Contextos

Netanyahu, Abás y la iniciativa de Kerry

Por Jonathan Schanzer 

John Kerry.
"La mera perspectiva de unas renovadas negociaciones plantea riesgos tanto para el presidente palestino, Mahmud Abás, como para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu"

El secretario de Estado, John Kerry, anunció el viernes que, tras seis viajes a Oriente Medio, había logrado convencer a israelíes y palestinos para establecer “una base” sobre la que retomar las conversaciones diplomáticas.

El anuncio supone una significativa victoria para Kerry, que ha invertido buena parte de capital personal en sus esfuerzos. Pero la mera perspectiva de unas renovadas negociaciones plantea riesgos tanto para el presidente palestino, Mahmud Abás, como para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Netanyahu fue reelegido en enero tras una campaña que apenas abordó la cuestión palestino-israelí. Su Gabinete está centrado principalmente en la seguridad regional, especialmente en la amenaza que supone Irán. A Tzipi Livni, ministra de Justicia, le correspondieron las impopulares competencias palestinas, y pocos esperaban de ella que desempeñara un papel activo. De hecho, la prensa israelí filtró a principios de este año comentarios de la dirección del Shin Bet (la agencia de seguridad interna), en los que se llegaba a la conclusión de que Abás no tenía poder para llevar a cabo negociaciones serias, y mucho menos para llegar a un acuerdo por cuenta de los palestinos.

De forma análoga, no está claro si los miembros de la coalición de Netanyahu, dominada por el bloque Likud-Beitenu, de tendencia derechista, estarán dispuestos a aceptar las recomendaciones de su líder cuando afrontan la perspectiva de tener que hacer dolorosas concesiones territoriales y de soberanía en la Margen Occidental y en Jerusalén.

Por su parte, Abás ha pasado la mayor parte de los últimos años advirtiendo a los palestinos de que la era bilateral ya ha pasado, y ha centrado en cambio sus esfuerzos en lograr el reconocimiento unilateral para el “Estado de Palestina” en las Naciones Unidas. Últimamente ha estado amenazando con tratar de que Palestina sea aceptada en el Tribunal Penal Internacional para adoptar medidas punitivas contra los israelíes. Al parecer, miembros clave de la Organización para la Liberación de Palestina, el cuerpo encargado de la toma de decisiones que ha sido la fuerza impulsora tras la campaña unilateral de Abás, están en contra de que se retomen las negociaciones.

Por otra parte, está la espinosa cuestión de la reconciliación palestina. Al impulsar las conversaciones de paz, Kerry ha frustrado el diálogo entre la OLP y Hamás, la violenta facción que se opone categóricamente a negociar con los israelíes. Abás necesitará justificar este cambio a los palestinos, que expresan sistemáticamente su deseo de ver unificadas la Margen Occidental y la Franja de Gaza bajo un mismo liderazgo político.

Las políticas domésticas de ambos bandos serán las que determinen el éxito de la iniciativa de Kerry. En los primeros días, el secretario de Estado deberá ser muy sensible a estas consideraciones. Si presiona demasiado y demasiado deprisa, las desavenencias políticas internas pueden condenar a su iniciativa antes de empezar.

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