Sin duda, una de las noticias de la semana es la detención de Mohamed Badía, el líder de los Hermanos Musulmanes en Egipto. El octavo Guía Supremo de la organización desde que ésta fuera fundada en 1928 se enfrenta a la acusación de incitar a la violencia, por lo que será juzgado próximamente. ¿Cómo es posible? Según los medios occidentales, ¿no son los Hermanos Musulmanes una organización moderada y pacífica, la gran esperanza de Occidente para estrechar lazos con el mundo islámico?
Por supuesto que no. Cualquiera que siga con un poco de atención la actualidad, sin dejarse cegar por el discurso buenista y políticamente correcto de la mayoría de la prensa y organismos internacionales, se dará cuenta de que los Hermanos no son, ni más ni menos, que una de las mayores amenazas que afronta Occidente en estos momentos, si no la mayor, como defiende Erick Stakelbeck en el libro que hoy nos ocupa, The Brotherhood: America’s Next Great Enemy.
Desde que fuera creada en Ismailia (Egipto) en 1928 por Hasán al Bana, un maestro de escuela fanático islamista, la organización de los Hermanos Musulmanes, o Ijwán al Muslimun, no ha cambiado ni un ápice su credo ni sus objetivos:
Alá es nuestro objetivo; el Profeta es nuestro líder; el Corán es nuestra ley; la yihad es nuestro camino. Morir en el camino de Alá es nuestra mayor aspiración.
Lo que persiguen los Hermanos Musulmanes es, ni más ni menos, lo mismo que todos los grupos islamistas, porque eso es lo que les dicta su religión: la implantación a escala mundial, por la fuerza de las palabras o de la espada, de un Califato, regido por la sharia. Así, en el escudo de la organización, que se reproduce al comienzo de este artículo, se muestran, precisamente, un Corán y dos espadas. No se llama a nadie a engaño, nada de “la yihad es una lucha interior”, ni ninguna de esas interpretaciones con las que se pretende tranquilizar a occidentales crédulos. Los Hermanos no son una entidad pacífica; son la organización islamista más extendida… y la que ha inspirado la creación de más grupos terroristas.
Porque, y aquí es donde Stakelbeck es muy claro, no nos equivoquemos: las metas de grupos como Al Qaeda o la Yihad Islámica son exactamente los mismos que los de los Hermanos Musulmanes. Sus líderes, como Osama ben Laden o Aymán al Zawahiri salieron del seno de la Hermandad. Se diferencian únicamente en sus métodos para alcanzar esos objetivos, que ya hemos mencionado antes: el Califato global y el dominio islámico mundial. Naturalmente, también ellos odian a Estados Unidos y a Israel y no descansarán hasta haber arrojado a los judíos al mar y haber hecho de Al Quds (el nombre árabe de Jerusalén) la capital del Califato.
En este libro, no muy extenso pero ampliamente documentado e investigado, el periodista estadounidense Erick Stakelbeck analiza ampliamente cuáles son esas similitudes y diferencias entre los Hermanos Musulmanes y el resto de los grupos islamistas que se han inspirado en ellos o tienen conexión con la organización. Narra brevemente sus comienzos y recorre la biografía de sus personajes más destacados: su creador, Hasán al Bana; uno de sus ideólogos más destacados, Said Qutb; el ya mencionado Mohamed Badía; el heredero de uno de sus más destacadas familias, Tariq Ramadán, mimado por los medios occidentales… Pero, sobre todo, el autor estudia cómo es posible que prensa e instituciones se hayan dejado cegar por la propaganda de los Hermanos y hayan comprado su mercancía averiada, a saber: que son una organización moderada, prooccidental, con fines humanitarios; que son, en fin, lo opuesto a Al Qaeda: los musulmanes buenos y razonables, los tipos con traje y corbata, que hablan un inglés perfecto y con los que se puede razonar.
Son los miembros de organizaciones financiadas por la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Son profesores invitados por las principales universidades para pronunciar conferencias, tertulianos como Tariq Ramadán, omnipresentes en las televisiones de medio mundo en cuanto hay que llamar a un “experto” en cuestiones islámicas con aspecto occidental, tranquilizador, que habla de forma pausada de “moderación”, “coexistencia», «modernización»…
Son, en fin, fieles seguidores del plan de los Hermanos Musulmanes, como nos revela Stakelbeck: nada de enfrentamientos violentos con Occidente (de momento), cuando aún se tienen las de perder. La táctica a seguir es la de la “yihad silenciosa”: infiltrarse en Occidente, en sus medios, en sus instituciones. Convencer a los crédulos occidentales de que no tienen nada que temer, que son “hombres de paz” que buscan el diálogo y la coexistencia pacífica. Evitan a toda costa implicarse en enfrentamientos directos con fuerzas occidentales, si bien apoyan y financian, incluso abiertamente, a grupos terroristas como Hamás, su filial en la Franja de Gaza. Pueden condenar, ante los medios occidentales, con su lenguaje políticamente correcto, atentados terroristas como los de Boston, pero ante los suyos los vitorearán (los hermanos Tsarnaev acudían a una mezquita de una de las filiales de la Hermandad en Estados Unidos), y siempre defenderán lo que llaman la “yihad defensiva” en los “territorios ocupados” por fuerzas invasoras o colonizadoras; es decir, que apoyan y financian atentados terroristas contra las fuerzas estadounidenses en Irak o Afganistán, o contra el odiado Israel.
En el libro se documenta hasta la última afirmación; nada de lo que el autor sostiene es gratuito: hay entrevistas a diversos líderes de los Hermanos Musulmanes en Alemania, en los territorios palestinos, al mismísimo Tariq Ramadán; se citan documentos de la organización, investigaciones de instituciones tan respetadas y solventes como la Fundación para la Defensa de las Democracias… Es decir, es una obra seria, que muestra el grado de infiltración de los Hermanos Musulmanes en Occidente, su enorme y cada vez mayor influencia en el mundo islámico y la amenaza que representa. Y, pese a ello, ni los Gobiernos de Estados Unidos ni de los países europeos parecen ser conscientes de esta amenaza. Es imposible que la ignoren, pensará el lector. Resulta enervante leer cómo, pese a todas las evidencias en su contra, Barack Obama y su Administración apoyan, financian y defienden a los Hermanos.
El autor de The Brotherhood tiene una teoría al respecto: cree que el presidente Obama está convencido de que tiene la misión de reconciliar a Occidente con el mundo islámico; que está dotado para ello por su historial personal, y que entiende a los musulmanes. Cree que los Hermanos Musulmanes son los “buenos” y los aliados que le ayudarán a ello. Un error, pensemos que de buena fe, que puede costarle muy caro al mundo.
Como argumenta Stakelbeck, puede que Rusia sea el principal enemigo del pasado y China, el del futuro, pero, sin duda, los Hermanos Musulmanes son el germen y la inspiración de buena parte del terrorismo islámico mundial, que es el mayor enemigo actual de Estados Unidos, de Israel y, por extensión, de todo Occidente. Por tanto, si queremos estar preparados, si queremos ser capaces de hacer frente a la propaganda buenista y apaciguadora con la que nos bombardean los medios tradicionales al respecto, debemos conocerlos. Libros como éste, en los que se nos descubre cómo es esta organización y cuáles son sus verdaderos objetivos, son hoy más necesarios que nunca. Léanlos. Porque ellos, nuestros enemigos, sí que se informan sobre nosotros y sobre nuestras debilidades.
Erick Stakelbeck. The Brotherhood: America’s Next Great Enemy. Regnery Publishing (Washington D.C.), 2013, 256 páginas.