Escandalosa tergiversación de la realidad por parte del tan controvertido organismo internacional.
El problema de fondo es que siga existiendo una institución tan orwelliana.
En este asunto, la hipocresía del régimen de los ayatolás es verdaderamente escandalosa.
No hay absolutamente ninguna justificación para seguir donándoles dinero, atención y, sobre todo, crédito.
Lo mejor que puede hacer Foggy Bottom con su Oficina de DDHH es cerrarla.
Es un ente profundamente corrompido por la israelofobia.
Los musulmanes reformistas pueden seguir llamándose musulmanes, pero nunca podrá haber un ‘Corán 2.0′.
El atentado de Tel Aviv vuelve a dejar de manifiesto el injusto trato que recibe Israel en instancias como la ONU.
Pero proclama su compromiso con los valores democráticos.
Naciones Unidas elige a Arabia Saudí, el mayor infractor mundial de derechos humanos, para presidir uno de sus comités de derechos humanos.