Revista El Medio http://elmed.io Noticias de Medio Oriente en español Fri, 29 Sep 2023 08:01:41 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.2.35 Una revaluación de Golda Meir, cincuenta años después de la Guerra del Yom Kipur http://elmed.io/una-revaluacion-de-golda-meir-cincuenta-anos-despues-de-la-guerra-del-yom-kipur/ http://elmed.io/una-revaluacion-de-golda-meir-cincuenta-anos-despues-de-la-guerra-del-yom-kipur/#comments Fri, 29 Sep 2023 08:01:41 +0000 http://elmed.io/?p=29174 Pese a sus errores, merece pleno reconocimiento por gestionar hábilmente la relación con una Administración Nixon ambivalente respecto a Israel.

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Hay un axioma en periodismo que dice que nunca sabes cuándo vas a hacer aquello por lo que serás recordado por encima de todo. Pocas vidas ejemplifican mejor esta lección que la de Golda Meir, la primera primer ministro de Israel. Según cualquier criterio histórico razonable, la suya fue una vida extraordinaria de logros, en la que se reflejó la peripecia del pueblo judío durante el siglo XX.

Sin embargo, pocos le concedieron el estatus de madre fundadora de Israel, junto a su viejo colega David ben Gurión o incluso su rival político Menájem Beguin. La razón de ello fue la tragedia de la Guerra del Yom Kipur, de la que tantos israelíes le culparon. Ahora, cincuenta años después de aquel trauma, una película y dos libros defienden que ha llegado el momento de restaurar su reputación y colocar a esta extraordinaria figura donde se merece.

Para los judíos de la Diáspora, especialmente los estadounidenses con edad suficiente para recordarla como uno de los dirigentes israelíes más emblemáticos de su generación, Meir era algo más que una heroína sionista y la mujer que había recaudado el dinero para ayudar en la lucha durante la Guerra de Independencia (1948) y a absorber a los refugiados de Europa y de los mundos árabe y musulmán. Meir era la abuela judía de todos que cuidaba al pueblo judío sin dejar de tratarlo con firmeza.

Una heroína en el extranjero, no en casa

Pero para la mayoría de los israelíes su reputación era muy distinta. Las encuestas muestran que es considerada uno de los peores gobernantes que haya tenido el país. El veredicto negativo se debe a la Guerra del Yom Kipur. Meir fue condenada por haberse quedado cruzada de brazos y permitido que Egipto y Siria lanzaran ataques contra Israel en el día más sagrado del año para los judíos. Los 2.656 israelíes que murieron en ese conflicto, junto con los 7.251 que resultaron heridos y los 294 que cayeron en manos del enemigo como prisioneros –números asombrosos para lo que entonces era un país de sólo 3,3 millones de habitantes, donde la mayoría había servido en las Fuerzas Armadas– fueron algo demoledor.

Meir fue reelegida primera ministra, aunque con una mayoría capitidisminuida, en las elecciones celebradas sólo unas semanas después de que cesaran los disparos, en diciembre de 1973. Y fue exonerada de responsabilidad por el fiasco bélico por la Comisión Agranat, que investigó el desarrollo de la contienda. Pero el masivo movimiento de protesta de posguerra contra el Gobierno –principalmente, contra el ministro de Defensa, Moshé Dayán, y la propia Meir– generó tal clamor que Meir se sintió obligada a dimitir en abril de 1974. Murió cuatro años después, en 1978, sin que recuperara el prestigio entre sus compatriotas.

Las familias de los caídos nunca la perdonaron, como tampoco lo hicieron muchos de los veteranos que pensaron que la contienda -el preludio, la confusa guerra de los generales que tuvo lugar durante los 18 días de combate y el final, justo cuando Israel había conseguido cambiar las tornas en su beneficio– ilustraba la bancarrota de la clase dirigente del país, simbolizada principalmente por Meir, de 75 años en aquel entonces. La guerra fue el punto de inflexión que propició el posterior mahapaj o «levantamiento» de 1977, cuando la victoria electoral de Menájem Beguin y el partido Likud puso fin al largo gobierno de los laboristas sionistas, que se remontaba a la época preestatal.

Meir no era siquiera querida por la propia izquierda israelí. Así, la culparon, por su justificada mano dura contra los enemigos de Israel –en particular, los árabes palestinos–, del fracaso en la consecución de la paz antes de octubre de 1973.

Nacida con el apellido Mabovitch en el Imperio ruso, en lo que hoy es Ucrania, en 1898, Meir emigró con su familia a Estados Unidos siendo una niña, y se forjó como profesora y activista sionista socialista. Hizo aliá en 1921, con su marido, Morris Meyerson; y a lo largo de toda una vida de servicio al sionismo laborista y al flamante Estado judío desempeñó un papel clave en todas las luchas políticas y diplomáticas de Israel. Así, fue la primera embajadora del país ante la Unión Soviética, ministra de Trabajo, ministra de Asuntos Exteriores (1956-66) y primera ministra –de 1969 a 1974.

Ese historial de logros se olvidó o se consideró insignificante en comparación con la rabia que sintieron los israelíes ante la primera de las guerras en la que no pudieron hacerse con una victoria total. De hecho, todavía parecen pensar que aquello fue no sólo un revés, sino un juicio moral de proporciones bíblicas, en el que fueron severamente castigados por su arrogancia tras la Guerra de los Seis Días (1967).

He aquí una de las crueles ironías de la historia.

Bajo cualquier criterio militar, incluso político, Israel salió victorioso de la guerra. Sus tropas estaban más cerca de El Cairo y Damasco al final de las hostilidades que al principio de las mismas. Y los triunfos tácticos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no fueron nada comparados con los estratégicos. La victoria de Israel puso fin esencialmente a la amenaza de otro conflicto militar convencional, en el que la nación árabe más grande y poderosa –Egipto– podría lanzar un ataque destinado a destruir el Estado judío. Por el contrario, los egipcios, cuyas fuerzas, según cualquier criterio objetivo, perdieron la guerra, siguen pensando que ganaron; ahora bien, este espejismo contribuyó a allanar el camino para que el presidente Anwar Sadat firmara la paz con Israel unos años más tarde.

Corregir la historia, al menos en lo que respecta a Meir, es el objetivo de la recién estrenada película Golda, protagonizada por la estrella inglesa Helen Mirren, que luce una nariz protésica que rivaliza con la que lleva Bradley Cooper en su interpretación de Leonard Bernstein en Maestro. A la campaña a favor de Golda se suman Golda Meir, biografía escrita por Deborah Lipstadt, historiadora y actual enviada especial del Departamento de Estado para la lucha contra el antisemitismo, y Eighteen Days in October («Dieciocho días de octubre»), una nueva crónica de aquella guerra escrita por Uri Kaufman.

En defensa de Golda

Obra del cineasta israelí Guy Nativ, Golda se ciñe a la vida de Meir durante la guerra del Yom Kipur. Se beneficia de las buenas actuaciones de Mirren y Liev Schreiber, que hace una razonable interpretación del secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, y del resto de un reparto mayoritariamente israelí. Pero parece más bien una versión cinematográfica de una obra de teatro para la que hay que prepararse seriamente si uno no quiere perderse en un mar de detalles, incluso en esta versión cribada de un tema muy complejo.

Sin embargo, sí que da un par de claves de la fortaleza de Meir y la presión que soportó al lidiar con una crisis imprevista y potencialmente existencial para el Estado de Israel mientras recibía tratamiento médico a causa de un linfoma, algo que se ocultó a la opinión pública israelí, que no tenía ni idea de que su anciana dirigente estaba viéndoselas con más desventajas que las derivadas de fumar ocho paquetes de cigarrillos al día, la torpeza de sus asesores y la brutal presión estadounidense. El penoso desempeño de Dayán en esas circunstancias y el modo en que la inteligencia militar israelí fracasó son expuestos con toda crudeza.

La biografía de Lipstadt es el polo opuesto de la película. El más reciente título de la serie Jewish Lives (Vidas judías) de Yale University Press es un poderoso alegato en favor de la centralidad de Meir en la historia sionista y judía. Lipstadt, una respetada historiadora del Holocausto antes de convertirse en la principal apologeta judía de la Administración Biden, hace justicia a la complicada peripecia de su protagonista sin caer en la hagiografía. De ahí que no ahorre a los lectores detalles desagradables sobre su vida personal, que incluyó un matrimonio fallido y relaciones con destacados sionistas laboristas como David Remez –que dio a su carrera un importante impulso inicial–; así como sobre su rígido sectarismo y su adhesión a un sistema económico socialista que había dejado de ser útil mucho antes de que fuera abandonado por los sucesores de Meir, veinte años después. Lipstadt también critica la hostilidad de Meir hacia el feminismo (a pesar de su propia vivencia a la hora de tener que lidiar con el trabajo y la maternidad) y escucha con atención a quienes la consideran demasiado derechista en su enfoque sobre los retos de seguridad de Israel –su afirmación de que «no existían los palestinos» antes de 1948 sigue siendo controvertida, pero era totalmente acertada.

Extrañamente, Lipstadt considera que la Guerra del Yom Kipur fue simplemente «un final ignominioso para una carrera llena de hitos», y dedica apenas seis de las 232 páginas del libro a abordar un conflicto que fue el acontecimiento determinante de la carrera de Meir. Es una decisión absurda que quita valor a la obra. Quien desee una visión más completa del legado de la líder israelí tendrá que buscar en otra parte.

