La idea es poner a los capos terroristas permanentemente a la defensiva.
Los ‘arabistas’ norteamericanos insisten en sus fracasadísimas recetas.
Son muchos los que quieren no una solución de dos Estados sino la aniquilación del único Estado judío del planeta.
El líder de Israel Beitenu ha hecho bien en plantar cara a Netanyahu.
Su virulento discurso lo descalifica para liderar de nuevo el país.
¿Y quién lo mató? El ‘moderado’ Ruhaní.
Abogan por la conformación de una coalición regional para hacer frente al neo-otomanismo del autócrata turco.
«Cada cierto tiempo, los partidos concurren a las elecciones y, al final, siempre gana Netanyahu» (Boaz Bismuz).
El Estado judío es un país soberano lo suficientemente maduro, ducho y valeroso como para trazar su propio rumbo.
El partido de Rabín y Peres ha sucumbido ante el fracaso de su proyecto estrella: los Acuerdos de Oslo.