Así se titula este interesante artículo de Benjamin Weinthal, escrito con ocasión del 80º aniversario del fallecimiento del célebre personaje, “que desempeñó un papel crucial como oficial británico en la derrota del Imperio otomano en el corazón del mundo islámico” y que vio con abierta simpatía la pujante empresa sionista, algo mucho menos conocido en todo el mundo.
“(…) sus colonias [las de los judíos sionistas trasladados al futuro Estado de Israel] son puntos brillantes en el desierto”, [escribió T. E. Lawrence]. (…) Lawrence hizo de mediador entre el hachemita príncipe Faisal, que posteriormente sería rey de Irak, y Jaím Weizmann, posteriormente presidente de Israel. El objetivo de Lawrence, según él mismo escribió, era asegurar que “las líneas políticas de los árabes y los sionistas convergieran en un futuro no muy lejano”.
La desbaazificación acometida tras el derrocamiento de Sadam Husein (2003) dejó descabezadas a las Fuerzas Armadas iraquíes. Muchos de los represaliados se pasaron a las filas de la insurgencia contra las tropas norteamericanas. El teniente general estadounidense Mark Hertling explica para la cadena CNN otras razones añadidas para entender la falta de combatividad de la que el actual Ejército iraquí está siendo acusado.
“Si pierdes toda confianza en el liderazo”, dice Hertling, “es extremadamente difícil reconstruirlo”.
“Creo que los soldados iraquíes están confusos acerca de por qué están luchando”, dice Marina Ottawai, una académica de alto nivel en el programa para Oriente Medio del Centro Woodow Wilson. “Tú puedes estar bien entrenado y tener el equipamiento que necesitas y no importa si no tienes claro cuál es tu objetivo”.
Si eres suní y has visto la clase de favoritismo del Gobierno de Al Maliki ¿por qué ibas a confiar en que el nuevo Gobierno de Haidar al Abadi, también chií, no cubrirá los puestos militares con cargos políticos [chiíes]?
“Muchos suníes no están convencidos de que el Estado Islámico sea peor que el Gobierno”, dice Ottaway. “No deberíais subestimar el resentimiento de los suníes hacia Bagdad”.
Esa es la conclusión a la que han llegado las autoridades iraquíes, que denuncian el excesivo empeño que, a su juicio, pone la Casa Blanca en evitar víctimas civiles cuando lanza un bombardeo contra posiciones del grupo terrorista.
El Estado Islámico tiene sus cuarteles generales en la ciudad de Raqa, en el este de Siria. Uno de ellos es un campo de fútbol en el que se cree que puede haber un gran número de prisioneros, de ahí el rechazo norteamericano a actuar con mayor contundencia.
Los analistas de la Inteligencia americana han identificado siete edificios en el centro de Raqa (…) como los (…) cuarteles generales del Estado Islámico, pero los edificios no han sido tocados durante los 10 meses que dura la campaña aérea aliada.
(…)
Los aviones de combate americanos y aliados están equipados con el armamento aéreo más preciso que existe, pero los mandos americanos dicen que no están atacando objetivos significativos y obvios por temor a matar civiles accidentalmente. Matar a esos inocentes daría a los militantes un gran golpe propagandístico y desalentaría a las tribus locales suníes -cuyo apoyo es crucial para expulsar a los militantes- y a los países árabes suníes que forman parte de la frágil coalición liderada por EEUU.
La cadena británica BBC publica un documentado reportaje en el que, con elementos gráficos, explica los términos de la reciente de conquista de Ramadi por parte del grupo terrorista. Washington ha lamentado la caída de la capital de la provincia de Anbar y ha acusado al Ejército iraquí de falta de combatividad. Sin embargo, para los expertos consultados por la BBC hay otras causas que también han influido en esa derrota.
Barack Obama había indicado previamente que el EI no estaba ganando, que sus victorias eran un «revés táctico».
Pero tal como señala el corresponsal en asuntos de seguridad de la BBC, Frank Gardner, «la incómoda realidad es que la coalición tampoco está ganando».
Con cada victoria y cada avance el EI se acerca a convertirse en un Estado funcional, dice Gardner.
Y esto, agrega, es una señal del fracaso de algunas de las potencias mundiales que se embarcaron en la cruzada contra ellos.
«Me parece que la estrategia de la coalición contra el EI siempre ha sido algo inexistente», dice Charlie Winter, analista del Quilliam, un centro de estudios contra el extremismo con sede en Londres.
«Desde el principio se dedicó a bombardear las posiciones del EI con la esperanza de matar a algunos de sus líderes, acabar con algunas unidades de artillería, esas cosas», agrega.
«Pero aparte de eso, ha sido un sonado fracaso».