Contextos

Karachi, un polvorín

Por Reza Jan 

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"La emoción que ha causado, tanto dentro como fuera del país, el hecho de que Pakistán haya sido capaz de celebrar unas elecciones razonablemente libres y relativamente pacíficas, que han traído consigo un cambio de Gobierno, se disipará rápidamente si una ciudad tan importante como Karachi sigue enfangada en la violencia y las luchas partidistas"

Las cosas no van bien en la Ciudad de las Luces, como se denomina a Karachi, la mayor metrópoli de Pakistán. El asesinato de una destacada personalidad política el pasado día 18 acentúa la inquietud que agita la ciudad tras las recientes elecciones, así como la tendencia existente en el centro financiero del país a resolver las disputas políticas de forma violenta.

El primer ministro electo, Nawaz Sharif, ha dicho que su prioridad será poner la economía en orden, pero le costará conseguirlo si Karachi, motor financiero del país, fuente de casi el 60% de sus ingresos y hogar de casi una décima parte de sus 180 millones de habitantes, sigue paralizada por el caos político.

Pakistán atraviesa una delicada transición tras las históricas elecciones del día 11, con el traspaso de poder del Partido Popular de Pakistán (PPP), originario de la provincia de Sindh, a la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N), con sede en el Punyab. En Karachi, sin embargo, el tradicionalmente dominante Movimiento Mutahida Qaumi (MQM) está respondiendo con desestabilizadoras muestras de violencia a los desafíos a su autoridad por parte del nuevo partido Pakistán Tehrik e Insaf (PTI).  La ciudad también sigue afectada por altos niveles de violencia talibán y una creciente infiltración de radicales.

La emoción que ha causado, tanto dentro como fuera del país, el hecho de que Pakistán haya sido capaz de celebrar unas elecciones razonablemente libres y relativamente pacíficas, que han traído consigo un cambio de Gobierno, se disipará rápidamente si una ciudad tan importante como Karachi sigue enfangada en la violencia y las luchas partidistas. Las elecciones por sí mismas no son la panacea, y la metrópoli seguramente servirá como barómetro de la salud del naciente proceso democrático.

Asesinato vil

En la noche del pasado día 18, Zara Sahid Jan, miembro fundador del PTI y vicepresidenta de la sección femenina del partido en Sindh, fue asesinada por tres desconocidos delante de su casa. El presidente del PTI, Imran Jan (sin parentesco con la fallecida), no perdió tiempo en responsabilizar públicamente a Altaf Hasín, líder del MQM y residente en el Reino Unido.

El ataque tuvo lugar la víspera de una repetición parcial de las votaciones en el distrito electoral NA-250 de Karachi, después de que las del día 11 se vieran gravemente perturbadas por episodios de fraude e intimidación a los votantes en diversas formas. El MQM estaba implicado en diversas acusaciones de irregularidades en ese distrito, al parecer por su afán de mejorar sus posibilidades en una demarcación en la que las posibilidades de victoria de su candidato eran bastante menores que en el resto de la ciudad.

Control implacable

El MQM ha gobernado Karachi como una mafia bien organizada. En los barrios que controla se responsabiliza de proporcionar numerosos bienes y servicios, pero a cambio espera una obediencia inquebrantable. La extorsión está muy extendida, pero los residentes ya la consideran el coste normal de hacer negocios. El MQM ha luchado por mantener y ampliar su control de los barrios de Karachi, para lo que se ha enfrentado especialmente con el Partido Nacional Awami (ANP), tradicional dominador de los vecindarios de mayoría pashtún, y con el PPP, en la zona de Lyari. Todos ellos se lanzan acusaciones de financiar y apoyar a sectores radicales que cometen asesinatos políticos.

En el periodo previo a las recientes elecciones nacionales, el conflicto en Karachi se reorientó para convertirse en una lucha entre el MQM, que pretendía mantener su control político de la ciudad, y el PTI, que emergía como su máximo rival y previsible vencedor en el distrito NA-250 (y, posiblemente, en algunos más). Tras las accidentadas votaciones del día 11, miembros del PTI organizaron grandes manifestaciones en la ciudad para protestar por el fraude electoral. El día 12, el voluble líder del MQM, Altaf Husain, que ha dirigido al partido durante los últimos 21 años desde su exilio en Londres,  pronunció un iracundo discurso en el que amenazó a los manifestantes del PTI con reprimirlos violentamente si no se disolvían. “Estoy dispuesto a dejar libres a mis furiosos seguidores si no se detiene la oposición contra nuestro partido”, dijo.Dos personas resultaron heridas por disparos realizados contra los manifestantes tras el discurso de Husain. Las acusaciones eran tan evidentes, que el alto comisionado del Reino Unido para Pakistán tomó nota de las declaraciones y dijo que la Policía británica investigaría si eran constitutivas de un delito de incitación al odio y la violencia.

