El periodista Evan Wright cubrió la invasión de Irak en 2003* acompañando a una unidad de reconocimiento de la infantería de marina estadounidense en su avance desde Kuwait hasta Bagdad. El ejército del régimen iraquí colapsó rápidamente y la principal resistencia armada vino de los Fedayines de Sadam, una fuerza paramilitar formada por miembros del partido Baaz. El 2 de abril de 2003, tras una emboscada a las afueras de Al Muwafaqiyah, los militares a los que acompañaba Wright encontraron cuatro combatientes muertos y uno herido. Descubrieron entre sus pertenencias pasaportes sirios. El visado de entrada especificaba el motivo de su viaje a Irak: “Yihad”.
El régimen de Sadam Husein recurrió a la religión para afianzar su legitimidad y autoridad durante los años del embargo internacional, tras su derrota en 1991 en la llamada entonces Guerra del Golfo. En junio de 1993 el régimen lanzó la Campaña de Fe bajo la supervisión de Izat Ibrahim al Duri, encargado también de las redes de contrabando que burlaban el referido embargo. El régimen acometió cambios legales y educativos, e incentivó cambios en las costumbres. Así, se introdujo la pena de muerte para delitos como la prostitución, la homosexualidad, el incesto y la violación, y se llevaron a cabo decapitaciones, ejecutadas por Fedayines de Sadam. Se construyeron nuevas mezquitas en Bagdad. Se llegó a planificar la Gran Mezquita Sadam, que con su cúpula de 60 metros de alto y 300 metros de diámetro hubiera sido la mayor del mundo, pero nunca pasó de los planos. Se fundó incluso la Universidad Sadam Husein de Estudios Islámicos, donde en 1996 se matriculó un estudiante que casi veinte años después el mundo conocería como Abu Baker al Bagdadi o califa Ibrahim.
Académicos como Samuel Helfont plantean que la deriva islámica de Sadam Husein fue una maniobra política interesada carente de fundamento religioso. Pero el mensaje caló en capas de la población árabe suní del país y exacerbó la brecha sectaria con la población árabe chií. Se produjo además un fenómeno paradójico. Agentes del aparato de seguridad del régimen encargados de vigilar los sermones de las mezquitas e infiltrar los movimientos islamistas terminaron siendo creyentes sinceros en un contexto internacional de auge del islamismo y de agotamiento ideológico del socialismo árabe que representaba el Baaz.
Cuando los vientos de guerra volvieron a Oriente Medio, con la anticipada invasión estadounidense de Irak, se preparó a los Fedayines de Sadam para luchar como fuerza irregular insurgente. Se escondieron armas, se repartió dinero y se crearon pisos francos para luchar bajo ocupación militar extranjera. El régimen dio la bienvenida a yihadistas internacionales dispuestos a luchar contra las fuerzas estadounidenses. Pronto se produjo una convergencia entre los yihadistas extranjeros llegados al país y los antiguos miembros del régimen dentro de la oposición armada al nuevo orden político.
Después del desplome del régimen iraquí, tras la victoria militar estadounidense, la Autoridad Provisional de la Coalición emitió su Orden General Número 1, el 16 de mayo de 2003, que expulsó de la administración pública a todos los miembros del Baaz y prohibía su contratación futura. El 23 de mayo se emitió la Orden General Número 2, que disolvió las fuerzas armadas y todas las organizaciones de seguridad e inteligencia del país, como parte del proceso de desbaazificación. Cientos de miles de hombres con formación militar quedaron sin trabajo. Hasta la caída de Sadam Husein, los árabes suníes habían copado la estructura del régimen. Ahora muchos se encontraban en paro y sin futuro en un país donde se preveía que el poder político iba a ser monopolizado por la mayoría árabe chií.
El grupo más violento y sanguinario aparecido en la insurgencia iraquí, Monoteísmo y Yihad, fue fundado y liderado por Abu Musab al Zarqawi, un salafista yihadista jordano en busca de una causa tras su paso por los campamentos de entrenamiento de Afganistán. En 2004 el grupo se convirtió en la franquicia iraquí de Al Qaeda, pero debido a su imagen de ser fundamentalmente un grupo formado por extranjeros decidió en 2006 fusionarse con otros grupos yihadistas locales para conformar una nueva organización, que a partir de octubre pasó a conocerse como Estado Islámico de Irak. Precisamente ese año Zarqawi fue localizado por las fuerzas estadounidenses y eliminado. Tras su muerte se mantuvo una estructura de mando dual, con el egipcio Abu Ayub al Masri como líder de Al Qaeda en Iraq y el iraquí Abu Omar al Bagdadi como líder de la coalición insurgente yihadista. La inteligencia militar estadounidense nunca terminó de desentrañar quién estaba al mando realmente, pero en todo aquel tiempo la insurgencia yihadista fue viviendo un proceso de iraquización. Así, cuando ambos murieron –en 2010, en una operación conjunta iraquí-estadounidense–, el Estado Islámico pasó a ser una organización homogénea liderada por un iraquí: Abu Baker al Bagdadi.
