El covid-19 ha impactado profundamente en la situación política y económica de Israel. La coordinación con la Autoridad Palestina (AP) está yendo mejor de lo esperado, pero se está gestando una catástrofe sanitaria en Gaza que amenaza con desestabilizar el enclave y poner fin a la tensa calma entre Israel y Hamás.
A día de ayer (13 de abril), Israel reportaba 11.35 casos confirmados y 113 muertes. La ultraortodoxa Bnei Brak, con una población de 200.000 habitantes, ha sido golpeada con especial crudeza, lo que ha llevado al Gobierno a decretar el aislamiento de toda la ciudad.
Por su parte, la Margen Occidental y Gaza han reportado 290 casos y 2 fallecimientos. Sólo dos de esos casos son de la Franja; se trataba de dos palestinos regresados de Pakistán. Para prevenir la expansión del virus en el territorio, el Gobierno de Hamás ha establecido centros de cuarentena para los palestinos que regresan al mismo. No obstante, la falta de instalaciones sanitarias apropiadas, por no hablar de la opacidad del régimen de Hamás, suscita interrogantes sobre la veracidad de dichos datos.
Israel ha procurado tests de detección, material desinfectante, mascarillas, respiradores y medicamentos a la Margen y a la Franja. Asimismo, ha permitido a la policía de la AP incursionar en la parte árabe de Jerusalén Oriental, que normalmente queda fuera del margen de acción de aquélla. Este estado de cosas ha llevado a Naciones Unidas, por lo general crítica con el Estado judío, a encomiar la “estrecha, inaudita” cooperación israelo-palestina en la lucha contra el covid-19.
En Israel, el cerrojazo económico ha provocado que el desempleo se dispare hasta el 25%, y es muy probable que cause una contracción del PIB de más del 5%. Si bien los desafíos económicos se acumulan, puede que haya buenas noticias para los israelíes en el frente político. En un esfuerzo por combatir la crisis y evitar unas cuartas elecciones legislativas en sólo un año, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y su principal rival, el exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) Benny Gantz, tomaron a finales del mes pasado la sorprendente decisión de poner fin al enfrentamiento y conformar un Gobierno de unidad. Aunque las negociaciones continúan, parece probable que Netanyahu conserve el cargo de primer ministro durante los próximos 18 meses, para luego ceder el testigo a Gantz. No obstante, las conversaciones se encuentran en un punto muerto, del que cada parte acusa a la otra.
En cuanto a los territorios controlados por los palestinos, el covid-19 parece de alguna manera contenido. En plena crisis, el tabú de la cooperación con los israelíes parece haber perdido terreno por mor de la salud pública. Aun así, algunos políticos han incurrido en la incitación antiisraelí. El propio primer ministro palestino, Mohamed Shtayeh, que lidera la lucha de la AP contra el covid-19, ha declarado que su entidad está luchando “[contra] el coronavirus y contra el virus de la ocupación” y acusado a los israelíes de infectar deliberadamente a palestinos. En estos momentos, Shtayeh emerge como un aspirante destacado a suceder al presidente de la AP, Mahmud ABás, de 84 años, quien, como muchos otros líderes palestinos de avanzada edad, se ha aislado durante la crisis.
En la Franja de Gaza, la crisis sanitaria ha llevado a un descenso relativo de los ataques violentos. Los militantes palestinos lanzaron un cohete contra Israel la semana pasada, dando lugar a una acción de represalia por parte israelí. Asimismo, Hamás ha testado el alcance y precisión de algunos de sus proyectiles con lanzamientos hacia el Mediterráneo. Al tiempo que perpetra este tipo de provocaciones, Hamás está exigiendo a Israel que alivie su embargo sobre la Franja, e Israel ha puesto como condición para ello el retorno de los cadáveres de dos de sus soldados, retenidos por Hamás desde 2014. El líder de Hamás en Gaza, Yahia Sinwar, no está por la labor de facilitar las negociaciones y amenazó la semana pasada con “dejar sin respiración” a los más de seis millones de ciudadanos judíos de Israel si no se procuran suministros adicionales a la Franja.
Si el covid-19 se esparce por la densamente poblada Gaza, podría saturar el peligrosamente infradotado sistema sanitario local y devastar la ya anémica economía del enclave. La catástrofe sanitaria podría socavar a Hamás, por su propensión a invertir en armas antes que satisfacer las necesidades de la población. Pero una crisis de tal calibre también pondría presión sobre Israel por parte de la comunidad internacional, que injustificadamente lo culpa de todos los males de la Franja. Para no asumir responsabilidades y explotar la crisis, Hamás podría incrementar los ataques contra Israel, desencadenando un conflicto innecesario en un momento especialmente peligroso para Oriente Medio.
© Versión original (en inglés): FDD
© Versión en español: Revista El Medio