El rey Abdalá es un soberano moderado, moderno e inteligente. Pero sin el apoyo israelí, su futuro y el de su país serán inestables.
El hecho de que el mundo siga tolerando este doble rasero se debe en parte al deseo de apaciguar al islam y a los terroristas musulmanes.
Islamabad no deja de demostrar que no es un aliado fiable.
Ante el público árabe despliega hostilidad hacia Israel, pero entre bambalinas trabaja contra Netanyahu junto con los rivales políticos del primer ministro israelí.
Los últimos veinte años han modificado radicalmente el panorama regional.
La mayoría de los observadores jamás imaginaron que podrían ser testigos de un momento tan promisorio.
Clérigos fanáticos instilan el miedo entre los musulmanes de Oriente Medio.
Sólo Arabia Saudí parece haberse tomado en serio la amenaza.
Los árabes israelíes tienen una calidad de vida que ya quisieran para sí los palestinos.
Se han hartado de mantener a quienes no dejan de ultrajarlos.