Contextos

El terror en París y el fallido modelo yemení

Por Max Boot 

Barack Obama.
"Han aparecido numerosas pruebas de vínculos entre Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) y los pistoleros que asesinaron a 12 personas en las oficinas del Charlie Hebdo""La principal necesidad es que la Administración Obama ponga fin a su flirteo con Irán, algo que no hace más que alarmar a los suníes de la región y empujarlos a los brazos de extremistas como AQPA o el Estado Islámico"

En septiembre, cuando el presidente Obama presentó su estrategia para ocuparse del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, eludió enviar tropas de combate estadounidenses. En cambio, dijo:

Esta campaña antiterrorista se librará mediante un esfuerzo sostenido e incansable para expulsar al Estado Islámico de allá donde se encuentre mediante nuestra fuerza aérea y nuestro apoyo a fuerzas aliadas sobre el terreno. Esta estrategia para eliminar a los terroristas que nos amenazan, al tiempo que apoyamos a aliados en el frente, ya la hemos empleado con éxito en Yemen y Somalia durante años.

Esas declaraciones hicieron que muchos comentaristas, incluido yo, no dieran crédito a lo que escuchaban. Como escribí en aquel momento,

la analogía del presidente con Somalia y el Yemen no resulta muy alentadora. Puede que Obama sea una de las pocas personas que creen que Estados Unidos ha conseguido tanto éxito en esos países que es un modelo digno de ser imitado.

La masacre del Charlie Hebdo en París nos proporciona más pruebas de lo fallido que es en realidad el modelo yemení. Han aparecido numerosas pruebas de vínculos entre Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) y los pistoleros que asesinaron a 12 personas en las oficinas del Charlie Hebdo. Said Kuachi, uno de los dos hermanos implicados, al parecer visitó Yemen en 2011 para recibir adiestramiento. Y antes de iniciar el ataque él o su hermano dijeron a testigos presenciales:

Díganle a los medios que somos Al Qaeda en la Península Arábiga.

Aún no se sabe si la operación en sí fue dirigida desde el Yemen, pero al menos fue inspirada desde allí; una palabra que usó con conocimiento de causa porque un reciente número de Inspire, la revista de AQPA, incluía al ahora difunto editor de Charlie Hebdo, Stephane Charbonnier, en su lista de extranjeros que supuestamente habían insultado al islam. El titular del artículo era: “Una bala al día mantiene lejos al infiel; defiende al profeta Mahoma”. Por suerte, los hermanos Kuachi han sido abatidos por la Policía francesa, pero los problemas que asuelan al Yemen no se eliminarán tan fácil ni rápidamente.

En realidad, AQPA es sólo uno de los principales problemas que socavan el modelo yemení. El otro es el de los huzis, un grupo terrorista cuyos miembros son zaidíes (una escisión del chiísmo). Los apoya la Fuerza Quds iraní. Están logrando grandes conquistas territoriales, y están cerca de controlar todo el Estado pese a que no controlen todo el territorio. En realidad, el Yemen se está desgarrando por las costuras con la misma clase de violencia entre radicales chiíes y suníes que ha devastado Siria e Irak.

¿Y qué hace Estados Unidos al respecto? Durante años, las Fuerzas de Operaciones Especiales y la CIA han mantenido una pequeña presencia bajo el radar en Yemen; han adiestrado fuerzas de seguridad gubernamentales y efectuado ataques con drones contra sospechosos de terrorismo, como Anuar al Aulaqui, el ideólogo de Al Qaeda en la Península Arábiga al que mató un misil Hellfire en 2011.

Esos ataques aislados y contra objetivos precisos pueden ser necesarios en la guerra contra el terrorismo, pero a duras penas resultan suficientes. No han provocado un cambio radical en Yemen, ni lo harán en Siria e Irak. Hace falta un esfuerzo mucho más sustancial, como llevamos defendiendo desde hace tiempo algunos de nosotros.

Por ejemplo, en este memorando de Innovación Política publicado en noviembre por el Consejo de Relaciones Internacionales planteé los pasos necesarios para derrotar al Estado Islámico, los cuales implican, entre otras cosas, relajar las restricciones al despliegue de fuerzas estadounidenses sobre el terreno, y hacer mucho más para movilizar a las tribus suníes. La principal necesidad es que la Administración Obama ponga fin a su flirteo con Irán, algo que no hace más que alarmar a los suníes de la región y empujarlos a los brazos de extremistas como AQPA o el Estado Islámico. A los suníes se les debe ofrecer un objetivo político que los movilice para combatir, y eso no ha sucedido de momento.

Hasta que la Administración Obama no asuma más responsabilidades, los grupos yihadistas, tanto suníes como chiíes, seguirán avanzando y dejando más en ridículo el modelo yemení de lucha contra el terrorismo.

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