Contextos

El pensamiento mágico de los medios respecto a Irán

Por Lee Smith 

Hasán Ruhaní.
"Desde el punto de vista de Amanpour, puede que Ruhaní no haya condenado el Holocausto con esas palabras, pero, dada la naturaleza del individuo en cuestión, es evidente que lo habría hecho. Después de todo, es bien sabido que es un moderado""El ardiente deseo que tienen nuestros moderados de llegar a un acuerdo con la República Islámica explica lo que de otro modo parecería pensamiento mágico""¿Y si la 'ruhanifilia', la fetua y todo lo demás no son más que una campaña no oficial organizada por una serie de miembros de esas élites que, al haberse ungido como guardianes de la paz, han mentido a sus propias sociedades a cuenta de una banda de matones oscurantistas, antisemitas, violadores, torturadores y asesinos que han atacado a los norteamericanos desde 1979?"

Culpen a la ruhanifilia. A comienzos de la semana pasada la página web de Foreign Policy informaba de que, por primera vez en décadas, un representante iraní empleaba la palabra “Israel” -ni “entidad sionista” ni “régimen ocupante”- para referirse al Estado judío. Posteriormente, reconociendo que su noticia estaba equivocada (al fin y al cabo, “muerte a Israel” es el eslogan más conocido de la República Islámica), los editores publicaron una corrección, lo cual es más de lo que hace Christiane Amanpour.

Ésta sigue afirmando que el presidente Hasán Ruhaní condenó el Holocausto durante la entrevista que le realizó en la CNN, pese a que la página editorial del Wall Street Journal encargó una traducción independiente que mostraba que Ruhaní no dijo nada por el estilo. En vez de eso, según el Journal, el iraní eludió la cuestión, afirmando que no era un “historiador”, e hizo una vaga referencia a “crímenes contra judíos y no judíos”. También se opone a la versión de Amanpour la agencia iraní de noticias Fars, que afirmó que la CNN había falsificado la traducción y negó que Ruhaní dijera nada respecto al Holocausto. La respuesta de la periodista al hecho de que medios tan diferentes coincidieran respecto a los hechos reales fue tuitear lo siguiente:

Sorprendida por la disposición de la página editorial del @WSJ y de otros a encamarse con un vocero extremista iraní como Fars.

Para entender por qué Amanpour y otros sectores de los medios parecen publicar y emitir tanta falacia cuando se trata de Irán, es importante tener un conocimiento básico de cómo ven el mundo las élites occidentales. Llamémoslo ”sociología de estudiante en el extranjero”. Según este punto de vista, todas las sociedades son básicamente iguales; por supuesto, pueden tener diferencias en cuanto a costumbres, vestimenta y alimentación, pero todas ven el mundo de igual forma y desean las mismas cosas. Los problemas mundiales no surgen porque choquen sociedades diferentes, sino porque hay sectores en conflicto dentro de cada sociedad, pues cada una de ellas está formada a su vez por moderados y radicales.

En todo el mundo, los sensatos moderados desean criar a sus familias en paz, encontrar un trabajo que valga la pena y tomarse unas vacaciones que resulten intelectualmente provechosas. Los radicales de todas partes, en cambio, sólo están interesados en el poder. Como el camino más fácil hacia el poder pasa por el miedo (sobre todo, el miedo al otro, al extranjero que, según esta ignorante perspectiva, amenaza “nuestro estilo de vida” ), los radicales han de conseguir que las masas se vuelvan temerosas, de forma que se vean obligadas a pedir que las protejan de la amenaza extranjera. Como los mercaderes del miedo no se detendrán ante nada para lograr el poder, incluso si ello supone enviar a la guerra a los hijos de sus vecinos, quienes deseen la paz tendrán que proteger a sus sociedades de los radicales. A veces eso puede implicar tomar atajos; no mentir, precisamente, sino decir cosas que, si bien son fieles a la esencia, no son completamente exactas en la forma.

