Sus posiciones deberían causar inquietud no sólo a los judíos británicos, a los diplomáticos israelíes y a sus colegas sensatos del Partido Laborista, sino a la sociedad británica y a la europea.
Son muchos los elementos que comparten estos enemigos de las democracias liberales.
Al dictador sirio no lo frenan sus patronos (Rusia e Irán) y recibe asistencia de Corea del Norte.
Los cristianos no pueden permanecer ambivalentes ante un mal de extraordinaria gravedad.
El sanguinario tirano sirio no tuvo jamás la menor intención de deshacerse de su arsenal químico.
El islamismo turco es demasiado suní y iraní, demasiado chií. Lo lógico es que choquen.
Washington debe impedir que se produzca un baño de sangre y que Hamás se haga con el poder.
La lucha contra esta Internacional Tiránica requiere creer en lo que solía denominarse «el mundo libre».
¿Qué hacen los terroristas musulmanes cuando no andan matando a ‘infieles’ y no musulmanes? Muy sencillo: empiezan a matarse entre ellos.
La compañía germana Krempel, ‘conmocionada’.