Aunque no es una biografía y su autor no es un historiador profesional, sino un aficionado bien informado, el libro de Kaufman defiende mucho mejor la causa de Meir. Con un gran aporte de investigación original, con documentos desclasificados procedentes de varios archivos, Kaufman ofrece una crónica de la Guerra del Yom Kipur signada por la incompetencia de los mandos israelíes, solventada finalmente por los nervios de acero de algunos dirigentes, entre ellos Meir, pero sobre todo por el heroísmo de los oficiales y soldados de las FDI. Después de leerla, es fácil entender por qué la mayoría de los israelíes consideraron esa guerra no tanto una lucha difícil como un veredicto condenatorio de la casta política y militar que había dirigido el país sin oposición durante tanto tiempo.

Que Meir optara por no movilizar plenamente al Ejército, a fin de atacar a los egipcios y los sirios antes de que lo hicieran ellos, para no enemistarse con Estados Unidos supuso un vivo contraste con sus posiciones previas, en las que casi siempre desdeñaba a aquellos que, como su ministro de Asuntos Exteriores –Aba Eban–, estaban más preocupados por la opinión internacional que por la ventaja militar de Israel.

Aun así, es difícil culparla por sucumbir a la presión estadounidense al principio de la guerra, dada la dependencia de Israel de EEUU en lo tocante al reabastecimiento de armas, frente al compromiso total de la Unión Soviética con los egipcios y los sirios. Al carecer de experiencia en asuntos militares, también dependía por completo del titubeante Dayán y del resto de sus asesores, como el jefe de Inteligencia Militar, el general Eli Zeira, el más culpable de todos para casi todo el mundo.

Tampoco es seguro que un primer ataque israelí justo antes de la guerra hubiera funcionado, ya que, como pronto comprobaron, los mandos militares de las FDI no habían tenido en cuenta la posibilidad de que el enemigo utilizara misiles soviéticos, que al menos en un primer momento neutralizaron la superioridad terrestre y aérea israelí. Sin embargo, una vez que egipcios y sirios desperdiciaron la ventaja que obtuvieron al lograr una sorpresa casi total, los israelíes fueron capaces de improvisar soluciones y, finalmente, conseguir victorias en el campo de batalla.

Como argumentan persuasivamente tanto la película de Nativ como el libro de Kaufman, a pesar de los errores, Meir merece pleno reconocimiento por gestionar hábilmente la relación con una Administración Nixon que se mostraba ambivalente respecto a Israel, así como por controlar a unos generales que luchaban entre sí tanto como contra el enemigo. El hecho de que Meir le dijera a Dayán «olvídalo» –en inglés, no en hebreo– cuando, aparentemente desquiciado, éste sugirió utilizar armamento nuclear deja claro que esa mujer de 75 años era la persona más sensata del Gabinete israelí.

Por su parte, Kissinger, que, aunque no era sionista, simpatizaba relativamente con Israel, estaba dispuesto a dejar que la guerra, que empezó bajo las premisas impuestas por los árabes, terminara de tal forma que se privara al Estado judío de la victoria total que sus soldados se habían ganado. El papel equívoco de Kissinger es también objeto de un debate interminable. Puede que facilitara y garantizara el reabastecimiento de las armas que Israel necesitaba para defenderse; sin embargo, también explotó despiadadamente esa dependencia israelí para alcanzar sus propios objetivos. Y cometió un error fenomenal que rivaliza con cualquiera de los cometidos por las partes en conflicto: no aprovechar su rescate del condenado Tercer Ejército egipcio en los últimos días de la contienda para obligar a los saudíes a renunciar al boicot petrolero árabe contra Occidente, que tuvo un impacto devastador en la vida de los estadounidenses de a pie.

Cuando se trata de rememorar la Guerra del Yom Kipur, restaurar la imagen de Golda Meir dista mucho de ser la cuestión más importante. La lección principal es que hay que rechazar el exceso de confianza y el menosprecio por el enemigo, que llevaron a los dirigentes israelíes a pensar que un ataque por sorpresa era imposible. Igualmente importante es evitar volver a una situación en la que la seguridad de Israel dependa de la buena voluntad, a veces dudosa, de otras naciones.

Cincuenta años después, Israel se encuentra en una posición mucho más fuerte que en el Yom Kipur de 1973, por muchas razones. Aun así, sigue sufriendo presiones por parte de amigos y de enemigos como un Irán potencialmente nuclear. Meir tuvo muchos defectos, y es poco probable que la generación que vivió aquella crisis llegue a perdonarla. Pero sus sucesores harían bien en emular su desconfianza hacia el mundo y tener presente la necesidad de la autosuficiencia. Aunque algunos tachen sus actitudes de reliquias de una época pasada, marcada por la opresión zarista y el Holocausto, la implacable insistencia de Meir en defender los intereses nacionales y, en la medida de lo posible, preferir los activos estratégicos tangibles a la simpatía de una comunidad internacional que se muestra tan indiferente a Israel como hace medio siglo tiene tanto sentido ahora como entonces.

© Versión original (en inglés): JNS
© Versión en español: Revista El Medio

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Hay un nuevo Medio Oriente: ¿qué harán los palestinos? http://elmed.io/hay-un-nuevo-medio-oriente-que-haran-los-palestinos/ http://elmed.io/hay-un-nuevo-medio-oriente-que-haran-los-palestinos/#comments Mon, 25 Sep 2023 10:33:26 +0000 http://elmed.io/?p=29172 ¿Comenzarán a amar a sus hijos más de lo que odian a los israelíes?

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La normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudita está más cerca que nunca. Llegó la hora de que los palestinos decidan si prefieren seguir comportándose como niños caprichosos, inadaptados y agresivos que principalmente se perjudican a sí mismos, o bien optan por tomar el camino de la paz y el progreso de una vez por todas.

Hay una nueva realidad en el Medio Oriente, aunque podemos decir que ya no es tan nueva, sino que se va renovando. Cada vez más países del mundo árabe y musulmán están normalizando sus relaciones con Israel. La Resolución de Jartum, firmada en 1967 por ochos países árabes en Sudán, que incluía los tres noes –no a la paz con Israel, no al reconocimiento del Estado de Israel y no a las negociaciones con Israel–, está quedando en el olvido.

Después de Egipto, en 1979, y de Jordania, en 1994, Emiratos fue el primer país árabe en normalizar las relaciones con Israel, y menos de un mes después lo hizo Baréin. Así surgieron los Acuerdos de Abraham, que fueron firmados por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y los ministros de Relaciones Exteriores bareiní y emiratí en septiembre de 2020 en Washington. Luego llegaron los turnos de Marruecos y Sudán de unirse al camino de la paz. Y todo parece indicar que Arabia Saudita será el próximo en la lista, tal como afirmó recientemente el príncipe Mohamed ben Salman en declaraciones para Fox y como lo manifestó el propio Netanyahu en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. 

La normalización de las relaciones con Arabia Saudita puede crear un efecto dominó en la región que podría llevar a que más países se unan al nuevo Medio Oriente. Además, vale recordar que en septiembre de 2020 Kosovo e Israel se reconocieron mutuamente, y en el año 2021 ese país europeo se convirtió en el primero con una población predominantemente musulmana en abrir una embajada en Jerusalén. Si bien Kosovo aún no tiene pleno reconocimiento internacional, y ni siquiera la ONU lo ha aceptado como Estado miembro, el tratado significó un gran avance para ambas partes.

El motivo más importante de los acuerdos alcanzados y los que están en proceso es la necesidad de enfrentar la amenaza iraní, preocupación que comparten varios países del Golfo y Jerusalén. Pero esa no es la única razón. A pesar de las hostilidades pasadas, las naciones árabes comprendieron que el Estado judío ya no podrá ser borrado del mapa y está allí para quedarse. Derrotarlo ha dejado de ser una opción viable. Y si Israel está allí, ¿por qué no aprovecharlo? Después de todo, se trata de un país avanzado en muchos ámbitos, como la tecnología, la ciencia, la agricultura y la medicina.

Los avances en la región también pueden estar relacionados con las nuevas generaciones y los cambios sociales positivos que se están registrando en algunos países islámicos aliados de Occidente. Es cierto, aún tienen un camino muy largo por recorrer en términos de libertades individuales, pero la situación ha mejorado.

Podríamos afirmar que la líder israelí Golda Meir (1898-1978) tenía razón cuando dijo: “La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian”. Y eso es efectivamente lo que está sucediendo ahora en el Medio Oriente. Los árabes comenzaron a preocuparse más por su bienestar que por su odio. Claro, no me olvido, su bienestar también depende del debilitamiento de Irán, que si bien se encuentra bastante aislado, aún cuenta con los importantes apoyos de Rusia y China.

Los palestinos fueron utilizados en el pasado como excusa por los países árabes para oponerse a Israel. No hay que ser ningún erudito en los asuntos del Medio Oriente para saberlo. Pero la política internacional no es estática, sino que está en permanente cambio. Algunos conflictos se acaban y comienzan otros; algunos enemigos se tornan aliados y viceversa. Pero esta utilización cínica de los palestinos ha comenzado a llegar a su fin. Por lo tanto, los palestinos tienen algunas decisiones importantes que tomar.

