He escrito anteriormente sobre el Frente Polisario, un culto autoritario, vestigio de la Guerra Fría, financiado por el régimen militar argelino como instrumento contra Marruecos. El Departamento de Seguridad Nacional estadounidense clasifica al Frente como grupo terrorista. Sus dirigentes pretenden ocultarse bajo una máscara de legitimidad anticolonialista, afirmando que luchan por un Estado saharaui en el Sáhara Occidental, antigua colonia española ahora autónoma bajo control marroquí. Eso les basta a muchos periodistas de izquierda y académicos progresistas para apoyarlos, e incluso el presidente Obama se hizo una foto con uno de los autocráticos líderes del Frente, pero lo cierto es que sus bases son escasas y disminuyen cada día.
Aunque el Polisario se imagina dirigiendo un Estado, la triste realidad es que controla poco más que un puñado de campamentos de refugiados en la provincia argelina de Tinduf, los cuales no albergan a más de 100.000 saharauis, de los que puede que sólo 40.000 sean refugiados del Sáhara Occidental. Éstos viven bajo una cultura política tan autoritaria como las de Turkmenistán, Eritrea, Corea del Norte, o la de los Muyahidín al Jalq. Tenemos, por ejemplo, un informe que revela que el Frente ha obligado a jóvenes a contraer matrimonios forzados para generar nuevos integrantes de las bases. El Polisario ha separado a niños de sus padres y los ha enviado a Cuba para que sean adoctrinados allí. Grava a los residentes para poder financiar el derrochador estilo de vida de sus líderes. Pertenecer al partido y ser fiel ciegamente a Mohamed Abdelaziz, dictador del Polisario, es obligatorio para conseguir empleo y recibir otros beneficios. El grupo evita que quienes residen en los campamentos de Tinduf regresen a casa. Si bien Naciones Unidas facilita algunas visitas familiares para que los refugiados marroquíes de Tinduf y sus parientes puedan reunirse, el Polisario se niega a permitir que maridos, mujeres y niños viajen juntos, y utilizan a los que se quedan en los campamentos como rehenes para asegurarse de que los que viajan regresen. En resumen: nacer en los campamentos controlados por el Frente Polisario es nacer en un infierno autoritario.
Del mismo modo que la Casa Blanca permaneció en silencio cuando los iraníes se alzaron a favor de la libertad en 2009, y sigue muda ante similares protestas antiautoritarias que tienen lugar actualmente en Venezuela, también lo está frente a un naciente movimiento de liberación en los campamentos del Polisario. Según Al Arabiya:
El denominado “Movimiento Juvenil por el Cambio” publicó un vídeo en el que acusaba de corrupción a los dirigentes del Frente Polisario, e instaba a mejorar las condiciones de vida de los refugiados saharauis en Tinduf. El movimiento exigía también la marcha de las figuras más ancianas del Frente, entre ellas su líder, Mohamed Abdelaziz, de 66 años, que lleva al mando desde 1976. El grupo juvenil, fundado en febrero de este año, acusa a Abdelaziz y a sus colegas de “comerciar con el sufrimiento de los refugiados saharauis”. “Llevamos padeciendo la injusticia más de 40 años. Exigimos la marcha de estos dirigentes corruptos, los más antiguos y corruptos del mundo”, declaró a Al Arabiya News Channel Mohamed Lamine, un portavoz del naciente grupo, desde el campamento de refugiados de Tinduf. “Han estado robando ayuda humanitaria de organizaciones internacionales para los campamentos de refugiados, y cada vez que alzamos la voz en contra [de esto], nos acusan de ser agentes de Marruecos”, añadió.
Susan Rice, actual asesora de Seguridad Nacional del presidente, ha promovido en dos ocasiones durante la Administración Obama políticas que impusieran un régimen de “control de los derechos humanos” lleno de carga política en el Sáhara Occidental, algo que perjudicaría en la práctica a la seguridad marroquí y que reforzaría la propaganda del Frente Polisario en la región. Rice lo hizo, al parecer, en pro de los intereses de la población saharaui (la mayor parte de la cual parece ser que preferiría integrarse en Marruecos o en un Sáhara Occidental al que éste concediera la autonomía), pero cuando el presidente Obama y ella han tenido ocasión de apoyar la libertad y los derechos humanos para los saharauis han permanecido en silencio. Ese silencio no hace sino facilitar la opresión del Frente Polisario. Qué triste y revelador resulta.