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Netanyahu: en Oriente Medio, el fuerte sobrevive y... hace la paz

 

He aquí la traducción al español de la alocución que hizo el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, para dar cuenta del acuerdo de paz entre Israel y Emiratos.

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El pasado jueves, junto con el presidente Donald Trump y el jeque Mohamed ben Zayed, anuncié el histórico acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos. Se trata del primer acuerdo de paz entre Israel y un país árabe en 26 años. Y es distinto de sus predecesores porque está basado en dos principios: ‘paz por paz’ y ‘a la paz por el fortalecimiento’. Bajo esta doctrina, a Israel no se le requiere que se retire de territorio alguno, y los dos países cosechan abiertamente los frutos de una paz integral, [en materia de] inversión, comercio, turismo, sanidad, agricultura, protección del medioambiente y en muchos otros campos, incluido el de la defensa, por supuesto.

Esta paz no se ha conseguido luego de que Israel se debilitara a sí mismo retirándose a las líneas de 1967. Sino porque Israel se ha reforzado a sí mismo cultivando la libertad económica, haciéndose fuerte militar y tecnológicamente hablando y combinando ambas fortalezas para alcanzar una influencia internacional inaudita.

Esta potente posición internacional se manifiesta en nuestra disposición a hacer frente a las agresiones iraníes en la región y a sus esfuerzos por obtener armas nucleares. Que nos plantáramos en solitario –y a veces he tenido que hacerlo contra todo el mundo– frente a Irán y el peligroso acuerdo nuclear suscrito con Teherán causó una gran impresión a los líderes árabes de la región.

Ha vuelto a quedar demostrado este simple hecho: la fuerza atrae y la debilidad repele. En Oriente Medio, el fuerte sobrevive y, con su fuerza, hace la paz. A lo largo de los años me he implicado en el cultivo del poderío israelí y desarrollado la doctrina de ‘la paz por la paz’. Y lo he hecho con líderes de los mundos árabe y musulmán.

Este enfoque ha tenido pública expresión en mi reunión con el presidente de Sudán hace unos seis meses, en mis encuentros con experimentados cancilleres árabes en Varsovia hace año y medio, en mi visita pública a Omán hace dos años, invitado por el difunto sultán Qabús. He de deciros que se ha traducido también en una serie de encuentros secretos, de los que no daré detalles.

Este enfoque choca frontalmente con el que sostenía, hasta hace solo unos días, que ningún país árabe llegaría a una paz pública y oficial con Israel si antes no se lograba cerrar el conflicto con los palestinos. A ojos de los palestinos, y de tantos que comparten su visión a lo largo del todo el mundo, era imposible conseguir esta paz sin nuestra capitulación ante las demandas palestinas, que incluyen el desarraigo de comunidades, la división de Jerusalén y la retirada a las líneas de 1967. 

En efecto, esta concepción errónea daba a los palestinos poder de veto sobre la paz entre Israel y los países árabes. Mantenía a Israel y al mundo árabe rehenes de las más extremadas demandas palestinas, lo que ponía al Estado de Israel en auténtico riesgo existencial. En mi opinión, quizás el mayor peligro era que no eran pocos los israelíes que estaban de acuerdo con esas condiciones absurdas. Ya no. La idea de ‘la paz por medio de las retiradas y la debilidad’ ha hecho mutis y sido reemplazada por otra muy diferente: paz genuina, paz por paz, a la paz por medio de la fortaleza. Eso es lo que estamos desarrollando.

Les recuerdo que, bajo el acuerdo actual, Israel no sólo no se retira de un solo metro cuadrado, sino que el plan de Trump incluye, a petición mía, la aplicación de la soberanía israelí sobre vastas porciones de Judea y Samaria.

Fui yo quien insistió en incluir la soberanía en el plan, y éste no ha cambiado. El presidente Trump está comprometido con él y yo me comprometo a negociar sobre esa base. En 2013, en la ONU, dije que durante años muchos creyeron que la paz israelo-palestina conduciría a una más amplia reconciliación entre Israel y el mundo árabe. Y dije que en mi opinión la paz se conseguiría siguiendo la dirección opuesta: la expansión de la reconciliación entre Israel y el mundo árabe podría conducir a la paz israelo-palestina. Asimismo, añadí que, con el fin de lograr la paz, deberíamos mirar no sólo a Jerusalén y a Ramala, también a El Cairo, a Amán, a Abu Dabi, a Riad, etc.

No se trataba de una profecía. Sino de una política persistente y sistemática que lideré y ha llevado años. Gracias a Dios, ya está calando. Veo cómo otros países se nos suman al círculo de la paz. Este cambio histórico hará avanzar la paz con el mundo árabe y, al final, llevará a la paz, a la auténtica paz, una paz monitorizada y segura, con los palestinos.

Me gustaría dar las gracias a quienes, a lo largo de los años, han contribuido a mantener el vínculo con Emiratos Árabes Unidos, especialmente al Mosad. Así como a mi enviado especial para el mundo árabe, el abogado Isaac Moljo, y al Consejo de Seguridad Nacional, encabezado por Meir ben Shabat y su equipo. Doy las gracias a todos ellos.

También quiero hacer un agradecimiento especial al embajador de Israel en EEUU Ron Dermer. Hizo un trabajo extraordinario, con profesionalidad y modestia, junto con el equipo de la Casa Blanca y su colega en Washington el embajador emiratí.

Y, por supuesto, una vez más, quiero expresar mi profunda gratitud al presidente Trump y al jeque Mohamed ben Zayed: la cooperación entre nosotros ha dado lugar a un movimiento histórico de gran importancia para el futuro de Israel y de toda la región.