¿Continuará el liderazgo palestino comportándose como un niño caprichoso que busca obtener placeres transitorios por medio de berrinches o entenderá que ahora deberá madurar para mejorar la situación de sus gobernados, si es que les interesa, aunque sea para mantenerse en el poder? El mismo grupo terrorista Hamás reconoce que lanza misiles contra Israel para obtener ciertos beneficios, como los millones de dólares cataríes y más visas israelíes de trabajo para los gazatíes. Por su parte, la Autoridad Palestina no se despega de su papel de víctima para seguir recibiendo dinero del mundo, incluso de Israel, y financiando a los terroristas y a sus familias.

¿Qué harán los liderazgos palestinos finalmente? ¿Comenzarán a amar a sus hijos más de lo que odian a los israelíes o Israel deberá seguir lidiando con los islamistas corruptos y autoritarios de Hamás, que no ocultan su deseo de arrojar a los judíos al mar, y con la corrupta y autoritaria Autoridad Palestina, liderada por el moderado Mahmud Abás, quien reicentemente justificó el Holocausto?

Los líderes palestinos deberían aceptar lo que muchos países árabes ya entendieron y buscar el bien de sus gobernados alcanzando un acuerdo con Israel (o al menos intentarlo) y otorgándoles libertad de una vez por todas, abandonando así el camino del terrorismo y de un victimismo cada vez menos creíble, incluso en el mundo islámico.

El infantilismo de los líderes palestinos cansó, hartó y aburrió. Muchas personas a las que entrevisté (palestinos e israelíes), que tienen contacto no oficial con civiles palestinos, me comentaron que son muchos los que en Cisjordania y Gaza ya no soportan a los corruptos y autoritarios que los gobiernan, y ansían la paz. Sin embargo, temen hablar por miedo a ser detenidos y torturados (en el mejor de los casos), o bien asesinados.

Israel ha demostrado y sigue demostrando que busca la paz, que está dispuesto a ceder y normalizar las relaciones con cualquiera que esté dispuesto a alcanzar un acuerdo para mejorar la realidad del Medio Oriente. Sí, incluso con aquellos que sólo clamaron por su destrucción durante años y años.

¿Qué lado van a elegir los palestinos? ¿El lado de la paz y la prosperidad que se está formando en el Medio Oriente o el de la pobreza, la guerra y la desestabilización, liderado por Teherán? Israel está preparado para ambos. Los caprichos ya no cuentan; es hora de que maduren de una buena vez.

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Deslegitimar al Gobierno de Israel sólo ayuda a los enemigos del Estado judío http://elmed.io/deslegitimar-al-gobierno-de-israel-solo-ayuda-a-los-enemigos-del-estado-judio/ http://elmed.io/deslegitimar-al-gobierno-de-israel-solo-ayuda-a-los-enemigos-del-estado-judio/#comments Wed, 20 Sep 2023 09:26:47 +0000 http://elmed.io/?p=29169 Estamos ante un ataque directo contra la imagen de Israel y ante exactamente lo que trata de hacer la izquierda interseccional.

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Los aullidos de indignación se oyeron a ambos lados del Atlántico. Cuando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, arremetió contra los manifestantes que planeaban sabotear su viaje a Estados Unidos y su comparecencia ante la Asamblea General de la ONU, dio rienda suelta a su resentimiento ante las actividades de aquellos. Así, acusó a los opositores que proyectaron un cartel anti-Netanyahu en el lateral de la sede de la ONU, y que no sólo le perseguirán en cada parada de su periplo americano sino que se manifestarán en el propio edificio de la ONU, de «unir fuerzas con la OLP e Irán».

No debería haber dicho eso, o al menos no de esa manera. Pero quienes le critican por ello ignoran las implicaciones de sus propias acciones, que, les guste o no, están proporcionando munición a quienes quieren no sólo deslegitimar al Gobierno de Israel sino destruir el Estado judío.

Las palabras de Netanyahu fueron denunciadas por sus rivales políticos y por la prensa israelí como una indignante calumnia; dijeron que los manifestantes eran «patriotas» que merecían respeto, no comparaciones con las fuerzas que quieren acabar con Israel.

Hasta cierto punto, las críticas estaban justificadas. Los israelíes que le odian y que han hecho todo lo posible por intentar derrocar su Gobierno desde que tomó posesión, a finales de diciembre, no son lo mismo que unos asesinos terroristas o los teócratas islamistas empeñados en la aniquilación del Estado judío. En el mejor de los casos, los comentarios de Netanyahu fueron un exabrupto; en el peor, un ejemplo de cómo la lucha en torno a la reforma judicial y la composición del Gobierno actual se ha convertido en el tipo de guerra cultural que amenaza el tejido social de Israel.

Pero la idea de que ha sido Netanyahu quien ha cruzado las «líneas rojas» que deben existir en una democracia para garantizar que el debate político siga siendo al menos algo civilizado es absurda. Aun si hubiera sido más propio de un hombre de Estado que tratara de mantenerse por encima de la polémica, las protestas que se están llevando a cabo durante su visita a Estados Unidos son mucho peores que cualquier cosa que haya dicho. De hecho, el tenor de las manifestaciones contra Netanyahu y el empeño de sus detractores en sabotear la economía y la seguridad nacionales con tal de salirse con la suya no son propias de una oposición civilizada y leal.

Al tachar falsamente de autoritario al primer ministro y de «golpe» los esfuerzos de la coalición gobernante por poner en marcha un programa de reforma de un Poder Judicial descontrolado y obsesionado con el poder, los manifestantes han pasado del debate político a una campaña de deslegitimación incompatible con una democracia funcional. 

Peor aún, enseguida se hizo evidente que esta lucha no tenía tanto que ver con la reforma judicial. Tampoco se trataba únicamente de la consternación que sintieron los perdedores de las elecciones celebradas en noviembre de 2022 por el fin del impasse de tres años que terminó con el partido Likud y sus aliados religiosos obteniendo una clara mayoría en la Knéset. Más que eso, se trata de una guerra cultural en la que las élites progresistas laicas asquenazíes sienten que el poder se les escapa de las manos. Por eso no quieren tanto proteger el Tribunal Supremo como permitir que éste gobierne sin oposición y sin ser elegido para ello, como último bastión de la antigua hegemonía izquierdista sobre todas las instituciones. Por eso los manifestantes han proferido los insultos más crueles contra los votantes –mayoritariamente misrajíes, religiosos y nacionalistas– que encumbraron a Netanyahu.

Todo eso ya es bastante malo. Pero lo que la resistencia anti-Bibi ignora es la forma en que su campaña es considerada por quienes tienen objetivos muy diferentes a los de quienes sólo quieren volver a los buenos tiempos en que la izquierda israelí dirigía el Estado judío –y debo añadir que lo hacía sin que el Tribunal Supremo tuviera una fracción del poder que reclama poseer hoy.

Lo que dicen los manifestantes, que el ganador de unas elecciones democráticas cuyo objetivo es devolver a la Knéset y el Ejecutivo parte del poder del que se apoderaron los tribunales sin remitirse a ley o constitución alguna, sino a sus propios caprichos, es un autoritario y pretende acabar con la democracia, no sólo es errónea. Es luz de gas. 

Ya no es que sea indecoroso que grupos de inmigrantes israelíes residentes en Estados Unidos y sus aliados de izquierdas acosen al líder democráticamente elegido de su antiguo país, mientras lleva a cabo su labor de intentar conseguir apoyo para el Estado judío, especialmente en las Naciones Unidas. La afirmación de que Netanyahu es un «delincuente» debido a falsas acusaciones de corrupción que no resisten el menor escrutinio, y que incluso los jueces del caso que se demora ya años han dicho que no tienen ninguna posibilidad de terminar en una condena, es también retórica partidista barata.

Pero en un contexto no israelí todo esto tiene además el efecto de socavar la posición de Israel como única democracia auténtica de Oriente Medio. Quienes esgrimen este argumento están ayudando a los enemigos de Israel, sea esa su intención o no. Están demonizando al líder del país y a sus partidarios. Gente como los columnistas de The New York Times Bret Stephens y Thomas Friedman, que apoyan la resistencia anti-Bibi, sostienen que al menos la mitad de los israelíes son unos «deplorables» aspirantes a tiranos que no se distinguen de sus enemigos árabes e islámicos. Estamos ante un ataque directo contra la imagen de Israel y ante exactamente lo que trata de hacer la izquierda interseccional, que intenta convencer a los estadounidenses de que los israelíes son opresores blancos de los palestinos.

Está muy bien decir que Netanyahu debería ser más respetuoso al hablar de sus críticos. Pero quienes tratan a Bibi como si fuera el equivalente moral de un terrorista iraní o palestino que amenaza a Israel no están en condiciones de quejarse de falta de civismo o de que se sienten heridos. Además, los esfuerzos de la resistencia anti-Netanyahu por amotinar a las Fuerzas de Defensa de Israel y persuadir a los inversores para que retiren capitales del país no son comportamientos patrióticos ni acordes con los objetivos de ningún movimiento democrático que se precie.

