Revista de Prensa

Ankara y Moscú acercan posiciones

 

Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan, en rueda de prensa. (San Petersburgo, 9 AGO 16).

Soner Cagaptay, director del Programa de Investigaciones Turcas del Washington Institute, analiza el encuentro que mantuvieron ayer los presidentes de Rusia y Turquía, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan, que parece abrir una nueva etapa en las relaciones entre ambos países, muy deterioradas desde el derribo turco de un avión ruso implicado en la guerra siria en noviembre del año pasado.

Para EEUU, durante un tiempo no quedará claro hasta qué punto cambiarán las relaciones turco-rusas como consecuencia de los últimos acontecimientos (…) Sea cual sea el resultado a largo plazo, en los próximos días Putin cortejará a Turquía con gestos como el levantamiento de las sanciones [que le impuso tras el derribo del referido avión]. Además, podría emplear su músculo en las repúblicas de Asia Central, donde [Fethullah] Gülen [el gran enemigo de Erdogan] tiene sus más poderosas y antiguas redes fuera de Turquía, para que arremetan contra las instituciones afiliadas a Gülen (…) Esos gestos, así como la posibilidad de que Washington fracase a la hora de persuadir a Ankara de que su demanda de extradición contra Gulen requiere una profunda revisión, pueden empujar a Erdogan con más fuerza aún hacia Rusia.

Neil MacFarquhar y Tim Arango dan cuenta en The New York Times de la visita que acaba de cursar a Rusia el presidente islamista de Turquía, con elevada carga simbólica, sobre todo cuando se tiene en cuenta que es su primer viaje al extranjero desde el intento de derrocamiento que sufrió el mes pasado.

En Turquía hay una honda sensación de que sus aliados occidentales han suspendido el test de solidaridad, dada la amenaza a su existencia que representó la intentona golpista del 15 de julio. Los jerarcas turcos andan frustrados por que las capitales occidentales hayan puesto el foco en la purga erdoganita de decenas de miles de militares, funcionarios civiles y periodistas como un signo preocupante de su giro hacia el autoritarismo.

En Turquía ha hecho eclosión una campaña antiamericana luego de que Washington no mostrara indicios de que planee extraditar a Fethullah Gülen [al que Erdogan acusa de ser el instigador del golpe] (…)

El encuentro de San Petersburgo ha sido chocante en algunos aspectos, dado que, al final del día, Moscú y Ankara se dedicaron a lanzarse insultos. La televisión estatal rusa tachó al señor Erdogan de “deshonesto” e “incontrolado”, mientras el líder turco acusó a Rusia de incurrir en “injurias de baja estofa”.

Pero el Kremlin no pierde ocasión de tratar de explotar los boquetes que presenta la alianza atlántica [OTAN], y ha expresado repetidas veces su apoyo a Erdogan desde el intento de golpe.

Abdulá Hamidadín escribe en Al Arabiya de la Liga Árabe, que acaba de celebrar una de sus cumbres más desangeladas, lo que ha puesto de manifiesto la profunda crisis por la que atraviesa.

Los árabes necesitan la Liga Árabe. Es una organización internacional reconocida con asiento en mesas donde se dirimen cuestiones de gran importancia para el mundo y para los países árabes. Sus organismos han ganado legitimidad y experiencia. Es una plataforma para transmitir los intereses árabes a los árabes y al mundo. (…)

(…) Necesitamos la Liga Árabe, pero necesitamos igualmente que cambie. (…) Necesitamos unir a los árabes ante los desafíos sociales, económicos y medioambientales que se les presentan, en vez de para combatir la historia. Necesitamos reimaginar qué somos como árabes, en vez de insistir en arcas visiones panarabistas. Necesitamos que [la Liga Árabe] sea una extensión de las aspiraciones de los árabes, o de lo contrario no la necesitamos para nada.