En cualquier repaso de imágenes que hagamos del 14 de mayo de 1948, el día en que se declaró la independencia del Estado de Israel, surgirá un puñado de portadas de periódicos en hebreo; y una especialmente famosa, en inglés, del Palestine Post –el actual Jerusalem Post– que reza: «State of Israel has born».
La prensa en Israel es anterior no sólo al Estado, sino al movimiento sionista. Su historia comienza con el semanario jerosolimitano Halevanon, fundado en 1863 –treinta y cuatro años antes de que se celebre en Basilea el Primer Congreso Sionista (1897)– por Yoel Moshé Solomón, quien más tarde fundó la ciudad de Petah Tikva, y por Michael Cohen. Apenas seis meses después surgía el segundo semanario de Jerusalén, Havatzelet, fundado por el rabino Israel Bak. Halevanon fue cerrado definitivamente por las autoridades del Imperio Otomano y Havaztelet consiguió reabrirse en 1870 bajo los auspicios del yerno del rabino Bak, Israel-Dov Frumkin. Frumkin fue uno de los pioneros del periodismo en Palestina… y en denunciar los abusos del poder. Así, atacó al establishment judío del momento, formado por el Yishuv y la comunidad ortodoxa. También llamó déspota al general Lew Wallace, ministro americano del Imperio Otomano, lo que le costó la prisión. Paralelamente ayudó a judíos yemenitas a establecerse en Tierra Santa. Frumkin nunca se rindió pero su nombre, desgraciadamente, pasa sin pena ni gloria por el firmamento sionista.
Cuando empiezan a proliferar los periódicos en el aún embrionario Israel es a la llegada del responsable del renacer del idioma hebreo, Eliezer Ben Yehuda. Ben Yehuda ya escribía en el semanario de Frumkin, pero siempre soñó con tener su propio medio. Es en 1885 cuando funda Hatzvi, mucho más orientado a la información; de hecho, llegó a decir que Haztvi era “un diario de noticias que aparece una vez a la semana”. Ben Yehuda también fundaría, en 1910, el primer diario en Palestina, Ha’or.
Durante la Primera Guerra Mundial, el único periódico en sobrevivir sería el semanario Herut, radicado en Jerusalén y voz de la comunidad sefardí de Palestina.
Al término de la contienda, con el Imperio Otomano desmembrado y Palestina –recordemos que Palestina es el nombre histórico de la región– bajo mandato británico, en 1919 nace en Jerusalén el diario Hadashot Haaretz, que más tarde pasaría a llamarse simplemente Haaretz y se trasladaría en 1923 a Tel Aviv, siendo el Dr. Moshé Glickson su director.
Haaretz es el decano de la prensa escrita israelí actual, y ha sido un azote para todos los Gobiernos. Menahem Beguin llegó a decir, no sin gracia: “El último Gobierno que apoyó Haaretz fue el Mandato Británico…”. Hoy día es un periódico de izquierdas que en ocasiones ha alojado a columnistas realmente radicales, no obstante goza de gran prestigio internacional y es un medio de referencia en todo el mundo.
En esta misma época surge otro fenómeno en los medios de comunicación en Palestina: la prensa política. Cada movimiento sionista que se establecía en el territorio quería tener su periódico, y fue así como surgieron legendarios nombres de la prensa de partido: Davar, del movimiento laborista –Ben Gurión y toda la esfera de Mapai–; Hatzofeh, de los sionistas religiosos provenientes de los países árabes; Ha’am, del movimiento revisionista, que fue cerrado apenas unos meses después de su fundación por las autoridades británicas para refundarse después en Hayarden y más tarde en Hamashkif… En estos tres desempeñó un papel crucial el secretario de Zeev Jabotinsky y reputado historiador hispanista Benzión Netanyahu, padre de Jonathan y de Benjamín, quienes también han pasado al libro de oro de la historia del Israel contemporáneo.
Ya en la década de los 30 nace uno de los grandes periódicos de Israel: Yediot Aharonot. El Yediot nace de la mano de un inversor llamado Kumarov, quien, debido a su mala gestión, lo venderá a Yehuda Moses, un millonario land dealer y a la vez erudito que lo compró para tener un hobby: llevar un periódico. Fue el primer vespertino durante el Mandato Británico, y quería emular el formato del London Evening Standard –la influencia de la prensa imperial británica se deja sentir en cada diario que nace en Palestina en esta época–.
