Contextos

El prisionero americano de Irán

Por Raymond Ibrahim 

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"Los pastores Abedini y Nadarjini no son los únicos tan obviamente perseguidos por su fe cristiana: son incontables los cristianos y los musulmanes conversos a quienes las autoridades iraníes acosan, encarcelan y torturan, para que renuncien a Cristo""Hay otras muchas facetas de la persecución a los cristianos, como el cierre de templos, las constantes medidas represivas contra las iglesias domésticas, la confiscación de biblias y demás literatura cristiana, la prohibición de celebrar servicios religiosos en farsi...""El Departamento de Estado ha excluido a Abedini de su lista de prisioneros iraníes, lo que concuerda con el hecho de que encubra habitualmente los padecimientos de los cristianos bajo el Islam"

En enero, un cristiano estadounidense fue sentenciado en Irán a ocho de años de cárcel por “amenazar la seguridad nacional”. El pastor de 32 años Said Abedini, de Boise (Idaho), casado y con dos hijos, viajó a su país de origen el año pasado para visitar a su familia y colaborar en la construcción de un orfanato; sólo para ser detenido y enviado a la brutal prisión de Evin, en Teherán.

Según Fox News, Abedini, musulmán converso al cristianismo –un apóstata merecedor de la muerte, según la ley islámica– afronta “torturas físicas y psicológicas a manos de sus captores, que le exigen que renuncie a sus creencias”. En una reciente carta, hecha llegar de forma clandestina a sus familiares, contaba las “terribles presiones” y “amenazas de muerte” que soporta:

Se me nublan los ojos, mi cuerpo no tiene fuerzas para caminar, y mis pasos se vuelven débiles y temblorosos (…) Sólo esperan una cosa (…) que reniegue de Cristo. Pero nunca conseguirán que lo haga.

Las autoridades le dicen:

Reniega de tu fe en Jesucristo y regresa al islam, o no serás liberado. Nos aseguraremos de que sigas aquí aun después de que termine tu condena de ocho años.

Puede que los tormentos medievales del pastor Abedini sorprendan a muchos estadounidenses, pero son habituales en la República Islámica de Irán. Recuerden la persecución del pastor Yusef Nadarjani, otro musulmán converso al cristianismo. También fue encarcelado, enviado al corredor de la muerte y torturado durante casi tres años para que renunciara a Cristo. Fue liberado, seguramente debido al escándalo internacional… sólo para ser detenido de nuevo, para colmo el día de Navidad.

Del mismo modo que Teherán afirma que Abedini fue detenido por “amenazar la seguridad nacional”, Nadarjani fue acusado formalmente de todo y de nada a la vez: “desde ser un espía sionista” a regentar un burdel, pese a que el Tribunal Supremo iraní dejó claro que Nadarjani era condenado por “volver la espalda al islam [es decir, por apostatar], la mayor de las religiones, (…) a los 19 años”. Decía más el alto tribunal:

Ha participado a menudo en el culto cristiano y organizado servicios religiosos domésticos, ha evangelizado, recibido el bautismo y bautizado a otros, convirtiendo así musulmanes al cristianismo. Ha sido acusado de violar la ley islámica (…) Durante el juicio, ha negado la profecía de Mahoma y la autoridad del islam. Ha declarado que es cristiano y ya no es musulmán. Tras muchas sesiones ante el tribunal, en presencia de su abogado y de un juez, ha sido condenado a ser ejecutado por ahorcamiento (…)

Los pastores Abedini y Nadarjini no son los únicos tan obviamente perseguidos por su fe cristiana: son incontables los cristianos y los musulmanes conversos a quienes las autoridades iraníes acosan, encarcelan y torturan, para que renuncien a Cristo. Estos son algunos ejemplos:

 Mohabet News informa de que cuatro musulmanes conversos al cristianismo fueron detenidos en febrero durante un servicio religioso doméstico y “conducidos a la Corte Revolucionaria de Shiraz (…) en un estado lamentable, encadenados de pies y manos”. Fueron acusados de lo de siempre: “participar en ceremonias religiosas en iglesias domésticas, evangelizar y promover el cristianismo (…) y perturbar la seguridad nacional”. El informe detalla las “evidentes torturas físicas y mentales” que sufren los conversos iraníes en prisión.

• Otro pastor de una iglesia doméstica, Benham Irani, sigue entre rejas, y su familia teme que muera a causa de las constantes palizas, que le han provocado hemorragias internas y otras lesiones. El veredicto emitido contra él incluye frases que le describen como un apóstata a quien “puede matarse”. Según un activista, «sus crímenes fueron y estar en posesión de material cristiano”.

• Tras una infructuosa vista de apelación, en 2012 se confirmó la condena de seis años de cárcel al pastor Farchid Fati Malayericuyo delito fue convertirse y predicar el cristianismo. Una mujer, Leila Mohamadi, que se había convertido, fue detenida por agentes de seguridad que asaltaron su casa. Encarcelada durante cinco meses en la prisión de Evin sin que se le dijera nada acerca de su futuro, fue posteriormente condenada a dos años de cárcel.

• El pasado junio una joven, recientemente convertida al cristianismo y activista contra el régimen islámico, fue hallada muerta, desplomada sobre el volante de su coche, con una única herida de bala en la cabeza.

Hay otras muchas facetas de la persecución a los cristianos, como el cierre de templos, las constantes medidas represivas contra las iglesias domésticas, la confiscación de biblias y demás literatura cristiana, la prohibición de celebrar servicios religiosos en farsi…

La persecución iraní a los cristianos es un reflejo de una crisis humanitaria mucho mayor y de la que se informa rara vez: el sufrimiento de los cristianos de un extremo a otro del mundo islámico, que documento en mi nuevo libro, Crucified Again: Exposing Islam’s New War on Christians (“Crucificados de nuevo: la nueva guerra del islam contra los cristianos, al descubierto”). Así, lo que les ocurre a los cristianos en Irán les sucede igualmente a sus semejantes en países tan diferentes de la República Islámica como puedan ser Indonesia, Egipto y Nigeria. Naciones que no comparten raza, lengua ni cultura, sólo el islam.

El patrón no resulta evidente únicamente en la persecución islámica a escala mundial, también en la indiferencia de la Administración Obama. El Departamento de Estado ha excluido a Abedini de su lista de prisioneros iraníes, lo que concuerda con el hecho de que encubra habitualmente los padecimientos de los cristianos bajo el Islam, y ni siquiera considera a Egipto y Pakistán como “naciones especialmente preocupantes”, pese al hecho de que allí los cristianos son perseguidos despiadadamente, como documento en mi libro.

La persecución del pastor Abedini, ciudadano estadounidense en Irán, es la punta del iceberg de la persecución a los cristianos por el Islam; persecución cuya existencia no pueden ignorar, por mucho que lo intenten, los principales medios de comunicación, la Administración Obama y todas las autoridades políticamente correctas, especialmente ahora que se expone y documenta exhaustivamente en Crucified Again.

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