Revista de Prensa

Lieberman, bueno para Israel

 

AVIGDOR LIEBERMAN (2)

Gregg Roman, director del Middle East Forum, defiende que el nombramiento del polémico líder de Israel Beitenu como ministro de Defensa es un acierto y que Lieberman, lejos de ser el ogro que pintan sus enemigos, es un pragmático con unos planteamientos profundamente arraigados en la sociedad israelí.

El núcleo de las creencias de Lieberman se enmarca en principios de sentido común que aceptan la mayoría de los israelíes. Lieberman ha expresado su apoyo al establecimiento de un Estado palestino al lado de Israel como parte de una solución definitiva, pero también sostiene, como puso de manifiesto en el Saban Forum de 2006, que el proceso de negociación está fundamentado en tres asunciones fundamentalmente erróneas: que el conflicto palestino-israelí es el principal factor de inestabilidad en Oriente Medio, que el conflicto es territorial y no ideológico y que la creación de un Estado palestino basado en las fronteras de 1967 pondrá fin al problema.

Como ha sufrido en persona la pobreza, al haberse criado en la URSS, Lieberman ha hablado elocuentemente sobre la necesidad de afrontar las deplorables condiciones socioeconómicos en que viven los palestinos. Esta es, en parte, la razón por la que lleva tiempo clamando por el derrocamiento del régimen de Hamás en Gaza, que para Netanyahu, el exministro de Defensa Moshé Yaalón y el resto del ‘establishment’ político y militar israelí es un problema gestionable.

The Jerusalem Post editorializa sobre el contenido de un reciente informe que pone de manifiesto las carencias del Estado judío a la hora de trabajar por tener una mejor imagen pública, que le están pasando factura en la confrontación con el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), que busca su marginación internacional.

Ha llegado el momento de replantearse la estrategia de diplomacia pública de Israel para enfrentarse a desafíos aparentemente insuperables.

Los pasos necesarios que hay que dar incluyen la designación de un ministro de Exteriores a tiempo completo, un aumento de la presencia exterior de Israel, la utilización de diplomáticos profesionales y la coordinación bajo un solo departamento de los diferentes esfuerzos para mejorar la imagen exterior del país.

No podemos erradicar los prejuicios, pero sí podemos hacer una mejor labor a la hora de mostrarlos como lo que son.

La analista política Judith Bergman contrasta la cobertura mediática del caso del individuo que portaba un cuchillo y fue abatido por la Policía de Nueva York con los que tienen por escenario Israel y los territorios en disputa en el marco de la denominada Intifada de los Cuchillos.

Si llega a tener lugar en Israel y el hombre no se hubiera llamado Gary Conrad, sino Mohamed, y no hubiera sido simplemente un bribón borracho sino un terrorista dispuesto a matar judíos, la indignación internacional se habría volcado torrencialmente sobre la portada del medio más modesto y la boca de todo fabricante de opinión que se precie. La sentencia de la «fuerza desproporcionada» habría sido emitida y todo periodista respetable habría preguntado por qué tuvo Israel que matar al hombre –disparándole no unas cuantas sino nueve veces–, en lugar de simplemente neutralizarlo disparándole en las piernas o en los brazos para llevarlo luego al hospital.