Hablar de ‘judaizar’ Jerusalén es adoptar el lenguaje del antisionismo, no el de la paz.
El hecho de que el mundo siga tolerando este doble rasero se debe en parte al deseo de apaciguar al islam y a los terroristas musulmanes.
Si alguien está violando la santidad de la Mezquita de Al Aqsa son los propios palestinos.
La paz es imposible mientras os dirigentes palestinos sigan excitando el antisemitismo y la israelofobia.
Lo último que ha de hacerse es recompensar la intransigencia del liderazgo palestino.
La estructura que comunica el Muro Occidental con la Puerta de los Marroquíes, en un estado alarmante.
Hamás es un movimiento armado palestino creado en 1987 como violenta escisión de la Hermandad Musulmana local.
El caudillo octogenario no tiene la menor intención de someterse al veredicto de las urnas.
Ante el público árabe despliega hostilidad hacia Israel, pero entre bambalinas trabaja contra Netanyahu junto con los rivales políticos del primer ministro israelí.
Quienes se preocupan por la libertad religiosa y la preservación de los santos lugares deberían extraer las lecciones pertinentes de lo que está sucediendo en Turquía.