Contextos

Los jóvenes revolucionarios, un reto para Sisi

Por Maged Atef 

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"Durante la época de Mubarak resultaba prácticamente imposible insultar o criticar al presidente, pero ahora la gente se ha acostumbrado a ejercer su derecho a la libertad de expresión. ¿Cómo podrá tratar Sisi, que procede del disciplinado y jerárquico mundo militar, con estos activistas?"

Las recientes elecciones presidenciales egipcias fueron un enfrentamiento puramente formal entre el exministro de Defensa Abdul Fatah al Sisi y su solitario rival, Hamdín Sabahi. Dado el amplio apoyo del que goza Sisi, su, al parecer, decisiva victoria electoral no resulta sorprendente. Sin embargo, pese al resultado y al hecho de que muchos egipcios parecen considerar su salvador al mariscal retirado, hay fuerzas locales que supondrán una amenaza para su nueva Administración, sobre todo la juventud revolucionaria.

Actualmente, hay tres grupos diferentes que integran las fuerzas dominantes en las calles egipcias: individuos vinculados al régimen del expresidente Hosni Mubarak; varias facciones islamistas; y los jóvenes revolucionarios.

Por ahora, Sisi no afronta ninguna amenaza por parte de los dos primeros grupos. Las instituciones estatales y la élite empresarial que apoyaban a Mubarak han expresado claramente su respaldo, ya que consideran a Sisi un “hombre de Estado”.

Por su parte, las fuerzas islamistas del país, sobre todo los salafistas y Al Gamaa al Islamiya, han apoyado en buena medida a Sisi desde el 30 de junio y se han puesto de parte del Gobierno en su represión de los Hermanos Musulmanes.

El tercer grupo, la juventud revolucionaria, probablemente cuestione al presidente electo egipcio. Pese a que su número total de activistas no es elevado (algunos miles, como mucho), es bien sabido que su peso, o “la molestia que suponen”, como dijo un representante de las fuerzas de seguridad, superan en mucho las crudas cifras.

Redes sociales como Facebook y Twitter son su vivero: allí los activistas pueden reunirse y debatir virtualmente, y animar a otros segmentos de población políticamente activos, como estudiantes universitarios, que, a su vez, son catalizadores de protestas y manifestaciones.

Controlar o, al menos, contener a estos individuos, será una tarea difícil para el nuevo régimen. Durante la época de Mubarak resultaba prácticamente imposible insultar o criticar al presidente, pero ahora la gente se ha acostumbrado a ejercer su derecho a la libertad de expresión. ¿Cómo podrá tratar Sisi, que procede del disciplinado y jerárquico mundo militar, con estos activistas?

En mi opinión, tiene dos opciones:

Personalmente, creo que Sisi elegirá la segunda de estas opciones, ya que la represión y el puño de hierro sólo provocarían más tensión y violencia en Egipto. Pero todo esto es mera especulación. Nadie sabe lo que pretende hacer el nuevo presidente para recuperar el control de las inquietas calles egipcias, y los jóvenes revolucionarios menos que nadie.

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