En Newsweek, el vicepresidente de Nueva Iniciativas del Programa para Oriente Medio del Wilson Center, Aaron David Miller, publica este polémico artículo, que da pie a un muy interesante debate sobre las realidades de la región y la presencia de Estados Unidos en la misma.
Oriente Medio se ha convertido en un auténtico cementerio al que van a morir ilusiones y mitos norteamericanos.
He aquí cinco de los más perdurables y perniciosos, que hemos de retirar de la circulación definitivamente.
1. Hay soluciones comprehensivas para los problemas de la región
No, no las hay. Y reto a quien sea a que identifique uno sólo que tenga una suerte de solución significativa o sostenible. Desde la guerra civil siria a la situación política en Irak, la guerra contra el Estado Islámico (…) o la cuestión israelo-palestina, hablamos de problemas que requieren una gestión cuidadosa y prolongada porque no hay soluciones fáciles o rápidas.
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2. América tiene las respuestas
No, no las tenemos. Oriente Medio es un territorio quebrado, candente y disfuncional donde la falta de liderazgo, de instituciones eficientes y de una gobernanza correcta y coherente y, por otro lado, la presencia de rivalidades sectarias, regionales y religiosas se han combinado para garantizar la inestabilidad permanente y, en algunos casos, la fragmentación y el caos.
Al asumir que, de alguna manera, Washington puede y debe implicarse como la potencia indispensable en la resolución de todo eso estamos trivializando lo fragmentada que está la región e infantilizando a quienes viven en ella.
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3. La política norteamericana debe ser auténticamente consistente
Por supuesto que no. Las grandes potencias se comportan de manera anómala, contradictoria e incluso hipócrita. (…) las doctrinas o concepciones prefabricadas que encorsetan la política norteamericana y le quitan flexibilidad son una receta para el desastre.
Esto es particularmente cierto cuando salen a la luz las cuestiones relacionadas con los derechos humanos. En la mayoría de las zonas del mundo es muy, muy complicado reconciliar de alguna manera los valores y los intereses de EEUU.
Pensemos en el Medio Oriente, por ejemplo. Allí, alentamos la Primavera Árabe en Egipto y Túnez. ¿Estamos obligados a alentarla también en Arabia Saudí o en Baréin, si el caos desencadenado por acontecimientos como los de 2011 podría amenazar su estabilidad?
¿Qué hacemos con el actual Gobierno egipcio si se niega a emprender reformas y a dejar de reprimir a los medios y continúa arrestando [opositores] a millares, cuando necesitamos la cooperación egipcia en un montón de asuntos regionales?
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4. La paz israelo-palestina debe ser una prioridad para la próxima Administración
No, no debería serlo. No sólo es que el conflicto sea imposible de resolver en estos momentos si los líderes israelíes y palestinos no ponen más de su parte; es que no es una prioridad acuciante [para los intereses] de Estados Unidos en la región.
El ISIS, el caos en Siria, la disfuncionalidad de Irak y Libia, las relaciones con socios tradicionales como Arabia Saudí, Israel y Egipto: todo ello sugiere que una región [así de] amenazante y fragmentada no mejorará sustancialmente con una solución al conflicto israelo-palestino que simplemente no es posible hoy día. Ni siquiera los Estados árabes, ahora mucho más preocupados con sus propios problemas –los desafíos que representan Irán y los yihadistas suníes–, están centrados en la cuestión palestina.
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5. EEUU puede desengancharse de la región sin más
No, no puede. América tiene aliados, enemigos e intereses vitales en Oriente Medio que garantizan que no habrá giro, recalibramiento o salida. El problema de Washington es que está atascado en una región que no puede transformar, reparar o abandonar.