Los opositores de Netanyahu tienen derecho a decir lo que quieran, así como a manifestarse. Sin embargo, hay que señalar que sus tácticas de bloquear carreteras y paralizar el país no se tolerarían y de hecho se calificarían de matonescas y antidemocráticas si fuera la derecha política las que las acometiera. No hay más que recordar las protestas contra los Acuerdos de Oslo en la década de 1990 y la retirada de la Franja de Gaza en 2005. Aun así, no tienen derecho a poner el grito en el cielo cuando se señala que sus esfuerzos por deslegitimar al Gobierno israelí, no sólo en su propio país sino en el extranjero, van mucho más allá de lo que jamás hayan hecho sus rivales.

A algunos de los que protestan les molesta que se establezca una conexión entre su odio a Netanyahu y su apoyo a una juristocracia con los esfuerzos por desprestigiar falsariamente a Israel como «Estado apartheid». Pero los vínculos están ahí. Y no será una coincidencia que se machaque al único hombre que se alza contra las mentiras de los palestinos y la amenaza nuclear iraní en el estrado de las Naciones Unidas al tiempo que otros manifestantes apoyan la destrucción de Israel. Una oposición más responsable habría optado por decir que la política acaba «en la orilla», como dijo célebremente el senador republicano por Michigan Arthur Vandenberg sobre los debates entre estadounidenses en la década de 1940. En lugar de ello, ha optado por no reconocer límites a su campaña para calumniar a Netanyahu y a sus votantes.

Aunque el primer ministro debería ser más cuidadoso a la hora de expresar su frustración para con sus enemigos políticos, a los que debería caérseles la cara de vergüenza es a quienes mienten sobre él y sus votantes.

© Versión original (en inglés): JNS
© Versión en español: Revista El Medio

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Antisemitismo sofisticado http://elmed.io/antisemitismo-sofisticado/ http://elmed.io/antisemitismo-sofisticado/#comments Wed, 20 Sep 2023 08:01:23 +0000 http://elmed.io/?p=29167 El antisemita sofisticado emplea trazos de la realidad para desfigurar el dibujo.

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Por supuesto, están los neonazis de brazo en alto. Hay también nostálgicos de hegemonía religiosa o meros iletrados orgullosos de su estulticia.

Pero luego están los otros. Los sofisticados. Si el odio burdo contra los judíos se desmonta en un abrir y cerrar de ojos, el que se edifica sobre argumentos de apariencia distinguida y realidades tergiversadas resulta un desafío mayor a la hora de hacerle frente.

El antisemita sofisticado no se suele bañar en el lodazal del antisemita espontáneo. Contrariamente al crispado grito visceral, su odio se construye con un discurso aparentemente elevado. Si el primero se enorgullece de su fobia, el segundo la niega. Si el antisemitismo decano se basaba en odiar al judío por ser judío, el antisemitismo más reciente y por ende más vigoroso necesita negar la mayor. Así, si no puede negar que los odia, al menos negará que el objeto de su odio sean los judíos. 

Por eso, uno de los primeros escollos para desmontar el discurso del odio es definir el objeto odiado. Y es que es difícil definir en pocas palabras qué es el judaísmo. Es suficientemente complejo para estos tiempos de ocurrencias veloces y de ingesta de fast food informativa. Una religión, un pueblo … Las líneas son difusas y los conceptos están interconectados, pero en cualquier caso existe una memoria común, construida sobre textos sagrados e históricos, sobre siglos de persecuciones, exilios, y resiliencia en todas sus acepciones.  

Con lo cual, su memoria es una de las líneas de flotación a las que atacar. 

Negar el objeto odiado

Desde los años 60 circula una rocambolesca teoría según la cual los judíos no serían los judíos. Recientemente, el presidente Abás, reincidente negacionista del Holocausto, se hizo eco de dicha teoría. Como suele suceder, las palabras del rais sirven de señal para que respetados académicos y periodistas se lancen a la defensa de sus argumentos. Teníamos un reciente ejemplo en La Voz de Galicia, en la que un profesor de universidad afirmaba que Israel se habría construido «a base de migrantes más europeos que judíos que habían sido arrasados por los trágicos vientos del fascismo». Es decir, ellos eran exterminados por judíos, pero el antisemitismo sofisticado les niega la condición de tal. Si eran exterminados por ser, ya ni siquiera son. 

Obviamente, el objetivo de tal teoría es negar el derecho a la autodeterminación del pueblo judío, negándole su condición de pueblo. No en vano uno de los intelectuales que más ha hecho por difundir esa teoría es el israelí Shlomo Sand, quien en su libro La invención del pueblo judío se salta a la torera todas las evidencias científicas de recientes estudios que han encontrado que judíos de diversos orígenes de todo el mundo muestran similitudes genéticas no sólo entre sí, sino con otros de Oriente Próximo. Profesor de historia francesa y de cine, Sand no oculta su animadversión hacia Israel, país al que tachó de “nación de mierda”. Su libro y su tesis sin fundamento científico alimentan hoy páginas de activismo disfrazado de periodismo o academia, así como redes de teorías conspirativas seguras de que se les ha ocultado la verdad durante años, y cuyo antisemitismo no es necesariamente sofisticado.  

Negar la historia

Otro de los argumentos que pretenden distorsionar la historia del pueblo judío no es ya la del negacionista tradicional del Holocausto sino la del que lo difumina. Dios libre al antisemita sofisticado de negar el Holocausto. Es más, tal vez incluso lo puedan encontrar en primera línea de algún evento conmemorativo en homenaje a las “personas” que ahí fueron asesinadas. Porque el difuminador es, probablemente sin saberlo, esbirro del discurso de Stalin, que, nada más abrirse los campos de exterminio, estableció una política oficial que prohibía reflejar la especificidad judía del genocidio, y presentaba a los ciudadanos soviéticos como víctimas globales. El libro negro de Grossman y Ehrenburg, que documentaba el Holocausto, fue censurado y se persiguió cualquier mención al componente judío del genocidio nazi. Ese discurso fue incorporado por los propios judíos supervivientes, que no encontraron un espacio en el que compartir su trauma y memoria. Que esto sucediera en el mundo de influencia soviética, hasta la caída del régimen, se entiende. Que en el mundo libre occidental de hoy en día, que ha tenido acceso a toda la información, leamos aún artículos o escuchemos discursos que diluyen el carácter exclusivamente antisemita del Holocausto es altamente preocupante. Y sucede en las esferas más vulgares, pero siempre alimentadas por sibilinos discursos sofisticados.   

Dejaremos para otra ocasión al que compara apartheid y Holocausto con la situación de los palestinos de hoy en día, puesto que no hay sofisticación alguna en ese antisemitismo de trazo grueso que pretende confundir conceptos e historia con fines meramente propagandísticos e ideológicos.  

Negar el antisemitismo

Por último, el antisemita sofisticado recurre a la negación del antisemitismo mismo. No hablaremos del antisemita infantil, que niega el término en sí, afirmando que no puede ser antisemita porque los semitas son los árabes. Como si negar el término fuera a negar el hecho. Como cuando de chiquito uno se tapaba los ojos para que desapareciera el peligro. 

El antisemita sofisticado dirá que lo que todos perciben como antisemitismo no lo es. En esa línea existe un debate en el mundo sajón, que aún no parece haber llegado a las audiencias en español. Profesores e intelectuales contra la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés). La IHRA está formada por un conjunto de Gobiernos y expertos reunidos para educar contra el antisemitismo y ofrece, a modo de guía, una serie de ejemplos de casos de discriminación. Adoptada por decenas de países, presenta el doble rasero contra Israel como un claro caso de antisemitismo. Imposibilitados de poder exigir más a Israel de lo que se podría pedir a cualquier otro país normal, una serie de profesores y activistas solicitaron al Gobierno de Estados Unidos que adopte otras formas de medir el antisemitismo: la Declaración de Jerusalén y el Documento Nexus.

Estas dos herramientas permitirían los boicots y el doble rasero contra Israel sin por ello ser tachados de antisemitas. Porque el objetivo último es poder seguir odiando sin por ello ser etiquetado de un modo que les quitaría toda la sofisticación.

Son estos tan solo unos ejemplos de un discurso de odio más aceptado por la mayoría que el clásico. Al igual que el negacionista del Holocausto emplea datos ciertos para sacarlos de contexto y falsear la totalidad, enredando con conceptos confusos, así el antisemita sofisticado emplea trazos de la realidad para desfigurar el dibujo. Pero ni al negacionista le importa el rigor histórico ni al odiador distinguido le importan los palestinos, la libertad de expresión o la realidad. Tan sólo buscar trajes a medida para ser aplaudido en su odio. 

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¿Por qué huyen los palestinos de Gaza? http://elmed.io/por-que-huyen-los-palestinos-de-gaza/ http://elmed.io/por-que-huyen-los-palestinos-de-gaza/#comments Mon, 18 Sep 2023 12:20:18 +0000 http://elmed.io/?p=29163 Esta gente huye porque ya no puede tolerar la vida bajo el movimiento islamista Hamás. No por culpa de Israel.

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Miles de palestinos siguen huyendo de la Franja de Gaza en busca de una vida mejor en otros países, como Canadá y la Unión Europea.

