El presidente de la Autoridad Nacional Palestina ha decidido seguir la estela del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y también someterá a votación del pueblo palestino cualquier futuro acuerdo de paz con Israel.
Abás hizo estas declaraciones el viernes pasado al periódico jordano Al Rai desde su cuartel general en Ramala, en el transcurso de una entrevista en la que, además, puso el acento en el papel de EEUU de cara a dar pasos que lleven a retomar las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes.
A pesar de las reticencias de Washington para autorizar la venta de armas al bando rebelde sirio ante la posibilidad de que caigan en manos de terroristas (como el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaeda), el comité de Inteligencia del Congreso norteamericano está dispuesto a asumir ese riesgo. El presidente de esta importante comisión, Mike Rogers, aseguró ayer a la agencia Reuters que, a pesar de los riesgos, EEUU «está en una situación en la que es necesario dar pasos hacia delante».
Por su parte, el jefe del Estado Mayor del Ejército norteamericano, general Martin Dempsey, calculó en más de mil millones de dólares mensuales el coste para EEUU de involucrarse en la guerra de Siria.
En una maratoniana sesión plenaria, que acabó bien entrada la pasada madrugada, el parlamento israelí aprobó por 64 votos a favor y 21 en contra la tramitación de la ley que obligará a los jóvenes estudiantes ultraortodoxos a alistarse en el Ejército o realizar prestaciones sociales. En el transcurso de la sesión los diputados de los partidos ultraortodoxos abandonaron la sala entre gritos de protesta y permanecieron en un pasillo anexo recitando salmos y oraciones de súplica.
El proyecto de ley presentado por el Gobierno israelí tendrá que superar dos votaciones más antes de adquirir rango legal. A partir de ese momento habrá un periodo transicional de cuatro años, a partir del cual todos los estudiantes haredim, salvo un selecto grupo de 1.800, deberán cumplir su periodo obligatorio en el Ejército o en el servicio nacional .
Los mayores disturbios ocurrieron cuando manifestantes islamistas intentaron cercar la plaza Tahrir después de protestar ante la embajada norteamericana, próxima a ese lugar. Las autoridades detuvieron a siete manifestantes partidarios de Morsi, a los que se les requisaron varias escopetas de perdigones.
Los altercados se extendieron a la provincia de Qaliubiya, donde tuvieron lugar tres de las cuatro muertes ocurridas ayer. Uno de los fallecidos era un joven de 15 años.