Mohamed Brahmi, diputado y ex líder del Movimiento del Pueblo Tunecino, fue ayer asesinado a tiros delante de su domicilio, lo que ha levantado una oleada de protestas populares contra el gobierno islamista de Ennahda, al que acusan de haber ordenado el crimen.
Brahmi es el segundo destacado opositor a los islamistas que es asesinado, después de que el pasado mes de febrero Chokri Belaid muriera en similares circunstancias.
Como hiciera el pasado 1 de julio con Mohamed Morsi antes de proceder a su destitución, el Ejército egipcio ha dictado un ultimátum a los Hermanos Musulmanes para que abandonen las calles antes de actuar contra ellos con la máxima contundencia.
El mensaje de los militares se hizo público a través de Facebook, y en él conceden un plazo de 48 horas a los partidarios de Morsi para que cesen en sus protestas. El Ejército egipcio asegura que «no apuntará las pistolas contra su pueblo«, pero «sí contra la violencia oscura y el terrorismo, que no conocen religión ni nacionalidad».
Mohamed Dahlan, que fue destituido por Abás como comandante de Seguridad Preventiva en Gaza, ha denunciado por escrito ante la Corte Penal Internacional y otros organismos internacionales las actividades del presidente de la Autoridad Palestina, al que acusa de conducta arbitraria, persecución política, violación de derechos humanos y corrupción.
Dahlan asegura haber vivido acosado por orden de Abás desde 2010, cuando denunció la corrupción económica y administrativa de la Autoridad Palestina por apropiarse de los fondos de ayuda internacional destinados al pueblo palestino.
El secretario general de la ONU hizo ayer público un comunicado pidiendo la puesta en libertad del depuesto presidente de Egipto y de sus principales colaboradores, retenidos por el Ejército desde el pasado tres de julio.
Ban Ki Moon hizo este llamamiento para acabar con las revueltas y los altercados provocados por los islamistas, para lo cual considera imprescindible la liberación de los líderes de los Hermanos Musulmanes, o, al menos, su puesta a disposición judicial de manera inmediata.
Las iglesias ortodoxas de todo el mundo, reunidas en Rusia, emitieron ayer un comunicado en el que alertan del riesgo de la desaparición de la presencia cristiana en Siria a consecuencia de la guerra civil que dura ya dos años.
Kiril, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, advirtió de que la extinción de los cristianos en Siria «sería una catástrofe de la civilización», pues «nuestros orígenes están allí, de allí procede nuestra fe».