Así, desde el punto de vista de Amanpour, puede que Ruhaní no haya condenado el Holocausto con esas palabras, pero, dada la naturaleza del individuo en cuestión, es evidente que lo habría hecho. Después de todo, es bien sabido que es un moderado. Argumentar que no lo hizo, como hace el Wall Street Journal, sólo da más munición a los radicales: la clase de gente que lee los editoriales del WSJ, así como los extremistas iraníes, incluidos quienes dirigen Fars. Con suficiente munición de este tipo, los radicales de Estados Unidos y los de Irán llevarán nuestras dos sociedades a la guerra. Al atribuir a Ruhaní declaraciones que nunca hizo, Christine Amanpour no sólo está evitando esa contienda, sino promoviendo la paz.

El ardiente deseo que tienen nuestros moderados de llegar a un acuerdo con la República Islámica explica lo que de otro modo parecería pensamiento mágico: las historias y relatos que aparecen en los medios occidentales sobre acontecimientos, declaraciones e ideas relativos a Irán para los que hay pocas pruebas o ninguna en absoluto, y que, por tanto, no guardan ninguna relación con lo que se considera auténtico periodismo en una sociedad libre. Últimamente han abundado tales relatos, sin duda debido a la ruhanitis.

Hace pocas semanas Der Spiegel informaba de que Ruhaní ofrecía cerrar una planta de enriquecimiento de uranio en Fordo; posteriormente, un representante iraní explicó al Tehran Times que Irán no planeaba en absoluto cerrar dicha planta. Puede que Ruhaní tuviera que desdecirse de su oferta por temor a los radicales. La prensa occidental dice que por eso no se reunió con Obama al margen de la Asamblea General de la ONU. Como explicaba el New York Times, una foto con el presidente norteamericano “podría haber exacerbado a los radicales de Irán, los cuales ya recelaban de su acercamiento a Estados Unidos”.  Al parecer, esos radicales iraníes no saben leer, así que nunca se enterarán de la conversación telefónica de 15 minutos entre Ruhaní y Obama, pese a que, según Reuters, fue “histórica”.

Las charlas telefónicas son una cosa, pero donde parece que Ruhaní lo hace mejor es en los nuevos medios sociales, donde, según informa la prensa occidental, ha dado paso a una era de libertad en Irán. Como tuiteó Thomas Erdbrink, del NYT, hace dos semanas desde la capital iraní:

¿Está cayendo el Muro de Berlín de la censura iraní sobre internet? Estoy tuiteando desde mi móvil, en Teherán, sin ninguna restricción.

Las libertades en las redes sociales sólo pueden ser obra del nuevo y moderado presidente del país. Erdbrink informó de que un entusiasta iraní tuiteó: “¡Gracias, Ruhaní!”. Sin embargo, el periodista se vio luego obligado a considerar otra posibilidad: puede que lo que parecía libertad fuera sólo un descuido. “A veces, por error, el Gobierno ha dejado abierto brevemente el firewall que bloquea Facebook y Twitter”, concluía, sombrío, el hombre del Times en Teherán, y esa apertura también “podría ser sólo un fallo”.

No obstante, Ruhaní está rompiendo esquemas con su cuenta de Twitter, que empleó para desear un feliz Año Nuevo a los judíos de todo el mundo en la víspera de Rosh Hashaná. Sin embargo, pocos días después, Mohamed Reza Sadeq, asesor del presidente iraní, declaró a Fars que éste no había dicho nada por el estilo y que, de hecho, ni siquiera tenía cuenta de Twitter. Pese a ello, los medios occidentales siguieron informando de que Ruhaní estaba tras el mensaje; un reportero de investigación explicó: “Los representantes iraníes confirman que los tuits son pensamientos suyos, aunque no los teclee él”. Es irrelevante quiénes sean, concretamente, los representantes que han confirmado esa historia; tampoco importaría que los tuits hubieran sido enviados, por ejemplo, por una empresa francesa de relaciones públicas contratada para administrar la cuenta de Ruhaní: lo importante es que son lo que piensa, y que él es un moderado.

