Buena parte de la prensa occidental vuelve a hozar en la israelofobia.
El emirato es un país del que las democracias deberían recelar.
La autorización para que vuelvan a predicar públicamente coincide con las elecciones legislativas.
La decisión se basa en que en el país árabe no hay libertad religiosa y es delito construir iglesias.
Se arrestará a los imanes que critiquen al Gobierno y no se renovará a cerca de 55.000 imanes.
Los medios de comunicación occidentales, las Naciones Unidas y la mayoría de los políticos ignoran este abuso generalizado de menores.
Son objeto cotidiano de «torturas y persecución tanto por parte del Gobierno como de sus propios amigos, familiares y comunidades».
A todos los efectos, el País del Cedro es ahora una posesión imperial de Teherán.
El hecho de que el mundo siga tolerando este doble rasero se debe en parte al deseo de apaciguar al islam y a los terroristas musulmanes.
Si alguien está violando la santidad de la Mezquita de Al Aqsa son los propios palestinos.