La Librería

Buen periodismo en Israel y Palestina

Por Eli Cohen 

Banderas de Palestina e Israel.
"Si no se asentara un Estado palestino, porque fuera inviable en términos geográficos o de seguridad, porque los palestinos no aceptasen o porque fuera insostenible y de duración efímera, amén de un mal remedio, la alternativa que se plantearía en Israel sería fatal""El tiempo se le agota a Israel. Los árabes, como subraya Colomé en varias ocasiones, pese a que los israelíes van ganando, ven el conflicto como generacional y tienen más paciencia"

La foto de portada del último libro de Jordi Pérez Colomé, Un Estado y medio. Israel y el conflicto perfecto, pone en guardia. Un niño tocado con una kipá algo tosca, ofreciendo una mirada fría, expresión desubicada y cara de pocos amigos, es todo un arquetipo de la imagen que en Occidente se tiene de los colonos judíos. Parece, pues, que la obra de Colomé va a ser uno de esos textos sobre el conflicto que sabemos de memoria antes de ojear el prólogo. Sin embargo, que nadie se engañe, es uno de los libros más objetivos, imparciales y limpios que he leído sobre el conflicto entre israelíes y palestinos. Ciertamente, es difícil, muy difícil, averiguar de qué pie cojea Colomé, si es que cojea de alguno. Si alguien busca ponerle una etiqueta al periodista, que se olvide. Además de su buena deontología, que no es poco -dado el tema y los tiempos que corren en el periodismo-, se lee de una sentada gracias a su prosa ágil, entretenida y ligera.

El periodista barcelonés se paseó durante un mes por Israel y Cisjordania en busca de testimonios, opiniones, historias, perspectivas y experiencias, para poder ofrecer al lector toda la información posible sobre el terreno. Apoyado siempre en fuentes fiables o directas, Colomé hace afirmaciones honestas sobre lo que se ha convertido, según el título del libro, en «el conflicto perfecto».

En la primera parte se centra en diseccionar el conflicto entre israelíes y palestinos. Para ello muestra, con testimonios de ambos lados y fundamentación histórica, lo que sucede más allá de la Línea Verde, la frontera establecida tras el armisticio entre Israel y Jordania en 1949 y que ahora es una línea ficticia que separa Israel y la Margen Occidental o Cisjordania.

Al explicar, por ejemplo, el origen del problema de los colonos, da un repaso histórico, eficazmente sintetizado, sobre cómo se fraguó la Guerra de los Seis Días y lo que han sido sus consecuencias. Es curioso, en este sentido, cómo ha cambiado la propia narrativa del conflicto. En los años 70 era entre árabes e israelíes, no se hablaba de Cisjordania. En una crónica del New York Times sobre los primeros asentamientos judíos tras la Guerra de los Seis Días, recuerda Colomé,

no [se] habla de “palestinos”, sino de “árabes”, y Hebrón no está en “Cisjordania”, sino en la “Jordania ocupada por Israel”.

Como suele pasar cuando uno se enfrenta a la realidad, Colomé desdibuja varios mitos asentados en la conciencia occidental. Así, deja claro algo que algunos llevamos años machacando: hay varios tipos de colonos, no son un ente homogéneo, ni todos son los mesiánicos que, con lo puesto y sin protección militar, instalan un outpost en una colina.

Entrevistando a colonos y a palestinos, Colomé, aparte de esbozar el día a día de lo que ocurre en los territorios, da con una de las grandes cuestiones del debate en Israel. Si no se asentara un Estado palestino, porque fuera inviable en términos geográficos o de seguridad, porque los palestinos no aceptasen o porque fuera insostenible y de duración efímera, amén de un mal remedio, la alternativa que se plantearía en Israel sería fatal. Si Israel desechase la solución de los dos Estados y decidiese anexionarse Cisjordania, los palestinos serían ciudadanos sin Estado, sin derecho a voto, y la calidad democrática de aquél quedaría totalmente cuestionada. Como destaca Colomé,

si Israel se anexionara Cisjordania y dejara a los ciudadanos árabes sin voto y otros derechos civiles, sería un Estado paria, como la Sudáfrica del apartheid.

Es así.

Sean o no legítimas las pretensiones palestinas sobre la tierra, se merezcan o no tener un Estado, tengan o no la competencia para ello, el futuro de Israel está ligado a la viabilidad de un proyecto nacional palestino. Los ciudadanos israelíes han luchado por tener un hogar democrático desde el principio, y la opción de la anexión no se la pueden permitir. Fue Jeffrey Goldberg quien en una de sus columnas aconsejó a Abbas que lo mejor para establecer un Estado palestino sería rechazar toda demanda de independencia y pedir formalmente que todos los palestinos pasaran a ser ciudadanos israelíes.

Uno de los entrevistados más interesantes y sinceros es Dani Dayán, antiguo presidente del Consejo de Yesha -que aglutina a las colonias judías en Cisjordania- y, en palabras de Colomé, todo un caramelo para un periodista. Dayán no cree en los dos Estados, de ahí que afirme:

Si una frontera pudiera detener cohetes y pudiera parar sueños, quizá sí dos Estados serían posibles.

En la segunda parte, Colomé analiza los problemas internos de Israel, en especial el que está más de moda: el de los haredim. La religión judía y el mundo haredí son algo complicado de explicar. Muchos caminos, matices, detalles e historia. Ni que decir tiene de los entresijos de las diferentes vertientes religiosas del judaísmo, de los procesos de conversión en cada una o cuáles de ellas acepta el Estado de Israel. Requiere estudio y tiempo comprender el fenómeno. Sin embargo, Colomé se sumerge ahí y ofrece una información veraz, cimentada y sin prejuicios sobre la religión judía.

Ante la amenaza demográfica interna que suponen tanto los haredim como los árabes israelíes, Colomé se hace eco del chiste que le cuenta Amir Mizroch, director de Israel Hayom:

En Israel un tercio trabaja, un tercio paga impuestos y un tercio sirve en el ejército. El problema es que es el mismo tercio.

Sin lugar a dudas, hay problemas internos que son un peligro muy considerable para el futuro de Israel. En este sentido, es realmente revelador el pensamiento que tiene al respecto el líder de Al Fatah en el campo de refugiados palestino de Aida, Mohamed al Azraq:

Dale tiempo e Israel se autodes­truirá por divisiones internas.

Independientemente de los sueños de Azraq, el tiempo se le agota a Israel. Los árabes, como subraya Colomé en varias ocasiones, pese a que los israelíes van ganando, ven el conflicto como generacional y tienen más paciencia. De lograrse los dos objetivos que garantizarían el futuro de Israel (un Estado palestino y la integración de los haredim), los siguientes años en Israel alumbrarán una revolución social sin precedentes.

En la última parte, Colomé analiza el proceso de paz y cómo respiran los dos pueblos ante un eventual acuerdo. El escepticismo ante una paz justa para ambas partes es latente, nadie apuesta por que se consiga en el corto plazo. Ante ello, sin embargo, es importante recalcar lo que asevera el autor:

Israel y Palestina sufren ese conflicto perfecto. Pero son también dos tierras llenas de gente que quiere vivir en paz.

El Estado y Medio. Israel y el conflicto perfecto es, en suma, un libro completo, honesto y documentado sobre Israel y Palestina, un ejemplo de periodismo en una materia tantas veces maltratada en los medios de comunicación.