Resulta que hay moderados por todas partes en el régimen clerical; moderados llevados al extremismo por culpa de los radicales norteamericanos. Consideremos, por ejemplo, a Qasem Suleimani, jefe de la unidad de operaciones externas de la Guardia Revolucionaria, la Fuerza Quds. Desde luego, como muestra Dexter Filkins en su excelente retrato del personaje, Suleimani es responsable de toda clase de actos terroristas contra EEUU y aliados de EEUU, pero, según el diplomático estadounidense retirado Ryan Crocker, el líder de la Fuerza Quds también cooperó con los estadounidenses… hasta que George W. Bush lo echó todo a perder al incluir a Irán en su discurso de enero de 2002 sobre el “Eje del Mal”. Uno de los hombres de Suleimani le dijo a Crocker que su jefe estaba “furioso” tras el discurso de Bush. No está claro por qué el iraní tenía que alterarse tanto por una floritura dialéctica, sobre todo si tenemos en cuenta que sus colegas del régimen han dirigido consignas de “Muerte a América” (y las han llevado a la práctica asesinando a norteamericanos) desde 1979, pero Crocker considera todo esto una verdadera oportunidad perdida. Como dijo a Filkins:

Estábamos tan cerca. Una palabra en un discurso cambió la historia.

De hecho, la historia es una crónica de cómo Estados Unidos ha malinterpretado la naturaleza del régimen clerical. El Líder Supremo Alí Jamenei ha dicho que está en contra de las armas nucleares; ¡si hasta escribió una fetua contra ellas! Los radicales norteamericanos y sus aliados radicales israelíes dicen que no pueden encontrar pruebas de que dicha fetua exista realmente, pero, naturalmente, ellos tienen un interés particular en afirmar que el régimen emplea tácticas de distracción para mantener a la Casa Blanca en el anzuelo. Obama considera la fetua un signo esperanzador, lo mismo que su anterior secretaria de Estado, Hillary Clinton.

Todo esto, por supuesto, resulta confuso, porque si verdaderamente existe dicho pronunciamiento, entonces no está claro por qué el presidente estadounidense le da tanta importancia a las negociaciones sobre un programa nuclear que, para empezar, la fetua de Jamenei dice -supuestamente- que Irán no puede tener. Si hay fetua, eso lo resuelve todo. Si la República Islámica verdaderamente no quiere un arma de destrucción masiva, entonces la gente como Christiane Amanpour puede estar tranquila, porque no va a haber ninguna guerra iniciada por Estados Unidos o Israel a causa del programa nuclear iraní: quien es Líder Supremo dijo que Irán no puede tener un programa de armas nucleares. Si hay que aceptar la palabra de Jamenei de que la bomba atómica es antiislámica, entonces ya no hace falta negociar nada. Pobre Ruhaní; justo cuando empezábamos a conocerlo y a quererlo, resulta que es completamente superfluo.

Ruhaní afirma de la República Islámica:

Nunca hemos elegido el engaño como camino.

Pero ¿y si las élites occidentales de los medios de comunicación y del mundo académico sí lo han hecho? ¿Y si la ruhanifilia, la fetua y todo lo demás no es más que una campaña no oficial organizada por una serie de miembros de esas élites que, al haberse ungido como guardianes de la paz, han mentido a sus propias sociedades a cuenta de una banda de matones oscurantistas, antisemitas, violadores, torturadores y asesinos que han atacado a los norteamericanos desde 1979? Ojalá tuviéramos a unos radicales como los que temen nuestros moderados; unos que estuvieran decididos a proteger y defender a Estados Unidos de los ataques de moderados como los iraníes.

The Weekly Standard