En las últimas semanas han aparecido en las redes sociales varios vídeos de palestinos abandonando Gaza a través del paso fronterizo de Rafah con Egipto. Otros han sido vistos haciendo cola ante las oficinas que expiden visados para Turquía. Esta gente huye porque ya no puede tolerar la vida bajo el movimiento islamista Hamás. No por culpa de Israel.

«Queremos vivir con dignidad», afirma un joven en uno de los vídeos. Todos los que quieren emigrar quieren una vida digna. Los jóvenes arriesgan su vida, están dispuestos a morir».

Otro dice:

Sé que me estoy jugando la vida, pero quiero salir, vivo o muerto. Al menos encontraré una vida digna en el extranjero. La gente quiere irse por la opresión y la injusticia que vemos aquí.

El economista palestino Mohamed Abu Yayab confirmó que la emigración juvenil ha experimentado en Gaza un aumento sin precedentes en la última década. Reveló que un gran número de jóvenes han abandonado ya la Franja, y muchos otros siguen intentando marcharse a pesar de los riesgos que entraña y de la falta de claridad sobre su futuro en los países de acogida. «Los jóvenes insisten en abandonar Gaza en busca de mejores oportunidades», declaró. «Las altas tasas de desempleo y la escasez de oportunidades laborales son algunas de las razones que explican el aumento de la emigración».

Gaza está controlada desde 2007 por el grupo terrorista Hamás, hijuela de los Hermanos Musulmanes respaldada por Irán. En lugar de trabajar para mejorar las condiciones de vida de los dos millones de palestinos que viven bajo su dominio, Hamás ha invertido millones de dólares en fabricar armas y construir túneles desde los que atacar a Israel. Hamás tuvo la oportunidad de convertir Gaza en “el Singapur de Oriente Próximo», pero su deseo de destruir Israel sólo ha llevado guerra y muerte a los palestinos. Para lograr su objetivo de asesinar judíos y eliminar a Israel, Hamás parece dispuesta a sacrificar a un número interminable de palestinos.

Evidentemente, a Hamás no le importa que cientos de palestinos mueran o resulten heridos en guerras instigadas por sus ataques coheteros contra Israel. Hamás ni siquiera duda en utilizar a los palestinos como escudos humanos durante sus guerras contra Israel. Los miembros del grupo terrorista han puesto en peligro la vida de miles de sus propios civiles inocentes lanzando cohetes desde zonas residenciales y las inmediaciones de escuelas y hospitales. Últimamente, Hamás también ha animado a los palestinos a amotinarse en la frontera entre Gaza e Israel lanzando piedras, cócteles molotov y artefactos explosivos contra los soldados israelíes.

El analista político palestino Mahmud al Raqab escribe:

Desde hace más de 17 años, los residentes de Gaza vienen sufriendo problemas psicológicos, sociales, económicos y políticos derivados de la división interna, las crisis humanitarias y los conflictos recurrentes. Esto ha llevado a los gazatíes a pensar en emigrar.

La «división interna» remite a la lucha por el poder que libran Hamás y la Autoridad Palestina (AP), encabezada por el presidente Mahmud Abás. Ambas partes llevan enfrentadas desde 2007, cuando Hamás dio un violento golpe de Estado y expulsó a la AP de Gaza. En 2018, y a fin de socavar a Hamás, la AP impuso una serie de sanciones a Gaza; sanciones que han agravado aún más la crisis económica y humanitaria en la territorio, especialmente después de que la AP suspendiera el pago de salarios y la ayuda económica a decenas de miles de funcionarios y familias empobrecidas.

Según algunos informes, desde 2018 casi 40.000 palestinos han huido de la Franja. Al Raqab afirma:

Quienes observan la situación sienten dolor y opresión ante lo que se ha convertido en nuestra realidad, ante la falta de soluciones prácticas y realistas por parte de los líderes palestinos para reducir la emigración.

A pesar de estar expuestos a [la muerte por ahogamiento], los palestinos que huyen de Gaza ven en Turquía y Europa su esperanza y su futuro. Los dirigentes palestinos deben esforzarse por lograr una reconciliación nacional completa, poner fin al estado de división [entre la Margen Occidental, controlada por la AP, y Gaza, controlada por Hamás] y ofrecer oportunidades de empleo. Si se cumplen estas exigencias, los palestinos que abandonaron la Franja volverán a casa y la idea de emigrar desaparecerá de sus mentes. Si no, nos enfrentaremos a un importante éxodo de mentes jóvenes y formadas, de personas con experiencia que han perdido la confianza en la dirección política [palestina].

Sin embargo, la dirección política palestina no parece demasiado preocupada por el gran número de gente que huye de Gaza. Mahmud Abás está ocupado escupiendo tropos antisemitas contra los judíos y deslegitimando a Israel. En un discurso pronunciado el 24 de agosto ante el Consejo Revolucionario de su facción gobernante, Al Fatah, Abás afirmó que los judíos europeos no son semitas, que descienden de los jázaros y que, por tanto, su persecución no tiene nada que ver con el antisemitismo. Añadió que Hitler y los europeos no mataron a los judíos «porque fueran judíos», sino por «su papel social, y no por su religión». Explicó que Hitler «combatió» a los judíos porque se dedicaban a la usura y a las finanzas, no por antisemitismo. Ni que decir tiene que Abás, en su discurso, ignoró por completo la difícil situación de los jóvenes palestinos que huyen de Gaza. Para él, promover el odio contra Israel y los judíos es más importante que abordar la crisis económica y humanitaria que él mismo contribuyó a crear con sus sanciones a la Franja. En lugar de disculparse por sus declaraciones antisemitas, Abás ha redoblado la apuesta, alegando que sus palabras fueron sacadas de contexto o que sólo citaba a autores judíos, estadounidenses y de otros países.

Los dirigentes de Hamás, por su parte, siguen fingiendo que en Gaza todo va bien. También siguen incitando a los palestinos a llevar a cabo atentados terroristas contra Israel. Y lo hacen desde sus hoteles y villas de cinco estrellas en Qatar y el Líbano.

El Partido del Pueblo Palestino (antiguo Partido Comunista Palestino) pidió a Hamás que prestara especial atención a las atroces circunstancias de los jóvenes palestinos, incluidos los licenciados universitarios, y que les proporcionara lo necesario para llevar una vida decente. Y advirtió:

Al tiempo que hace sonar la alarma y advierte de la continuación del fenómeno de la migración desde Gaza, el Partido del Pueblo Palestino señala que la expansión y el crecimiento de este fenómeno conlleva peligrosas repercusiones políticas y sociales. El silencio sobre el mismo, menospreciar sus peligros e ignorar sus desastrosos resultados, constituye una participación activa en su promoción.

La emigración gazatí es un ejemplo más de cómo los palestinos son víctimas de sus dirigentes corruptos e incompetentes. Los dirigentes siguen arrastrando a su pueblo de un desastre a otro, incitándolo contra Israel y sumiéndolo en más violencia y terrorismo. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue ignorando las miserables condiciones de los palestinos que viven bajo la AP y Hamás, optando en su lugar por echar toda la culpa a Israel.

Al ignorar la difícil situación de quienes huyen del brutal régimen de los islamistas de Hamás, las Naciones Unidas y los medios de comunicación extranjeros están haciendo un flaco favor a los mismos palestinos por los que dicen preocuparse.

Mientras los dirigentes palestinos siguen reprimiendo a la población de la Franja, Israel ha aumentado el número de permisos de trabajo para los gazatíes. En julio, al menos 67.769 obtuvieron permiso para cruzar el paso fronterizo de Erez, controlado por Israel. El 90%, para realizar trabajos bien remunerados en el propio Israel; otro 6% fueron para pacientes que necesitaban tratamiento médico en Israel o la Margen Occidental.

Parece que Israel está haciendo más por ayudar a los palestinos de Gaza que la AP, Hamás o cualquier país árabe. Sin embargo, como esta noticia no encaja en la agenda antiisraelí de muchos periódicos y periodistas extranjeros, es muy poco probable que llegue a los principales medios de comunicación de Occidente.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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Siguen sin aprenderse las crueles lecciones de los Acuerdos de Oslo http://elmed.io/siguen-sin-aprenderse-las-crueles-lecciones-de-los-acuerdos-de-oslo/ http://elmed.io/siguen-sin-aprenderse-las-crueles-lecciones-de-los-acuerdos-de-oslo/#comments Mon, 11 Sep 2023 13:13:21 +0000 http://elmed.io/?p=29159 Se sigue derramando sangre judía como consecuencia de los errores cometidos por los arquitectos de Oslo.

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Ya hemos visto esta película antes. El líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, dice algo horrible y antisemita y en la comunidad internacional algunos expresan consternación y exigen una disculpa, también judíos que son ardientes defensores del proceso de paz con los palestinos. Eso es lo que ha sucedido tras la última barbaridad de Abás, que, entre otros comentarios repugnantes, justificó la persecución de los judíos por parte de Adolf Hitler.

Es horrible, pero no difiere de otros casos similares en los que Abás exhibió su odio a los judíos, su negacionismo de la historia judía y su total y absoluta falta de interés por la paz. Así, el año pasado, durante una visita a Berlín, desvió una pregunta sobre su implicación en la matanza de los JJOO de Múnich (1972) acusando falsamente a Israel de cometer «cincuenta holocaustos.» En 2018, en un discurso ante el Consejo Nacional Palestino, repitió las teorías conspirativas antisemitas sobre el Holocausto, lo que incluso provocó que el New York Times publicara un editorial en el que pidió su dimisión, reconociendo que de todas formas no era de extrañar en alguien que había hecho una tesis doctoral marinada en negacionismo del Holocausto.