Menos entusiasmo

La Comisión Electoral de Pakistán (CEP) admitió finalmente que en diversas zonas de Karachi se habían producido graves irregularidades y anunció una repetición de la votación en partes del distrito NA-250 para el 19 de mayo. El MQM discutió la decisión y exigió la repetición se llevara a cabo en todo el distrito, en vez de sólo en 43 de sus 180 colegios electorales. La CEP rechazó su exigencia y el MQM anunció su boicot a las nuevas votaciones. Al día siguiente Zhara Shahid Jan fue asesinada.

Pese a que el Ejército se encontraba presente de forma destacada el día 19 para proteger los colegios electorales, el asesinato de la señora Jan y el miedo a que se produjeran nuevas muestras de violencia parecen haber tenido un efecto palpable en la participación electoral. Mientras que el día 11 se registró un histórico 60% de participación, con largas colas y multitudes entusiastas, el día 19 los colegios estaban sombríos y vacíos. Varias estimaciones calculan que la participación osciló entre el 20 y el 40%; en algunos lugares el personal de seguridad superaba en número a los votantes. La distancia respecto a la euforia y el simbolismo del día de las elecciones probablemente también afectó a la abstención. No obstante, el candidato del PTI para el distrito, así como los que concurrían para obtener los correspondientes escaños en la Asamblea provincial, ganaron por un confortable margen, que seguramente se vio ampliado debido al boicot del MQM.

Metrópolis volátil

Si bien el PTI ganó en el distrito NA-250 y se ha asegurado representación en los escaños por Karachi, que, por otra parte, domina el MQM, no parece que los problemas en la ciudad vayan a cesar. Altaf Husain y los líderes del MQM han manifestado su indignación ante lo que denominan acusaciones infundadas de Imran Jan contra Husain y su partido. Por su parte, Jan ha convocado grandes manifestaciones en Karachi y otros lugares en contra del asesinato de la señora Jan. Las tensiones parecen estar alcanzando un grado extremo, y los excitados partidarios del MQM incluso atacaron a líderes locales de su propio partido tras escuchar a un enfurecido y lloroso Husain en un discurso telefónico desde Londres en el que acusaba a dichos líderes de no hacer lo suficiente para defender su reputación ante Jan.

Ese nivel de excitabilidad, sumado al hecho de que el PTI parece tenerla tomada con el MQM, y al historial de violencia política de Karachi, es muy probable que haya más inestabilidad y derramamiento de sangre en los próximos días. El MQM ha demostrado repetidas veces su capacidad para paralizar la ciudad cuando convoca una huelga general. El Ejército, si bien se desplegó en algunas zonas durante la repetición de las votaciones, tradicionalmente se ha mostrado remiso a involucrarse en las luchas locales de los partidos.

Mientras se preparara para asumir el poder, Nawaz Sharif busca mejorar las relaciones con varios rivales y atraerse a diversas figuras políticas. Está trazando planes para afrontar la debilitante crisis energética del país y la convulsa situación económica, a su juicio lo más importante para salir del atolladero. Sin embargo, hasta que la situación en Karachi no se halle bajo cierto control, hablar de recuperación económica será prematuro. Dado que es el principal centro económico del país, Karachi no puede ser ignorada como foco de inestabilidad. Es probable que luchas intestinas políticas como las que actualmente asuelan la ciudad conduzcan a nuevos enfrentamientos, huelgas paralizadoras, fuga de empresas y cerebros. Semejante inestabilidad servirá como pretexto a grupos extremistas para aumentar su control sobre ciertas zonas de la ciudad.

Karachi por fin ha culminado su proceso electoral, pero sigue necesitada de gobierno. Sharif haría bien en tomar buena nota de ello.

American Enterprise Institute – Critical Threats