Contextos

Estados Unidos, Al Qaeda y Hezbolá

Por Clifford D. May 

Aymán al Zawahiri, líder de Al Qaeda.
"Durante la Administración Bush, el subsecretario de Estado Richard Armitage denominó a Hezbolá 'el Equipo A de los terroristas'; y añadió: 'Al Qaeda es, en realidad, el Equipo B'. ¿Cómo están las cosas hoy en día?""Una pregunta que viene al caso: si los gobernantes iraníes consiguen obtener armas nucleares, ¿entregarán una o dos de ellas a Hezbolá? Una respuesta plausible: ¿por qué no?""Entre los países sudamericanos en los que Irán o Hezbolá han establecido bases de inteligencia/terrorismo están Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam""Según Thomas Joscelyn, Al Qaeda y sus afiliados están combatiendo en más países que nunca"

Durante la Administración Bush, el subsecretario de Estado Richard Armitage denominó a Hezbolá “el Equipo A de los terroristas”; y añadió: “Al Qaeda es, en realidad, el Equipo B”. ¿Cómo están las cosas hoy en día?

Recientemente, el Departamento de Estado publicó sus “Informes sobre terrorismo por países” para el año 2012. En una «sesión informativa», un “miembro de alto rango de la Administración” destacó una “tendencia alarmante”, un “notable recrudecimiento de la actividad terrorista por parte de Irán y Hezbolá”.

Este ritmo de actividad operativa no lo veíamos desde los años 90 (…) No vemos indicios de que (…) vaya a decaer en 2013. De hecho, nuestro análisis es que tanto Hezbolá como Irán seguirán manteniendo un elevado nivel de actividad y operaciones terroristas en el futuro inmediato.

El Departamento de Estado dice bien cuando dice que Hezbolá e Irán están inseparablemente unidos: el primero es financiado y formado por el segundo. Este hecho no siempre se ha comprendido, pese a que antes del 11-S la organización libanesa era responsable de más muertes estadounidenses que cualquier otro grupo terrorista. En cuanto a su secretario general, Hasán Nasrala, ha proclamado:

Nuestro lema ha sido, es y será “Muerte a América”.

Una pregunta que viene al caso: si los gobernantes iraníes consiguen obtener armas nucleares, ¿entregarán una o dos de ellas a Hezbolá? Una respuesta plausible: ¿por qué no?

Es bien sabido que Hezbolá ha estado enviando combatientes a Siria en apoyo de Bashar al Asad, el dictador y sátrapa iraní. Menos conocidas son sus operaciones en otras partes del mundo. El pasado julio, un atentado contra un autobús en Bulgaria provocó la muerte de cinco israelíes y un búlgaro. En Nigeria, las autoridades desmantelaron recientemente una célula de la organización y se incautaron de lo que un representante de la Administración denominó “una gran cantidad de armamento de diversos tipos y calibres”.

Los reportes del Departamento de Estado contienen, sorprendentemente, muy poca información acerca de la presencia de Hezbolá en Sudamérica. Sin embargo, el informe de 500 páginas publicado en dias por el fiscal argentino Alberto Nisman revela que Irán ha establecido un archipiélago de “puestos y agentes de inteligencia operativos clandestinos” en Latinoamérica que emplea para “llevar a cabo ataques terroristas cuando el régimen iraní así lo decide, directamente o por medio de su satélite, la organización terrorista Hezbolá”.

Entre los países sudamericanos en los que Irán o Hezbolá han establecido bases de inteligencia/terrorismo están Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam.

Nisman proporciona otras pruebas –no es que hagan falta más– de que representantes iraníes y un agente libanés de Hezbolá fueron responsables de dos atentados terroristas en Argentina en los años 90. Además, hay una conexión estadounidense: el fiscal argentino afirma que Mohsen Rabani, antiguo agregado cultural en Buenos Aires –implicado en el atentado de 1994 contra un centro judío de Buenos Aires en el que murieron 85 personas–, dirigió al “agente iraní” Abdul Kadir, que actualmente cumple cadena perpetua por su implicación en el plan para atentar contra el aeropuerto internacional John F. Kennedy de Nueva York en 2010.

Unan los puntos, dice Nisman, y obtendrán un Irán “que fomenta y alienta actos de terrorismo internacional a fin de exportar la revolución”.

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Así las cosas, ¿puede seguir considerándose a Al Qaeda un rival de envergadura? ¡Sí, se puede! Hace pocos días, mi colega, el sobresaliente investigador Tom Joscelyn, señaló que AQ y sus afiliados están “combatiendo en más países que nunca”.

En Afganistán, AQ mantiene sus fortines de Kunar y Nuristán. Sus aliados lógicos, los talibanes, son responsables de un nivel de violencia “mayor que el existente antes del incremento del contingente estadounidense ordenado por Obama en 2010”, según la Fuerza de Asistencia de Seguridad Internacional de OTAN.

AQ y sus afiliados tienen bases en el norte de Pakistán. El Gobierno de ese país, señala Joscelyn,

sigue siendo un aliado ambiguo, que patrocina y protege a diversos grupos asociados a Al Qaeda. El Tehrik e Taliban Pakistan (TTP), o Talibanes de Pakistán, sigue siendo una amenaza tras el ataque fallido a Times Square de mayo de 2010. El Departamento de Estado anunció en septiembre de ese año que el TTP tiene una “relación simbiótica” con Al Qaeda.

Puede que el Frente Al Nusra, otro afiliado a AQ, sea la fuerza de combate más efectiva contra las tropas de Asad, de Hezbolá y de Irán que combaten en la guerra siria. Además, la organización fundada por Ben Laden está resurgiendo en el vecino Irak: abril fue el mes más letal en ese país en casi cinco años, según la ONU.

Al Qaeda ha expandido sus operaciones en Yemen. En Somalia, Shabaab –que, formalmente, se fusionó con AQ el año pasado– está lejos de estar derrotada, de hecho ha logrado llevar a cabo ataques en las vecinas Kenia y Uganda. En Nigeria, Boko Haram sigue masacrando cristianos. En Egipto, miembros y socios de AQ –entre ellos, Mohamed al Zawahiri, hermano del líder de la organización, Aymán al Zawahiri– operan con más libertad que nunca. El 11 de septiembre de 2012 izaron una bandera del grupo terrorista sobre la embajada estadounidense en El Cairo.

Grupos libios estrechamente vinculados a Al Qaeda fueron responsables del atentado que, en esa misma fecha, mató al embajador J. Christopher Stephens y a otros tres americanos en Bengasi. Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) ocupó fácilmente el norte de Mali hasta que las fuerzas francesas los expulsaron de los centros de población. Los afiliados a AQ también se están volviendo más visibles y, quizá, más viables en Túnez.

Pese a todo ello, el Departamento de Estado asegura que el “núcleo” de Al Qaeda “va camino de ser derrotado”. No estoy convencido de que haya pruebas suficientes que sustenten esa tesis. Pero incluso si demuestra ser exacta, ¿quién dice que un núcleo debilitado no pueda compensarse con una periferia más fuerte?

La cuestión primordial no es saber quién es el Equipo A del terrorismo, sino: ¿tiene Estados Unidos lo que hay que tener para ser el Equipo A de la lucha antiterorrista en los próximos años?

Foundation for Defense of Democracies