Tres meses antes del establecimiento del Estado de Israel, el director del Yediot, Azriel Carlebaj, en aquel entonces el periodista más considerado de todo el territorio, se arropa en su personal de confianza y funda, con la financiación del banquero Oved Ben Ami, el otro gran periódico de Israel: Ma’ariv.
Ambos, Ma’ariv y Yediot Aharonot, estuvieron disputándose el primer puesto en ventas hasta que Noah Moses y su primo Dov Yodkovsky, superviviente de Auschwitz, aplicaron un nuevo know-how al segundo, que se convertirá en el rotativo de más tirada hasta la llegada del Israel Hayom, en el año 2007. Introdujeron por primera vez una sección de deportes, y con el objetivo de arrebatar el primer puesto a Ma’ariv concedieron grandes salarios a sus periodistas, lo que hizo aumentar la calidad de las noticias y los reportajes. Así, se unieron al diario de Tel Aviv el periodista de investigación y azote de la corrupción política Aaron Bajar y los comentaristas políticos, que sacudían el país con sus columnas, Yeshayahu ben Porat y Shlomo Nakdimon. El equipo Moses-Yodokovsky no sólo convirtió al Yediot en el líder de la prensa escrita en Israel, sino que le otorgó prestigio. Ahora bien, en fechas posteriores el Yediot ha sido acusado de ser un tabloide.
El Yediot Aharonot se ha convertido en los últimos años en un periódico que apoya al centro político: en 2009 respaldó al Kadima de Tzipi Livni y en las últimas elecciones le fue difícil ocultar su simpatía por su columnista Yair Lapid.
En cuanto al antiguo Palestine Post, actual Jerusalem Post, está editado exclusivamente en inglés –todos los demás se editan en hebreo en papel, y en la red en hebreo y en inglés– y fue fundado en 1932 por otro personaje que luce una de esas biografías que sólo parecen posibles en Israel,Gershon Agron: nacido en Ucrania, luchó en la Primera Guerra Mundial en la Legión Judía bajo las órdenes de Su Majestad; posteriormente fue corresponsal en Palestina del Times y del Manchester Guardian, y tras su paso por el Palestine Post llegó a ser alcalde de Jerusalén (1955-1959).
El Jerusalem Post siempre ha sido un referente para los extranjeros afincados en Israel y, pese a su corta tirada, siempre ha sido sostenible. Además, celebra una conferencia internacional todos los años y edita magacines de gran calidad. Desde el principio apoyó al movimiento sionista, y aunque ha intentado mantener cierta distancia del poder, en los últimos años, sobre todo desde la Segunda Intifada, ha mostrado una tendencia conservadora y escéptica con el proceso de paz.
No han nacido muchos periódicos exclusivamente on line, fenómeno que sí se da en otros países, empezando por España. Sólo el Times of Israel –exclusivamente en inglés–, que se funda en 2012 bajo el mando del exdirector del Jerusalem Post David Horovitz, y el portal de noticias Walla destacan en este punto.
En 2007 el magnate Sheldon Adelson financia el último fenómeno de la prensa escrita: Israel Hayom. Es un diario gratuito que disputa actualmente la primacía con el Yediot Aharonot. El potencial financiero de Adelson se ha traducido en una buena campaña de marketing y una buena plantilla de columnistas, con lo que es un rival difícil para el veterano Yediot. Además, ha ganado rápidamente popularidad dada su óptica centroderechista, vertiente política creciente en Israel.
Ma’ariv ha sucumbido a la crisis de internet y a la llegada de Israel Hayom y está a la espera del cierre definitivo. Sin embargo, la prensa en Israel sigue siendo un medio caliente y popular.
Los israelíes siempre han estado hambrientos de noticias. Todo el mundo cree que es un mito eso de que, yendo en un autobús, el chófer a la hora del parte pone la radio a todo volumen y los pasajeros escuchen atentos. Pero es cierto y, ciertamente, asombra, aunque no deje de tener su lógica: el Estado de Israel está sobreexpuesto a los medios nacionales e internacionales, y, dado que las opiniones que pueden desgranar los israelíes sobre los más variados temas son cuasi innumerables, es harto comprensible que estén entre los pueblos más enganchados a los medios de comunicación.