La última incursión de Abás en los tropos tradicionales de la judeofobia ha sido especialmente oportuna, ya que se ha producido justo antes del 30 aniversario de la firma de los Acuerdos de Oslo en los jardines de la Casa Blanca, el 13 de septiembre de 1993. Aquel acontecimiento se recuerda sobre todo por la fotografía del presidente Bill Clinton dirigiendo el apretón de manos entre un primer ministro israelí claramente reticente, Isaac Rabin, y un engreído Yaser Arafat. Pero fueron Abás y el entonces ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simón Peres, quienes firmaron el documento aquel día.

El antisemitismo y el negacionismo de Abás deberían estar en el primer plano de cualquier debate sobre el impacto de Oslo porque ayudan a explicar por qué las grandes esperanzas de paz que se suscitaron aquel día se vieron destruidas por años de terrorismo.

Pero, como hemos visto con la reciente presión de la Administración Biden para que Israel haga más concesiones a los palestinos como parte del precio que se pide a Jerusalén que pague por la normalización de las relaciones con Arabia Saudí, los que están en el poder no han aprendido nada de la historia de las últimas tres décadas. Aunque no está nada claro que una ampliación de los Acuerdos de Abraham sea probable en un futuro próximo, la maniobra está siendo orquestada por algunos veteranos fans de Oslo, como el columnista del New York Times Thomas L. Friedman, específicamente como una estratagema para derrocar a un Gobierno israelí considerado demasiado derechista y para preservar las esperanzas de una solución de dos Estados. Para el equipo de política exterior de Biden y los mandarines del establishment de dicho ámbito, que llevan décadas equivocándose en todo, no debería permitirse que nada interfiera en su continua persecución de una idea concebida por unos políticos delirantes que no comprendían la naturaleza del problema que intentaban resolver.

La fecha de la firma de Oslo debería estar grabada a fuego en la memoria colectiva del pueblo judío. Pero habrá pocas conmemoraciones, si es que acaba habiendo alguna, del acontecimiento, que en su momento fue festejado entre los judíos israelíes y estadounidenses con celebraciones que sólo podrían describirse como eufóricas.

Incluso los creyentes más obstinados en la idea de «tierras a cambio de paz» hace tiempo que dejaron de alabar los acuerdos. En Israel, la inmensa mayoría de la gente se dio cuenta en los años siguientes, de terrorismo y derramamiento de sangre, de que, más que una reconciliación histórica, las negociaciones y los acuerdos que produjeron resultaron ser un desastre épico basado en ilusiones. Incluso en Estados Unidos, donde la mayoría de los judíos progresistas y la Administración demócrata siguen aferrándose a la fracasada fórmula de Oslo de «tierras por paz», los acuerdos se contemplan con cierta vergüenza. Los verdaderos creyentes en el proceso de paz siguen buscando obstinadamente explicaciones a su fracaso, aparte de la obvia sobre la falta de interés de los palestinos en poner fin a su guerra centenaria contra el sionismo y los judíos.

Los arquitectos israelíes de Oslo pretendían que el empoderamiento de Arafat y los palestinos fuera una forma de conseguir que renunciaran a sus esperanzas de destrucción de Israel a cambio de un Estado independiente. Pero en lugar de intercambiar territorio por paz, lo único que hizo Israel fue intercambiar territorio por terrorismo. Eso era algo que debería haber quedado meridianamente claro incluso para los observadores más obtusos cuando los años posteriores a septiembre de 1993 trajeron más atentados, no menos. Esa comprensión debería haber quedado sellada por el rechazo de Arafat a la oferta de disponer de un Estado en la Franja de Gaza, casi toda Judea y Samaria y una parte de Jerusalén que le hicieron Clinton y el primer ministro israelí Ehud Barak en Camp David en el año 2000. En lugar de ello, respondió con una guerra terrorista de desgaste que llegó a conocerse como la Segunda Intifada y que duró cinco años, bañados en sangre.

En lugar de impedir que sus rivales de Hamás prosiguieran con el terrorismo, como creía Rabin que haría, Arafat no dejó de fomentar, planear y financiar el terrorismo contra israelíes y judíos. Su sucesor, Abás, inicialmente visto como mucho más razonable que su antiguo jefe, ha hecho lo mismo. Se sigue derramando sangre judía como consecuencia de los errores cometidos por los arquitectos de Oslo.

Eso no quiere decir que no siga habiendo quien racionalice Oslo. Argumentan, no sin cierta justicia, que entregar la administración de gran parte de Judea y Samaria a la Autoridad Palestina liberó a Israel de la difícil tarea de gobernar a la población árabe. El mismo argumento se utiliza para justificar la decisión de Ariel Sharón en el verano de 2005 de sacar de Gaza a todos los soldados, colonos y comunidades judías israelíes.

Al menos en teoría, ambas decisiones han reforzado los argumentos contra futuras concesiones israelíes. Antes de Oslo, los argumentos a favor del tierras por paz eran mucho más sólidos que después, cuando Arafat y Abás demostraron que, les ofrecieran lo que les ofrecieran, seguirían sin estar dispuestos a aceptar la legitimidad de un Estado judío, con independencia de dónde se trazaran sus fronteras.

No hay paz

Las consecuencias de Oslo y de la retirada de Gaza, que permitió transformar la Franja en un bastión terrorista y en un Estado palestino independiente en todo menos en el nombre, han sido calamitosas para los israelíes. Una y otra vez, se ven obligados a coger a los niños y a los ancianos y correr a toda prisa hacia los refugios antiaéreos durante las andanadas de cohetes y misiles lanzados desde la Franja. Es un precio muy alto por una mera elucubración.

No obstante, tanto Oslo como la retirada de Gaza son considerados por algunos como necesarios, a pesar del horror que produjeron, porque hay que intentar cualquier cosa en la búsqueda de la paz, aunque se pierdan vidas en el proceso.

Los defensores de Israel deberían haber aprendido que se equivocaron al valorar la disposición palestina de poner fin al conflicto, y asimilado que la comunidad internacional, la prensa hegemónica y quienes dominan la política exterior no simpatizan más con el Estado judío ahora, por causa de los riesgos que ha asumido y los sacrificios que ha hecho, que antes de 1993. De hecho, es muy posible que simpaticen menos con un Israel dispuesto a jugársela con tipos como el veterano terrorista de Arafat. En lugar de saludar su valentía por abrirse a los peligros de dar poder a los terroristas en aras de la paz, el mundo interpretó Oslo de forma muy diferente. En lugar de como un gesto generoso por el que renunciaba a bienes tangibles y a territorios que podía reclamar al menos tanto como los árabes, a cambio de la esperanza de cierta tranquilidad, la comunidad internacional lo vio como una admisión de culpabilidad de Israel por retener bienes robados.

En gran medida, la mayoría de los israelíes han asimilado estas lecciones, como han demostrado los resultados electorales que han colocado repetidamente al detractor de Oslo Benjamín Netanyahu en la oficina del primer ministro. Pero el éxito del movimiento contra la reforma judicial ilustra en cierta medida que la izquierda israelí está lejos de estar muerta, o de comprender lo equivocada que estaba hace 30 años, cuando dirigía los destinos del país.

Y mientras las Naciones Unidas sigan impulsando la mentirosa narrativa palestina sobre la ilegitimidad de Israel y su condición de «Estado apartheid», la comunidad internacional seguirá actuando como si Oslo no hubiera puesto de manifiesto la falta de voluntad de los palestinos para forjar la paz, con independencia de lo que se les ofrezca.

Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde el equipo de política exterior de Biden sigue sin inmutarse ante las manifestaciones de odio de Abás. Sigue apoyando financieramente a un Gobierno palestino dirigido por un antisemita negacionista del Holocausto, e intentando socavar a Netanyahu con la vana esperanza de que Abás o un sucesor hagan finalmente valer su política de presionar a Israel para que debilite su seguridad y renuncie a sus derechos sobre partes de la patria judía ancestral.

Tres décadas de intransigencia palestina archidemostrada no han disminuido el clamor por que se sigan intercambiando tierras por paz, lo que causaría aún más daño a Israel.

Echando la vista atrás 30 años, no se puede culpar a quienes saludaron lo que les dijeron era un acuerdo que pondría fin al conflicto. Pero sí podemos culpar a quienes se niegan a sacar conclusiones de lo que vino después. La búsqueda de la paz es una vocación honorable, pero cuando esos esfuerzos conducen a más violencia en lugar de a la resolución del conflicto y dan poder a los antisemitas, como ha sido el caso con Oslo, entonces no está justificado honrar las buenas intenciones de los implicados. En un mundo en el que el antisemitismo va en aumento debido específicamente al odio hacia Israel que Abás contribuye a excitar, las acciones que refuerzan a los antisemitas responsables del asesinato de judíos no deberían considerarse nobles ni dignas de consideración.

Por mucho que queramos seguir honrando a quienes estaban dispuestos a apostar por la paz, el 13 de septiembre de 1993 debería recordarse como un día de infamia para Israel y el pueblo judío.

