Finalmente, el Gobierno turco ha permitido a EEUU usar la base aérea de Incirlik, a unos 110 kilómetros de la frontera siria, para lanzar ataques sobre los territorios controlados por el ISIS; pero sólo si el poderío aéreo norteamericano no se emplea para apoyar a las milicias kurdas.
A estas alturas, EEUU no está realmente interesado en ayudar a nadie en Siria que no sean los kurdos. Todas las demás facciones que están luchando contra el ISIS y contra el colapsado régimen de Asad son islamistas árabes suníes.
Los kurdos son la única opción americana. Pero el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, sólo permitirá a los aviones estadounidenses despegar de Incirlik para procurar cobertura al denominado Ejército de Conquista, un movimiento islamista respaldado por los turcos y los cataríes.
La mayoría de los norteamericanos jamás ha oído hablar del Ejército de Conquista, y aún menos querría. Se trata de una organización paraguas que incluye al Frente al Nusra, afiliado a Al Qaeda. Es preferible al ISIS, sí, pero no se va a usar el poderío aéreo americano para dar cobertura al avance de Al Qaeda. EEUU ya ha bombardeado posiciones de Al Qaeda y seguro que volverá a hacerlo.
Turquía no se va a parar a ver cómo cobra forma una región autónoma kurda a lo largo de su frontera con Siria. Hasta cierto punto es comprensible. Las milicias kurdas sirias son aliadas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un antiguo satélite soviético que ha librado una guerra de treinta años contra el Estado turco.
Turquía podría hacer las paces con los kurdos. Éstos son el pueblo más amigable de Oriente Medio. Los norteamericanos e incluso los israelíes lo han apoyado prácticamente por sistema. Pero Erdogan, como todos los líderes turcos previos, simplemente no puede afrontar que llevan tratando a los kurdos –que son nada menos que el 25% de la población turca– como ciudadanos de segunda o peor aún desde que Mustafa Kemal Atatürk fundara la república sobre las cenizas de la Primera Guerra Mundial. No puede afrontar el hecho de que Ankara tiene mucha más culpa de este largo conflicto que el cuasimarxista PKK.
Si cada demanda razonable de los kurdos fuera por fin atendida, el apoyo al PKK se evaporaría como se evaporó el que recibieron formaciones similares en casi cualquier parte del mundo tras el colapso de la Unión Soviética. Pero Erdogan no está interesado en otra cosa que no sea atrincherarse, incluso si eso significa que una organización que alberga a Al Qaeda controle el norte de Siria.
Usted puede pensar que Turquía, al abrir la base aérea de Incirlik a los aliados, está finalmente sumándose a la guerra contra el ISIS, pero sólo si fuerza usted la vista sobremanera.
© Versión original (en inglés): World Affairs Journal
© Versión en español: Revista El Medio