que permita la venta de aviones a Irán y otra que asegura que Irán no recibirá préstamos de instituciones financieras de EEUU para adquirir aviones.
Pero el Congreso no debería tener que intervenir. Los peligros de hacer negocios en Irán deberían ser evidentes. Compradores (y vendedores), tengan cuidado.
Elliott Abrams, del Council on Foreign Relations, trae a colación un informe de la inteligencia alemana que pone el foco en los incumplimientos de Teherán, lo que pone de relieve, aún más, la inacción de la Casa Blanca.
“La agencia alemana de inteligencia dice en su informe anual que Irán mantiene un esfuerzo ‘clandestino’ para buscar tecnología nuclear ilícita y equipamiento [procedente de] compañías alemanas”, [según reporta Fox]. Los hallazgos de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, el equivalente germano del FBI, fueron recogidos en un informe de 317 páginas la pasada semana.
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Irán no solo está siendo más agresivo desde la firma del acuerdo –en Irak y Siria, por ejemplo, o en sus ciberataques contra EEUU–, sino que además está haciendo trampas. ¿Y cuál es la reacción de la Administración Obama y demás animadores del acuerdo? No están haciendo nada.
A raíz de la reciente visita del ministro egipcio de Exteriores, Sameh Shukry, a Israel, David Makovsky, del Washington Institute, destaca la trascendencia de las cada vez más estrechas relaciones entre El Cairo y Jerusalén para una eventual resolución del conflicto palestino-israelí.
Si el presidente de la Autoridad Palestina no ha tenido problema en rechazar las llamadas de Netanyahu para retomar las conversaciones [de paz] (…), meter a Egipto en la foto eleva el coste de cualquier rechazo. El Cairo ha sido tradicionalmente un valedor de la Autoridad Palestina, por lo que no sería sencillo para Abás rechazar el llamamiento a una cumbre organizada por Sisi, especialmente después de que Shoukry visitara Ramala el pasado 29 de junio. Algunos informes han especulado incluso con que Sisi podría reunirse en público con Netanyahu (…).