Contextos

Guardar las distancias

Por Andrew Tabler 

Bandera del Frente Al Nusra.
"Es perfectamente comprensible que la oposición siria se sienta defraudada por la política estadounidense respecto a Siria, especialmente por no haber actuado conforme a sus amenazas de ataques punitivos contra el régimen de Asad por su uso de armas químicas. Pero eso no significa que la oposición deba ceder la revolución por la que tanto ha luchado a grupos afiliados a Al Qaeda, como el Frente Al Nusra""Como la oposición siria ha permitido que estas organizaciones se extiendan, aunque sea en nombre de la lucha contra el brutal régimen de Asad, éste trata de convencer cada vez más al pueblo sirio de que está combatiendo a los terroristas"

Si uno se sienta a hablar con miembros de la oposición siria acerca del aumento del extremismo, muchos de ellos culparán a Estados Unidos. Dirán que Washington “se equivoca por completo” con grupos como el Frente Al Nusra, porque es mucho mejor que otros más extremistas, como el Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL).

Es perfectamente comprensible que la oposición siria se sienta defraudada por la política estadounidense respecto a Siria, especialmente por no haber actuado conforme a sus amenazas de ataques punitivos contra el régimen de Asad por su uso de armas químicas. Pero eso no significa que la oposición deba ceder la revolución por la que tanto ha luchado a grupos afiliados a Al Qaeda, como el Frente Al Nusra. Sean sus tácticas más suaves o no, dicho grupo representa una infiltración extranjera, cuya ideología extremista y radical es contraria a las ideas que mueven al movimiento democrático sirio, y que rebaja la credibilidad de la oposición ante el pueblo sirio y la comunidad internacional.

Para muchos miembros de la oposición, Al Nusra es una organización siria, creada en enero de 2012 por el sirio Mohamed al Jaulani. Pero, como ha escrito mi colega Aaron Zelin, entre otros, desde el principio el Frente fue un atajo para Al Qaeda, nacido de una reunión entre  Abu Bakr al Bagdadi, jefe del Estado Islámico de Irak (EII), y el propio Jaulani, que fue a Siria a crear la organización y a prestar bayaa (“lealtad”) al líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri. Como ocurre en muchas startups, hubo rivalidad entre sus fundadores. Cuando las tácticas de Al Nusra en el campo de batalla, así como su empleo de medidas menos duras -como suministro de alimentos, y acuerdos con tribus y civiles- demostraron tener éxito, Al Bagdadi anunció en abril de 2013 que Al Nusra no era más que una extensión del EII, a la que denominó Estado Islámico en Irak y el Levante. Al Jaulani se mostró enérgicamente en desacuerdo, y afirmó que el enfoque suave de la organización respecto a los civiles y tribus era enormemente distinto de las duras tácticas del EIIL en Irak. Si bien ambos grupos han sido entidades diferentes desde entonces, Al Jaulani renovó su bayaa a Zawahiri en abril de 2013, lo que implica que, aunque Al Nusra ya no es dirigido por el EIIL, sigue siendo fiel a Al Qaeda. Por todos estos motivos, el Gobierno estadounidense consideró y seguirá considerando al Frente una organización terrorista.

Estos grupos también creen que la democracia y el imperio de la ley son contrarios al islam y, por consiguiente, minan los objetivos democráticos de la oposición. En zonas liberadas de Siria, estas organizaciones han ayudado a atacar instalaciones del régimen de Asad y han distribuido alimentos, pero actúan de forma independiente de los consejos locales y de otros cuerpos electos. La elección de la dirección interna de estos grupos tampoco es democrática, lo que significa que, a diferencia de las principales unidades armadas, es poco probable que en el futuro se integren en estructuras locales de Gobierno.

Grupos como Al Nusra o el EIIL tampoco parecen ya fácilmente controlables, y, de hecho, están en auge entre la oposición armada siria. Ello quedó de manifiesto en las batallas campales libradas por el EIIL contra otros grupos armados de la oposición en torno a Azaz para controlar los principales pasos fronterizos procedentes de Turquía, que alimentan la rebelión en el norte, En el sur, donde el Frente y el Estado Islámico de Irak y el Levante son menos activos, Al Nusra y otros grupos yihadistas locales tan sólo controlaron la provincia de Deraa.

Estos grupos no sólo suponen una amenaza a la legitimidad política de la oposición, sino que sirven de excusa al régimen para justificar la violencia contra la población. Como la oposición siria ha permitido que estas organizaciones se extiendan, aunque sea en nombre de la lucha contra el brutal régimen de Asad, éste trata de convencer cada vez más al pueblo sirio de que está combatiendo a los terroristas. Esta versión también se está difundiendo ampliamente entre la comunidad internacional, lo que juega todavía más en contra del apoyo occidental a la oposición siria. Si bien Estados Unidos y sus aliados se han abstenido de proporcionar armas suficientes a la oposición para que derroque a Asad, han dado la parte del león de la ayuda humanitaria a las zonas controladas por la oposición.

Por último, pero no por ello menos importante, la creciente tolerancia de la oposición a los grupos extremistas hace que la intervención israelí en contra de los intereses de los opositores sea más probable, no menos. Por ahora, Israel sigue manteniéndose al margen del conflicto sirio; sólo, de vez en cuando, reafirma sus líneas rojas relativas al envío de armas estratégicas o sofisticadas a Hezbolá o a la Fuerza Quds iraní en el Líbano o Siria. Sin embargo, como el papel de los grupos extremistas ha aumentado, ahora hay un riesgo real de que Israel comience a trazar líneas rojas relativas a estos grupos, lo que perjudicará más la causa global de la revolución. Si bien el reciente acuerdo relativo a las armas químicas ha hecho que disminuya la preocupación al respecto, el proceso acaba de empezar, y cualquier intento por parte de los extremistas para hacerse con parte del arsenal químico del régimen seguramente provocaría una respuesta catastrófica.

La lucha por Siria se seguirá librando con dureza en los años venideros. La mejor forma de que la oposición siga luchando contra Asad es unirse políticamente en un movimiento opositor nacional, basado en elecciones celebradas en las zonas liberadas del país. Esto implica mantenerse apartados de organizaciones afiliadas a Al Qaeda, como el Frente Al Nusra. Hay signos esperanzadores de que algo así esté ya en marcha; especialmente, la anunciada fusión en el sur de Siria entre el Consejo Militar Supremo (CMS) y el Ejército del Islam, apoyado por Arabia Saudí. Ninguna de ambas facciones cuentan con Al Nusra ni con otras organizaciones yihadistas entre sus filas. Construir alianzas con límites claros en lo relativo a la política ayudará a reforzar la causa de la oposición en el largo plazo.

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