Así comienza la carta que Asia Bibi, la joven pakistaní condenada a muerte por blasfemia, ha dirigido al Sumo Pontífice, en la que le pide que rece por ella.
Te ruego: reza por mí, por mi salvación y por mi libertad. En este momento sólo puedo encomendarme a Dios, que es el omnipotente, aquel que todo lo puede.