© Versión original (en inglés): JNS
© Versión en español: Revista El Medio

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Antisemitismo: París retira una condecoración a Mahmud Abás por negacionista http://elmed.io/antisemitismo-paris-retira-una-condecoracion-a-mahmud-abas-por-negacionista/ http://elmed.io/antisemitismo-paris-retira-una-condecoracion-a-mahmud-abas-por-negacionista/#comments Fri, 08 Sep 2023 15:01:37 +0000 http://elmed.io/?p=29156 “Condeno vehementemente sus declaraciones, ninguna causa puede justificar el revisionismo y el negacionismo”.

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La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha escrito una carta al presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, en la que le comunica que se le ha retirado la Grand Vermeil, una distinción que se le concedió en 2015, en repulsa por unas recientes declaraciones del rais en las que éste negó que Hitler exterminara a los judíos por ser judíos.

“Los comentarios que hizo son contrarios a nuestros valores universales y a la verdad histórica de la Shoá”, afirma Hidalgo en la misiva. Y añade: “Usted no puede seguir ostentando nuestra condecoración”.

Hidalgo hacía así alusión a un discurso pronunciado por Abás a finales de agosto en Ramala, capital de facto de la AP, ante una serie de altos cargos de su facción, Al Fatah, dominante tanto en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como en la propia AP. En el curso del mismo, y tras negar que los judíos europeos sean semitas, Abás afirmó:

Dicen que Hitler mató a los judíos porque eran judíos y que Europa odiaba a los judíos porque eran judíos. No es cierto. Ha sido claramente explicado que [los europeos] combatieron [a los judíos] por su rol social, no por su religión. [Los europeos] lucharon contra esa gente por su rol en la sociedad, que tenía que ver con la usura, el dinero y demás.

Cabe recordar que Abás es autor de un libro titulado El otro lado: la secreta relación entre el nazismo y el sionismo, donde el eterno presidente de la AN, acusa al movimiento sionista de participar en el Holocausto (Shoá) y de sabotear operaciones de rescate de judíos, y afirma que la cifra de seis millones de judíos asesinados durante el Holocausto es una «fantástica mentira».

“Usted (…) justificó el exterminio de los judíos de Europa durante la II Guerra Mundial con un claro deseo de negar el genocidio”, acusa Hidalgo en la referida misiva. “Condeno vehementemente sus declaraciones, ninguna causa puede justificar el revisionismo y el negacionismo”.

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Armas judías milenarias: "No podíamos creer lo que estábamos viendo" http://elmed.io/armas-judias-milenarias-no-podiamos-creer-lo-que-estabamos-viendo/ http://elmed.io/armas-judias-milenarias-no-podiamos-creer-lo-que-estabamos-viendo/#comments Wed, 06 Sep 2023 09:27:06 +0000 http://elmed.io/?p=29150 La Autoridad Israelí de Antigüedades ha informado del descubrimiento de un pequeño arsenal milenario en la Reserva Natural de Ein Gedi, en el desierto de Judea.

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La Autoridad Israelí de Antigüedades ha informado del descubrimiento de un pequeño arsenal milenario en la Reserva Natural de Ein Gedi, en el desierto de Judea. Un pequeño arsenal compuesto de cuatro espadas y una jabalina y que se encuentra en un estado de conservación «excelente», según han reportado los arqueólogos. «Encontrar una espada como esta[s] es raro, pero ¿cuatro? Es un sueño hecho realidad. No podíamos creer lo que veíamos».

Los investigadores se creen que se trata de armamento robado por rebeldes judíos a las fuerzas romanas hace unos 1.900 años. Eitan Klein, uno de los directores del Proyecto de Investigación del Desierto de Judea, ha declarado:

Acabamos de empezar la investigación sobre la cueva y el alijo de armas descubierto en ella, con el objetivo de intentar averiguar quién era el propietario de las espadas y dónde, cuándo y por quién fueron fabricadas. Intentaremos precisar el acontecimiento histórico que condujo al depósito de estas armas en la cueva y determinar si fue en la época de la revuelta de Bar Kojba, entre los años 132 y 135 de la era común.

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La relación Israel-EEUU es beneficiosa para ambos países  http://elmed.io/la-relacion-israel-eeuu-es-beneficiosa-para-ambos-paises/ http://elmed.io/la-relacion-israel-eeuu-es-beneficiosa-para-ambos-paises/#comments Mon, 04 Sep 2023 08:34:57 +0000 http://elmed.io/?p=29147 Israel es el mayor portaaviones de EEUU; pero no precisa tener a bordo un solo efectivo americano.

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El multimillonario aumento de las exportaciones del F-35 de Lockheed-Martin se ha debido a la superación de una serie de fallos fundamentales. Se trata de un logro de la propia Lockheed-Martin y de la Fuerza Aérea y las industrias aeroespaciales israelíes (especialmente, de la innovadora Israel Aerospace Industries-IAI). Por eso Israel es tenido como un rentable laboratorio de las industrias aeroespacial y de defensa y de las Fuerzas Armadas estadounidenses.

En junio de 2016, Israel se convirtió en el primer país en utilizar operativamente el altamente informatizado F-35. El Estado judío pronto consiguió resolver los fallos iniciales, que habían causado preocupación entre los posibles compradores.

El laboratorio israelí, sometido a pruebas de combate y en comunicación permanente con Lockheed-Martin (al igual que con un rosario de contratistas de defensa estadounidenses), resolvió la mayoría de los problemas operativos y de mantenimiento haciendo valer sus características intrínsecas, derivadas del entorno excepcionalmente desafiante y amenazador de Oriente Medio.

Las numerosas soluciones israelíes a los fallos del F-35 –en el ámbito de la recopilación y el procesamiento de datos, la guerra electrónica y la precisión del control de tiro– se han compartido con el fabricante estadounidense y con la Fuerza Aérea de EEUU, lo que ha posibilitado el mantenimiento de la superioridad del F-35 sobre su competencia mundial. En cuanto a Lockheed-Martin, le ha ahorrado miles de millones de dólares en investigación y desarrollo, ha mejorado su ventaja competitiva, aumentando sus exportaciones en miles de millones y ampliado su base de empleo, así como la de su plétora de subcontratistas.

La mejora del rendimiento del F-35 da cuenta del papel de Israel como fuente de modernización, reducción de costes y creación de empleo en EEUU.

Por otro lado, unos 250 gigantes estadounidenses de la alta tecnología (como John Deere, General Electric, Johnson & Johnson, Texas Instruments, Intel, General Motors, Microsoft, AT&T, IBM, Dell, Google, Facebook o Intuit) han establecido centros de investigación y desarrollo en Israel, aprovechando la capacidad intelectual y el espíritu innovador del país para mantener su liderazgo mundial, con el consiguiente aumento de sus ventas globales.

Del mismo modo, las industrias aeroespacial y de defensa estadounidenses han establecido sus propios centros de investigación y desarrollo en Israel a través de los cientos de sistemas militares americanos que emplean –y mejoran sistemáticamente– las Fuerzas de Defensa de Israel, lo que redunda en beneficio de la economía estadounidense y de sus capacidades de defensa.

Oriente Próximo es un importante nodo energético y comercial, pero también es el epicentro del terrorismo islámico antiamericano, del narcotráfico global y un gran motivo de preocupación por el empuje de las tecnologías balística y nuclear, lo que constituye una amenaza clara y presente para la seguridad nacional de Estados Unidos.

En tales circunstancias, Israel es el aliado más fiable, probado en combate y rentable de la región, y una potencial cabeza de playa de EEUU frente a amenazas comunes como los ayatolás chiíes de Irán y el terrorismo islámico suní.

Como afirman algunos funcionarios y analistas estadounidenses, Israel es el mayor portaaviones de EEUU; pero no precisa tener a bordo un solo efectivo americano.

Israel comparte con EEUU más información de inteligencia que muchos otros países, así como su experiencia en combate, que salva vidas estadounidenses al servir de base para la formulación de las tácticas de combate de las fuerzas aéreas y terrestres de EEUU, hace avanzar la medicina militar americana y procura instrucción a los militares estadounidenses en guerrilla urbana, coches bomba, terrorismo suicida y artefactos explosivos improvisados (IED).

La relación mutuamente beneficiosa entre Estados Unidos e Israel es una vía de doble sentido.

© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio

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En los campamentos de verano palestinos se enseña a asesinar judíos http://elmed.io/en-los-campamentos-de-verano-palestinos-se-ensena-a-asesinar-judios/ http://elmed.io/en-los-campamentos-de-verano-palestinos-se-ensena-a-asesinar-judios/#comments Thu, 27 Jul 2023 18:17:59 +0000 http://elmed.io/?p=29134 Los medios de comunicación occidentales, las Naciones Unidas y la mayoría de los políticos ignoran este abuso generalizado de menores.

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Mientras los escolares de todo el mundo disfrutan de las vacaciones de verano con deportes y entretenimiento, a los niños palestinos se les adiestra para luchar contra Israel y los judíos.

El adoctrinamiento y lavado de cerebro de los niños palestinos no es nuevo. Los líderes palestinos llevan generaciones adoctrinando en el odio a Israel y a los judíos. Esta incitación se produce en guarderías, escuelas, universidades, mezquitas, medios de comunicación, incluso en los crucigramas. Por eso las encuestas siguen mostrando que los palestinos abrazan opiniones radicales y apoyan el terrorismo contra Israel.

