El primer ministro británico ha defendido ante el Parlamento su intención de intervenir en la guerra de Siria, propuesta que se votará la semana próxima, aduciendo que los ataques aéreos británicos contra el Estado Islámico redunda en interés del Reino. «Nos hace más seguros».
Cameron ha dicho que el Reino Unido no debe «subcontratar» su seguridad a sus aliados países.
Los presidentes de ambos países, reunidos en Moscú, han acordado colaborar de esta manera en la batalla contra el grupo terrorista islamista liderado por el califa Bagdadi. El objetivo es aumentar la efectividad de la campaña de ataques aéreos en Siria.
Sin embargo, François Holland y Vladímir Putin mantienen sus discrepancias sobre el futuro de Bashar al Asad, el dictador sirio, aliado de Moscú.
De esta manera, Moscú pretende tener el control del espacio aéreo de Siria, el Líbano y Chipre, incluso hasta del aeropuerto internacional Ben Gurión de Tel Aviv.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, ha dicho que la batería se instalará en Latakia, bastión de Bashar al Asad, en respuesta al derribo del caza ruso por la aviación turca.
Este sistema de misiles es capaz de detectar y destruir aviones a unos 400 kilómetros de distancia.
Los arrestados son sospechosos de haber colaborado en el atentado del pasado martes contra el vehículo de la Guardia Presidencial que circulaba por una de las arterias de la capital cuando fue objetivo de un atentado: murieron 12 militares.
Por otra parte, gracias a las pruebas del ADN, la Policía ha identificado al terrorista suicida: se trataba de un vendedor ambulante de 27 años llamado Husam ben Hedi.