Claudia Rosset escribe en la web de la Fundación para la Defensa de las Democracias el relato de su encuentro con el fiscal argentino en Nueva York en 2009 y lo presenta como un experto en las actividades ilegales de Irán en América.
Lejos de constituir un caso aislado, el ataque terrorista perpetrado por agentes iraníes contra la sede de la AMIA en Buenos Aires en 1994 fue tan sólo un jalón en una trayectoria bien estudiada por Teherán.
La investigación de Nisman comenzó con el ataque terrorista de Buenos Aires, también conocido como caso AMIA (el acrónimo para la Asociación Mutual Israelita Argentina). Pero a medida que profundizó en la investigación, descubrió que las ténicas utilizadas por Irán para infiltrar agentes en Argentina y establecer la base para el ataque de Buenos Aires era sólo parte de una red que se replicaba a sí misma en países como Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Surinam, Trinidad y Tobago y Guyana.
La red de Guyana tenía un vínculo importante con el hombre que Nisman consideraba el principal arquitecto sobre el terreno del atentado contra la AMIA, el agregado cultural de la embajada iraní en aquel tiempo, Moshen Rabani. La red de Guyana también estuvo involucrada en el complot terrorista de 2007 –frustrado a tiempo por las autoridades estadounidenses– para hacer explotar los conductos y tanques de combustible del Aeropuerto JFK de Nueva York. El hombre en el centro del complot era un antiguo miembro del Parlamento de Guyana llamado Abdul Kadir, que en 2010 fue condenado en un tribunal federal de Brooklyn por conspirar para cometer un ataque terrorista en el aeropuerto JFK y sentenciado a cadena perpetua.
Este reportaje del servicio de noticias en español de la BBC explica todas las claves del atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, cuya investigación recayó posteriormente en el fiscal Nisman, muerto el pasado domingo en extrañas circunstancias.
En enero de 2013, después de varios rumores publicados en la prensa, Cristina Fernández anunció la firma un «memorando de entendimiento» con el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, para lograr avanzar en la investigación que determinara si funcionarios iraníes investigados tenían responsabilidad en la causa AMIA.
Parte del acuerdo incluyó la creación de una «Comisión de la Verdad», que entre otras cosas –según el Gobierno argentino– permitiría que funcionarios judiciales pudieran interrogar a algunos de los iraníes acusados y estipulaba la colaboración de Irán para esclarecer la autoría del atentado.
Sin embargo, el acuerdo aprobado por el Congreso fue declarado inconstitucional en Argentina, mientras que nunca logró aprobarse en el Parlamento iraní.
David Horovitz, que conoció bien al fiscal argentino por sus entrevistas durante los años en que investigó el atentado de la AMIA, hace aquí una semblanza del jurista destacando su tenacidad, valentía e inteligencia.
Nisman consiguió identificar, tras años de duras investigaciones, a la cúpula del régimen iraní que ordenó el atentado y al líder de Hezbolá al que se encargó llevarlo a cabo. Su sentido de la justicia, por encima de la venganza, queda también retratado en este obituario de Horovitz, cuya pregunta final todavía no tiene respuesta.
Al escuchar las noticias en la mañana del domingo, no podía dejar de recordar lo que Nisman me dijo en una conversación telefónica en junio de 2013: Teherán ha establecido sus redes terroristas en una estrategia a largo plazo, listas para ser usadas “cuando lo necesiten”. En la misma llamada, advirtió de que las redes terroristas establecidas en primer lugar por Irán en algunos países sudamericanos en los 80 y 90 del siglo pasado seguían en su sitio. A lo largo de su investigación sobre el atentado de la AMIA, Nisman dijo que recibía intermitentes amenazas de muerte, por teléfono y email. “Las remito a las autoridades”, dijo simplemente.
(…)
Lo que resulta particularmente trágico en la muerte de Alberto Nisman en Buenos Aires esta semana, la muerte de un hombre valiente, decente, buscador de la Justicia, un hombre honrado que no podía ser intimidado ni disuadido, es que no habrá nadie de su mismo calibre y con sus arrestos para hacerle justicia.
El diario Al Hayat ofrecía esta semana a sus lectores una entrevista con el jefe del Gobierno iraquí sobre las cuestiones más candentes de la actualidad de la región, como las consecuencias de la presencia del Estado Islámico en amplias zonas de Irak y Siria.
El desplome del Ejército iraquí frente a la amenaza terrorista islamista es, a juicio de Abadi, una de las causas que han llevado al país al caos actual. La posible presencia de tropas iraníes en suelo iraquí es una de las cuestiones más interesantes que el primer ministro de Irak responde ofreciendo su versión.
–Al Hayat: ¿Hay presencia de fuerzas terrestres iraníes en Irak, dado que Irán ha anunciado la muerte de oficiales en su país?
–Abadi: No hay combatientes. No hay luchadores extranjeros en Irak. Hay consejeros iraníes, algunos de los cuales cayeron como resultado de fuego de mortero, especialmente en Samarra.–Al Hayat: Hemos leído en algunos periódicos que Soleimaní [Qasem Soleimaní, comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria] fue herido en la batalla de Samarra.
–Abadi: He escuchado muchos rumores en los medios, pero creo que esto fue negado por Irán. Por otra parte, no hay en estos momentos operaciones militares en Samarra, la última tuvo lugar hace dos semanas. No niego que el hombre [Soleimaní] va y viene de Irak. Todo el mundo lo sabe. Irán está proporcionando servicios en el campo de la cooperación de seguridad con Irak y nosotros agradecemos esta iniciativa.–Al Hayat: Por lo tanto, ¿las noticias no son ciertas, de acuerdo con su información?
–Abadi: Si fueran ciertas, yo habría sido informado por nuestras fuerzas de seguridad, pero eso no ha sucedido.