Revista de Prensa
Morsi se planta ante los militares
El rais ha afirmado que va a seguir con su propio plan para la «reconciliación nacional» sin tener en cuenta las exigencias contenidas en el ultimátum del Ejército. En una declaración leída ayer en la televisión nacional, el establishment castrense advritió de que adoptará las medidas que considere necesarias para «atender las demandas del pueblo» si el presidente islamista no es capaz de hacerlo en 48 horas.
Por otro lado, esta mañana el ministro de Exteriores, Mohamed Kamel Amr, ha presentado su dimisión al primer ministro, Hisham Qandil, con lo que ya son seis los ministros que han pedido abandonar el Ejecutivo en los últimos días. Hasta el momento, el primer ministro no ha aceptado ninguna de ellas.
El secretario general de la ONU ha mandado un mensaje al pueblo egipcio en el que apela a la tolerancia y la coexistencia pacífica para resolver democráticamente las diferencias entre partidarios y opositores del Gobierno.
Ban Ki Moon ha condenado la violencia registrada en las últimas fechas y resaltado la importancia de Egipto para la estabilidad de la zona.
Los quince sujetos detenidos están acusados de posesión ilegal de armas de fuego y de haber utilizado las mismas este fin de semana contra manifestantes contrarios al presidente Morsi.
Un camión bomba ha hecho explosión esta mañana en la entrada a unas instalaciones de la Alianza en Kabul destinadas al aprovisionamiento de suministros. La explosión ha destrozado parte del muro exterior de las instalaciones y acabado con la vida de cinco militares y dos civiles afganos.
El terrorista fue detenido en Jalalabad, momentos antes de que hiciera explosionar el chaleco bomba que llevaba adosado al cuerpo. Tras la detención, un miembro del equipo de artificieros se encargó de la desactivación del explosivo, mientras el terrorista estaba en el suelo, reducido.
Los criminales irrumpieron en los domicilios de las víctimas en Al Mashahda, 40 kilómetros al norte de Bagdad, y, tras llevárselos detenidos, los asesinaron.
Los asesinados habían pertenecido a los Consejos de Salvación, milicias suníes que colaboraban con la Policía en la persecución de los miembros de Al Qaeda.