Desde hace más de una década, las organizaciones terroristas Yihad Islámica Palestina (YIP) y Hamás, respaldadas por Irán, organizan campamentos de verano para miles de escolares de toda Gaza. Estos campamentos vienen sirviendo de marco para inculcar a los menores una ideología extrema que glorifica la Yihad (guerra santa), el terrorismo y la lucha armada contra Israel, a fin de «liberar Palestina desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]».

Estos campamentos ofrecen también adiestramiento militar: prácticas con cuchillos y armas de fuego, combate cuerpo a cuerpo, marchas a pie… Asimismo, los menores representan obras de teatro y escenas de lucha y captura de soldados israelíes o de lanzamiento de cohetes contra Israel.

El reclutamiento y la inscripción se llevan a cabo a través de los sitios web y las redes sociales de Hamás y la YIP, y en stands atendidos por miembros de ambos grupos en mezquitas y otros lugares públicos de Gaza. Altos cargos de Hamás y la YIP asisten regularmente a las ceremonias de inauguración y graduación de dichos campamentos, en las que pronuncian discursos.

El pasado día 8, Hamás puso en marcha sus campamentos de verano de este año, con la participación de más de 100.000 niños y niñas. El lema de este año es Escudo de Jerusalén, lo que implica que la organización terrorista pretende utilizar a los niños en su lucha contra Israel. Los menores serán adiestrados para llevar a cabo ataques terroristas y servir como escudos humanos en la yihad contra Israel. Se les va a enseñar que están siendo reclutados para participar en la batalla para «liberar» Jerusalén. Huelga decir que los palestinos no reconocen los derechos ni la historia de los judíos en Jerusalén.

En junio de 2022, el primer ministro de la Autoridad Palestina (AP), Mohamed Shtayeh, negó cualquier rastro de historia judía en Jerusalén:

Estamos en las afueras de la capital eterna, la joya de la corona, el punto donde se encuentran el cielo y la tierra, la flor de todas las ciudades, el objeto de anhelo de los corazones de los creyentes musulmanes y cristianos que acuden a ella para rezar en la Mezquita de Al Aqsa y recorrer la Vía Dolorosa para orar en la Iglesia del Santo Sepulcro, que fue testigo de la firma del Pacto de Omar, por el que el califa Omar se comprometió con el pueblo de Iliya [en árabe, Aelia Capitolina/Jerusalén] a que ningún musulmán rezara en su templo. [Jerusalén] tiene antigüedades cananeas, romanas, islámicas y cristianas y es sólo suya, y nadie más dejó rastro en ella.

El jefe del Comité Superior de Campamentos de Verano de Hamás, Jaled Abu Askar, declaró durante una rueda de prensa en la ciudad recreativa de Asdaa, en Gaza, cerca de Jan Yunis:

Nos reunimos hoy en la ciudad de Asdaa, que alberga recreaciones de varios lugares emblemáticos de Jerusalén, para anunciar el lanzamiento de nuestros campamentos de verano, los campamentos del Escudo de Quds [Jerusalén]. Aseguremos al mundo que la ciudad de Jerusalén, con sus santuarios, es la brújula de todo palestino libre y honorable.

Abu Askar afirmó que Hamás se preocupa por la generación más joven y está dispuesta a invertir en ella. También dijo que los jóvenes palestinos están puestos sistemáticamente en la mira, se socavan sus creencias, su actitud, su moral y su patriotismo. ¿A quién culpó? A Israel, por supuesto.

«La ocupación y sus colaboradores están dedicando enormes cantidades de dinero y esfuerzos para apartar a las generaciones [jóvenes] de la pertenencia a su religión y a su patria», clamó. El cuadro de Hamás señaló que su organización denominó Escudo de Jerusalén a sus campamentos 

para inculcar en el corazón de los jóvenes el valor de Jerusalén y el derecho de los palestinos a la Ciudad Santa, así como para reforzar el papel nacional de la generación de la liberación y elevar su determinación.

Cuando Hamás habla de «liberación», está expresando su deseo de eliminar a Israel, como se afirma explícitamente en sus estatutos:

Artículo 11:

El Movimiento de Resistencia Islámica cree que la tierra de Palestina es un Waqf islámico a través de las generaciones y hasta el Día de la Resurrección, nadie puede renunciar a ella ni a parte de ella, ni abandonarla –ni parte de ella–. Ningún país árabe, ni el conjunto de todos los países árabes, ningún rey o presidente árabe ni todos ellos en su conjunto tienen ese derecho, ni lo tiene ninguna organización ni el conjunto de todas las organizaciones, sean palestinas o árabes, porque Palestina es un Waqf islámico a través de todas las generaciones y hasta el Día de la Resurrección.

Artículo 13:

Las iniciativas [de paz], las llamadas soluciones pacíficas y las conferencias internacionales para resolver el problema palestino son todas contrarias a las creencias del Movimiento de Resistencia Islámica. Porque renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religión; el nacionalismo del Movimiento de Resistencia Islámica forma parte de su fe, el movimiento educa a sus miembros para que se adhieran a sus principios y levanten el estandarte de Alá sobre su patria mientras luchan en su Yihad: “Alá es el todopoderoso, pero la mayoría de la gente no es consciente de ello”.

En otra ceremonia celebrada en Gaza, el presidente del Comité Administrativo de Rafah, Yumá Hasanein, dijo:

Estos campamentos juveniles están destinados a formar a la generación de la liberación y la victoria.

El director del campamento de verano de Rafah, Muhamad Barhum, declaró que los campamentos forman parte de las actividades de Hamás centradas en la generación [más joven] debido a su importancia como «la generación de la liberación y la victoria».

Como en años anteriores, los campamentos de verano se centran en familiarizar a los jóvenes con diversas armas, como el AK-47, los fusiles de francotirador, los lanzagranadas RPG, los morteros y las ametralladoras. Los campistas practican el montaje y desmontaje de armas, su sujeción y uso, y también se entrenan en guerra urbana y de túneles. Algunas de las clases las imparten miembros enmascarados del brazo armado de Hamás, las Brigadas Izedín al Qasam, y algunas incluso se celebran en bases militares de Hamás. Un niño de uno de los campamentos hizo una demostración de guerra de túneles para Yunis al Astal, miembro del Consejo Legislativo Palestino en representación de Hamás, que recorrió los campamentos con otros funcionarios de Hamás. En algunos de los campamentos se extendieron banderas israelíes en el suelo para que los campistas las pisaran. Los terroristas que llevaron a cabo atentados mortales contra israelíes son presentados a los campistas como modelos de conducta, y sus retratos figuran en los campamentos y en las actividades de los mismos.

El portavoz de Hamás Abdel Latin Qanu dijo que los campamentos lanzados este año por su organización en Gaza representan un paso importante en la construcción de esta generación, inculcando en sus almas la importancia del estatus de Jerusalén y la mezquita de Al Aqsa, y vinculándolos a su «legítimo derecho al retorno [a Israel] y a la liberación». Qanu declaró que el lema Escudo de Jerusalén pretende preparar a los niños para «liberar Jerusalén».

En el pasado, la YIP organizó campamentos de verano bajo el lema La Venganza de los Libres, y en ellos participaron cientos de menores de 17 años. Darwish al Gharabli, dirigente de la YIP, dijo durante una ceremonia de graduación:

Estos campamentos establecen una generación que sigue el camino de la Yihad y la resistencia, creyendo en esta opción y en que Palestina es la cuestión central, y en que luchar contra los judíos es un acto de culto. Nuestra yihad contra continúa en todos los ámbitos. Aseguramos a nuestro enemigo que esta generación llevará la bandera y resistirá con todas sus fuerzas.

En 2021, el brazo armado de Hamás, las Brigadas Izedín al Qasam, organizó campamentos de verano bajo el lema Espada de Jerusalén. Según el sitio web de las Brigadas, 

el objetivo de los campamentos es avivar las llamas de la yihad entre la generación de la liberación, inculcar valores islámicos y preparar el tan esperado ejército para la liberación de Palestina.

El portavoz de los campamentos de verano de Hamás, Abu Bilal, declaró que los mismos se celebran «por convicción en el papel de los jóvenes y por sentido de la responsabilidad hacia la generación [más joven]». Añadió que «los jóvenes han sido [siempre] los que han llevado a cabo operaciones armadas, y fueron el combustible de las intifadas y los levantamientos».

Los medios de comunicación occidentales, las Naciones Unidas y la mayoría de los políticos ignoran este abuso generalizado de menores por parte de los palestinos. La próxima vez que los palestinos se quejen de que hay menores muertos o heridos mientras llevan a cabo ataques terroristas contra israelíes, valdría la pena recordar a los niños de los campos de verano de la Franja de Gaza, donde comienza el proceso para transformarlos en combatientes.

Es hora de que la comunidad internacional y, sobre todo, las organizaciones de derechos humanos exijan responsabilidades a los dirigentes palestinos por el abuso infantil inherente al adoctrinamiento para convertir a los menores en «mártires», por la Yihad para matar judíos y por su empeño en destruir la única nación democrática de la región.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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