Entre la aparición del Estado Islámico de Irak en 2006 y la decapitación de su cúpula en 2010 se vivió un cambio de rumbo en la guerra. Por un lado, un número importante de líderes de tribus árabes suníes de la provincia de Al Anbar que estaban combatiendo la ocupación estadounidense vieron su poder tradicional socavado por los yihadistas, que además les disputaban las rutas de contrabando. Así que cambiaron de bando. Llegaron a un acuerdo con el mando militar estadounidense para que sus hombres en armas recibieran un sueldo y colaboraran con las tropas extranjeras para luchar juntos contra el Estado Islámico de Irak. El fenómeno se conoció como el Despertar de Al Anbar y a los ahora milicianos a sueldo de Estados Unidos como los Hijos de Irak. En paralelo al fenómeno, las fuerzas estadounidenses reforzaron en 2007 su despliegue en la región de Bagdad y pusieron en práctica una nueva estrategia de contrainsurgencia creada bajo el liderazgo del general David Petraeus. El resultado fue una caída considerable de la actividad insurgente en el país, hasta un nivel que hizo que el Gobierno de Barack Obama considerara factible una retirada del país. Las operaciones militares estadounidenses en Irak concluyeron el 18 de diciembre de 2011, justo un mes después de que el presidente anunciara un giro hacia Asia de su política exterior.
Una de las claves del éxito en la persecución de los líderes de la insurgencia iraquí fue que las fuerzas militares estadounidenses y británicas lograron integrar de forma muy eficiente a los analistas de inteligencia y a las unidades de fuerzas especiales. Pero el proceso sometió a la insurgencia a un brutal selección darwiniana, donde sólo sobrevivieron los más hábiles, brutales y astutos. Cuando las fuerzas de Estados Unidos se retiraron, el Estado Islámico de Irak estaba profundamente debilitado pero con un núcleo duro formado por antiguos oficiales del ejército iraquí. Así, encontramos que Abu Alí al Anbari, gobernador hasta hace poco de los territorios sirios bajo control del Estado Islámico, fue general de división durante el régimen de Sadam Husein. Como prueba de la temprana integración de los antiguos baazistas y los yihadistas, se unió a Al Qaeda en Irak entre 2004 y 2005. Por su parte, Abu Muslim al Turkmani, gobernador de los territorios iraquíes bajo control del Estado Islámico hasta su muerte –en agosto de 2015–, era teniente coronel de la inteligencia militar iraquí y sirvió también en la Guardia Especial Republicana hasta la caída del régimen.
En diciembre de 2009 el general Petraeus informó de que numerosos altos cargos del régimen de Sadam Husein vivían en Siria. Señaló entre ellos a Izat Ibrahim al Duri, el encargado a partir de 1993 de reislamizar Irak y de las redes de contrabando del régimen, que entonces lideraba un grupo insurgente islamista, el denominado Ejército Naqshbandi. Al Duri, conocido como el Pelirrojo, fue probablemente una de las figuras del régimen más reconocibles en los medios de comunicación. Se le atribuye un papel relevante en el avance del Estado Islámico por el norte de Irak en 2014. El Gobierno iraquí anunció su muerte tras una operación militar en abril de 2015.
Tras la marcha estadounidense en 2011, el Gobierno iraquí retiró el apoyo económico al programa de los Hijos de Iraq y persiguió a sus líderes, a los que veía como un amenaza para el poder político en manos de líderes de la comunidad chií. 2011 fue también el año del comienzo de la guerra civil en Siria, país que había servido de retaguardia de la insurgencia yihadista con la complicidad del régimen de Bashar al Asad. Así que durante 2012 se produjo simultáneamente el desplome de la estructura de poder estatal en Siria y el comienzo del colapso de las milicias árabes que habían mantenido a raya a los yihadistas en el en el Triángulo Suní de Irak. En abril de 2013, consolidada su presencia en Siria, el grupo yihadista anunció otro cambio de nombre: Estado Islámico de Irak y al Sham (el Levante o Gran Siria), que corresponde en inglés al acrónimo ISIS y en árabe a Daesh.
(*) Wright relató su experiencia en un reportaje en tres partes para la revista Rolling Stone titulado “Killer Elite” y en el libro Generation Kill, que fue convertido en serie de televisión.