Partamos de una premisa básica: cualquier líder, por exitoso que sea, sale perdiendo, inevitablemente, cuando se le compara con un padre fundador. Los padres fundadores como Ben Gurión –George Washington, Kemal Atatürk, Mao Zedong…– reciben por lo general una suerte de inmunidad por parte de sus biógrafos y otros agentes de la memoria, y pocas críticas contundentes.
Como Netanyahu aún se desempeña como primer ministro –y presumiblemente seguirá haciéndolo–, sólo se puede hacer una comparación limitada.
El punto de similitud más obvio entre Ben Gurión y Netanyahu es su dedicación casi absoluta a la seguridad de Israel. Aunque la seguridad nacional ha sido un factor clave para todos los primeros ministros israelíes, para aquellos la seguridad existencial fue la preocupación determinante.
Comentario aparte, en este sentido, merece la cuestión nuclear. Ben Gurión se ocupó de ella en cuanto decidió establecer el Estado. Su entendimiento de que, en un entorno tan hostil, Israel no podría mantener su viabilidad a largo plazo sin el elemento disuasorio definitivo se convirtió en clave para el concepto israelí de seguridad nacional.
Durante el mandato de Netanyahu, la condición nuclear de Israel en el inestable Oriente Medio volvió a lo alto de la pirámide en las consideraciones de seguridad.
Ambos líderes estuvieron dispuestos a enfrentarse a presidentes de Estados Unidos en este punto. Los dos vieron un vínculo entre la amenaza nuclear y el Holocausto –aunque puede que quien más incidió en ello fuera Menájem Beguin–.
En el ámbito doméstico también encontramos puntos de similitud. Netanyahu no fue el primero en atacar sin descanso y criticar con dureza a los partidos de la oposición, ni el primero en obstaculizar el desarrollo de un nuevo liderazgo en su propio partido. Ben Gurión lo hizo antes que él. No obstante, hay igualmente algunas claras diferencias entre ambos.
Ben Gurión veía con gran temor el fenómeno del Napoleonchik. En las sociedades de nuevo cuño –en particular después de una revolución–, los generales suelen hacerse con el control del sistema político. Por eso Ben Gurión, un líder que no era joven ni poseía conocimientos militares, se sumergió en el estudio de la teoría militar y asumió el cargo de ministro de Defensa. Para honra de las Fuerzas de Defensa de Israel, su temor resultó infundado. Cuando Netanyahu asumió la cartera de Defensa, la élite del campo de la seguridad ya se había convertido en un factor de moderación en la política de defensa israelí.
Ben Gurión llegó al cargo de primer ministro tras formar parte de la cúpula del Yishuv durante mucho tiempo, un tiempo plagado de desafíos. Ben Gurión llegó a primer ministro tras ser presidente del Comité Ejecutivo de la Agencia Judía –“el Estado en ciernes”– durante 13 años. El camino de Netanyahu a la jefatura del Gobierno fue más corto, y sus funciones públicas previas no fueron tan cruciales como las de Ben Gurión.
La carrera de Ben Gurión se desarrolló en el Partido Laborista, y se nutrió de una cosmovisión socialista. Fue un líder de los trabajadores antes de convertirse en estadista. Netanyahu provenía de un entorno diametralmente opuesto, y siempre intentó aplicar el enfoque capitalista a la economía israelí.
Por último, mientras que el primer primer ministro de Israel tenía un gran temor a una mayoría árabe en la Tierra de Israel y por eso accedió a dividirla, Netanyahu no está precisamente por la labor de una nueva partición.
Desde una perspectiva histórico-política, sabemos que David ben Gurión no se retiró como primer ministro en el apogeo de su poder. De hecho, ningún primer ministro israelí lo ha hecho, más bien al contrario.
No es fácil ser primer ministro en el Estado de los judíos: en esto, Netanyahu y Ben Gurión seguro que estarían de acuerdo.
© Versión original (en inglés): BESA Center
© Versión en español: Revista El Medio