Imaginario

“Esta barrera, un proyecto creativo y tecnológico de primer orden, priva a Hamás de una de las capacidades que ha tratado de desarrollar e impone un muro de hierro, cemento y sensores entre ella y los habitantes del sur [de Israel]”, declaró ayer el ministro israelí de Defensa, Benny Gantz.

En esta nueva medida defensiva, el Estado judío ha invertido tres años y 1.100 millones de dólares. Unos 1.200 trabajadores han sido necesarios para la erección de una barrera que se extiende por 65 kilómetros de frontera, se adentra en el mar y clausura también la conexión subterránea entre Israel y Gaza, no en vano su objetivo principal es impedir la infiltración terrorista en territorio israelí mediante los célebres túneles del terror, con los que Hamás ha pretendido convertir la frontera en un queso de gruyère.

La decisión de impermeabilizar la frontera con el enclave gobernado por la organización terrorista islamista proiraní la adoptó Jerusalén en 2014, tras la campaña antiterrorista Margen Protector, en la que Hamás hizo un uso exhaustivo de su red de túneles.

Una vez completada con éxito la impermeabilización de la frontera sur, el Ministerio de Defensa israelí pone su atención en la frontera norte, pues considera que la barrera existente es insuficiente para contener la amenaza que representa la organización terrorista libanesa de obediencia iraní Hezbolá.