Revista de Prensa

Abás y el reloj de la Historia

 

Mahmud Abás.

El comentarista Benny Avni arremete contra Mahmud Abás, al que denomina “Señor Ayer”, por su pretensión de denunciar al Reino Unido por emitir, en 1917, la Declaración Balfour, en la que proclamaba su apoyo al establecimiento de un hogar nacional judío en Tierra Santa.

(…) su intento de pretender que el último siglo de historia, en el que los judíos han creado un Estado boyante e independiente, no ha tenido lugar eleva las sospechas de que Abás nunca se ha sentido cómodo con la presencia de Israel en tierras que los árabes consideran propias.

(…) El Sr. Ayer nunca ha preparado a su pueblo para el mañana, ese día en que él renuncie o muera. Los aspirantes a sucederle se liarán a puñetazos y, como las naciones árabes a lo largo de la volátil historia de la región, probablemente fracasen en resolver sus diferencias pacífica o rápidamente.

(…) Ni siquiera el Sr. Ayer puede mandar el reloj de vuelta a 1917, o a cualquier otro punto de la Historia.

[Sea como fuere], Israel seguirá floreciendo, con o sin Palestina al lado.

También Ben Cohen ha cargado contra la referida maniobra del líder de la Autoridad Palestina, a quien acusa de no estar verdaderamente interesado en la consecución de un Estado propio para su pueblo.

El presentar la Declaración Balfour como un crimen contra los palestinos, sugiere lo opuesto: que Abás aún no tiene estómago para digerir la legitimación del sionismo. Como dijo su ministro de Exteriores, [Riad al] Maliki, la Declaración Balfour “dio a gente que no era de ahí algo que no era suyo”.

Ahí lo tenemos, un producto gastado de la propaganda palestina —la negación de la autoctonidad judía— nuevamente reciclado. La conclusión de que el liderazgo palestino prefiere que continúe la ocupación israelí antes que erigir un Estado independiente luce inevitable.

El profesor Eyal Zisser repara en unas recientes declaraciones de Jaled Meshal en las que el líder de la organización terrorista Hamás dice que ésta podría reconocer a Israel. Con independencia de lo sinceras que fueran, esas palabras son harto reveladoras de la situación de una y otro: la organización terrorista vive un momento de gran aislamiento internacional y el Estado judío, en cambio, está más en sintonía con el mundo árabe que nunca.

Esta realidad deja a Hamás expuesta a Israel y, en gran medida, dependiente de su buena voluntad. (…) Esta realidad hace posible para Israel decidir un buen día arramblar con Hamás. El problema de Israel en la Franja de Gaza es afrontar no el poderío bélico de Hamás, sino las consecuencias del marasmo que se produciría si el régimen de Hamás colapsara.